La historia de una de las familias que lucha contra el fuego en la Cordillera

Los Armengol Sisterna tienen un restaurante y son guías de rafting. Dejaron sus actividades para ayudar en el combate contra las llamas. Mientras tanto, los focos ígneos siguen creciendo en la zona. Las llamas arden otra…

domingo 02/01/2022 - 18:27
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Los Armengol Sisterna tienen un restaurante y son guías de rafting. Dejaron sus actividades para ayudar en el combate contra las llamas. Mientras tanto, los focos ígneos siguen creciendo en la zona.

Las llamas arden otra vez en la Patagonia. Nubes de humo cubren el cielo de la zona de los lagos Martin y Steffen, entre Bariloche y El Bolsón. A media mañana, Eliana Armengol empieza a armar las viandas de comida que horas más tarde repartirá a unos 200 vecinos, brigadistas y voluntarios que combaten los incendios forestales.

Eliana tiene 42 años y vive junto a su marido, Ismael Sisterna, y dos de sus hijos, Jeremías y Elena, de 10 y 6 años, en una zona de reserva mapuche, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. En la confluencia del río Villegas con el río Manso gerencian «Cohuin-Co», un área de servicios de recreación donde dan alojamiento y atienden un restaurante. Además ofrecen excursiones al río en rafting.

Ahora ese espacio que hasta hace unos días recibía turistas, alimenta y brinda un sitio de descanso a quienes pelean contra el fuego. «Nuestros días cambiaron por completo. Pasamos de cocinar para los visitantes a cocinar para quienes combaten el fuego», cuenta Armengol a A24.com. «Amanecemos a las 6 y cerramos a las 9 de la noche. Estos lugares dependen de nosotros, los vecinos nos auto convocamos y nos auto gestionamos. Nos acompañan la sociedad de Bariloche, la de El Bolsón y aledaños», relata.

Según la mujer, frente a esos incendios trabajan hay cerca de 80 voluntarios y unas 60 personas de las otras instituciones. «También vecinos y ‘gente del río’, como les digo yo, los que vivimos, trabajamos y dependemos de estos cursos de agua y los recursos naturales para las actividades que desarrollamos», agrega.

¿Cómo viven los incendios los habitantes en riesgo?

Tamara forma parte de una de las 40 familias que viven en Río Villegas, el poblado rionegrino más próximo al incendio, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. «La situación está muy complicada. Hace un rato salió un grupo de vecinos que están bien organizados. Los acompaña otro grupo que son guías de rafting y están con nosotros desde el primer día», cuenta.

El fuego se acercó a las casas este miércoles 29 de diciembre a las 7 de la tarde. «Mi gente estaba desesperada, no sabíamos qué hacer», dice Tamara. «Nos sentimos muy abandonados por el Gobierno porque no nos manda ayuda ni aviones. Hay muchos vecinos que van solos a cortar el fuego», agrega la mujer.

«Emocionalmente es muy duro porque no sabemos qué nos va a pasar a nivel de nuestra propia seguridad. Nos acostamos sin saber cómo nos vamos a levantar si el fuego se aproxima», reflexiona Eliana. Y cuenta que su hijo Jeremías está siempre en alerta. «Esta semana subió unos 3 kilómetros montaña arriba a uno de los miradores. Quería ver si el fuego estaba cerca de la casa de su abuela. Bajó y me dijo que sí estaba cerca».

Cuando Jeremías y Elena terminaron las clases, días atrás, esperaban las vacaciones para ir al río con sus amigos y abuelos. «Mi hijo siempre me dice: ‘mami, me voy en bici hasta la playa’, que queda a 800 metros. Ahora no los dejamos, les decimos: ‘estén siempre cerca de mamá y papá que no sabemos qué puede pasar», se lamenta Eliana.

¿Cómo empezó el incendio en la Patagonia?

El fuego se inició el 7 de diciembre en el lago Martin, en simultáneo, en la localidad neuquina de Quillén. «Surgió como algo natural: la caída de un rayo. Eran tres foquitos muy chicos, perfectamente controlables. Pero no se pudieron combatir a tiempo por la falta de recursos, es algo que sucede hace al menos diez años en Parque Nacionales con los planes de manejo del fuego», dice Eliana.

Según Armengol, los planes de manejo del fuego «muchas veces se ven traducidos en vehículos 0 kilómetro con gente que los lleva y los trae pero sin recursos humanos ni capacitación para eso». Según explica, el Parque Nacional Nahuel Huapi cuenta solo con 20 brigadistas propios para sus 710.000 hectáreas de extensión. «Es algo inaudito que eso suceda».

Según los relatos de vecinos recién al tercer día de que empezaran los incendios pudo entrar una lancha para combatirlos al Lago Martin. Para entonces el fuego ya había avanzado y se habían desprendido varios focos. «Están trabajando los que han estado siempre durante estos años en terreno. Muchos son de distintas instituciones y pasaron a ser amigos con los años».

Sin embargo, para Eliana uno de los problemas es el manejo en una estructura piramidal: «dependen de Incendios, Comunicaciones y Emergencias (ICE) -que pertenece a Parques Nacionales- y del intendente del Parque.

Fuego sin control

Por las malas condiciones climáticas, sobre todo viento que se preveía que llevara el fuego hacia la ruta, en el último día del año se restringió el tránsito en la Ruta 40, entre Villa Mascardi El Bolsón. Solo se permitió el paso a vehículos pesados y de emergencia.

Según los habitantes de lugar, los aviones hidrante recorrieron la zona «recién el jueves 30. Tenemos un foco activo que tenía mucha actividad sobre la seccional de Guardaparques de Villegas, que tenía mucha actividad y donde la zona estaba muy amenazada», dice Armengol. «Toda la información que hay es la que consiguen los mismos vecinos que se suben a los miradores».

Además, asegura que quienes combaten el fuego «solo pueden comunicarse en nuestra área de servicios que pusimos como base de operaciones. Están en medio de la montaña solos, a la deriva. El Estado invierte en comunicación». Por eso, Eliana considera que «el plan de manejo del fuego es insuficiente».

La secretaria de Estado de Seguridad y Justicia de Río Negro, Betiana Minor, visitó a los pobladores y prestadores de servicios del valle del Río Manso. Horas antes se había reunido con el ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Juan Cabandié. «Ella puso todos los recursos a disposición. Este valle recibe entre 5 y 6 mil turistas diarios. Eso significa muchísimo para nosotros en pérdidas económicas«, explica Eliana. Desde el 24 de diciembre cerraron el acceso al público por seguridad.

En la zona hubo otros vecinos que colaboraron, como los del parador Ruta 83 pusieron la cocina a disposición y sumó voluntarios. Mientras tanto, en Cohuin-Co siguen recibiendo donaciones para las viandas.

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