El informe de precios y salarios correspondiente al mes pasado, elaborado por el Instituto Estadístico de los Trabajadores de la Umet, revela que la inflación se aceleró fuertemente: 4% mensual. No sólo ese índice se disparó, la variación interanual trepó, por primera vez desde 1991, por encima del 50%. En febrero los precios fueron 51,6% más altos que hace un año. En dos meses de este año la inflación acumulada ha sido del 6,8%.
La de febrero estuvo motorizada en primer lugar por “Vivienda y sus servicios” (+5,7%), debido a nuevas alzas en electricidad. En segundo orden, “Otros bienes y servicios” trepó 5,5, traccionada por cigarrillos y pañales. “Alimentos y bebidas”, el rubro de mayor peso en la canasta de los trabajadores, se encareció un preocupante 4,8%, en un mes en que se registraron marcadas alzas en frutas, carnes y pescados. En febrero pasado, el poder adquisitivo de los asalariados formales fue 15,2% menor al de noviembre de 2015, y 11,5 inferior al de febrero de 2018. Así ese indicador está en su peor momento en nueve años.
El informe también menciona que los datos de empleo continúan siendo muy negativos. El último (diciembre de 2018) muestra que la caída del empleo de calidad en las empresas no da tregua, y que desde marzo de 2018 se destruyeron más de 130.000. Si se compara contra noviembre de 2015, la caída supera los 100.000 puestos de trabajo, siendo el sector industrial el que por lejos más trabajadores ha expulsado: más de 120.000 –según pública Página 12-.
Durante febrero la inflación fue sensiblemente más intensa en los deciles más humildes, -debido a que las alzas en electricidad, transporte público y alimentos golpean relativamente más a los trabajadores menos pudientes. Ello explica por qué la inflación del decil 1 (10% de menores ingresos) fue de 5,1% en febrero, contra un 2,8% en el decil 10 (el de mayores ingresos). A nivel interanual, la inflación fue más intensa en los deciles de menores ingresos (54,5% contra 48,8), lo cual se explica mayormente por el impacto asimétrico de la suba de servicios públicos y de los alimentos en los distintos hogares. En 2015 la inflación entre los asalariados más pobres y más pudientes era relativamente pareja (incluso levemente menor para el decil 1, debido a que en 2015 los servicios públicos y los alimentos subieron menos que la inflación). En contraste, desde 2016 la inflación de los asalariados más humildes fue sistemáticamente más elevada que la de los deciles altos. La principal razón de ello fueron los tarifazos de servicios públicos. La inflación acumulada desde noviembre de 2015 por deciles: el 10% de menores ingresos sufrió una inflación del 218% en lo que va del gobierno, contra una del 168% el decil 10 (50 puntos de diferencia).