El hecho tuvo lugar el 7 de septiembre de 1989, cuando unos alumnos del colegio Amadeo Jacques de La Banda en Santiago del Estero, salieron corrieron del baño por haber visto un fantasma que alarmó a toda la institución. El caso fue llevado a la justicia para ser investigado.
La historia de 1989 que conmovió a todo el país quedó en la memoria de muchos de los protagonistas que tuvieron que vivir esa escena. Precisamente el 7 de septiembre algunos alumnos del colegio Amadeo Jacques de La Banda, Santiago del Estero, hicieron una denuncia por una presunta figura fantástica, consigna CrónicaTV.
Todo empezó cuando uno de las estudiantes se estaba lavando las manos en el baño de mujeres que se encuentra al fondo de un pasillo del colegio. Inesperadamente, el alumno sintió que detrás suyo había alguien.
El niño tenía 11 años y llevaba el guardapolvo blanco del colegio. Estaba en uno de sus recreos cuando vio que algo extraño estaba cerca de el, pero no lograba distinguir con exactitud, esto le generó miedo y salió corriendo a los gritos por toda la escuela que alertó a sus compañeros que vieron lo mismo: la imagen del terror en sí.
Sin embargo, tres estudiantes de tercer grado estaban sin reaccionar en el baño de varones, hasta que dos de ellos se dieron cuenta de la situación y terminaron huyendo. El tercer estudiante empezó a desprenderse los botones del pantalón cuando la vio. Inmovilizado, dejó que ella se acercara. De todas maneras, no era una persona en específico o algo, no se lograba entender la aparición de esa figura.
Según el periodista Eduardo Espeche, el presunto fantasma tenía ropa vieja de color blanco, estaba manchada con barro o sangre, las mangas de la vestimenta alcanzaban a cubrir sus manos, su rostro no se podia ver ya que su pelo largo le tapaba.
Además, según los testimonios que juntó el comunicador, parecía que estaba flotando, como si estuviera hecha humo. Al parecer murmuraba algo que nadie lograba descifrar. Y un dato no menor, es que llevaba un objeto peligroso, no se precisó si era un cuchillo, un hacha o algo parecido que atravesaba su cabeza.
Algunos de los niños que la vieron tuvieron diferentes consecuencias con respecto a su estado emocional y de la salud. La primera niña que llegó a conocerla, sufrió un ataque de nervios y terminó arañándose el rostro ella misma. El segundo niño, el que se quedó paralizado al verla, dijo que atravesó al fantasma con su brazo y luego sintió sin movilidad esa parte del cuerpo.
En 2013, un investigador muy metido en el caso dijo que “uno de los niños, mientras los otros corrían, se atrevió a tocarla y sintió como si metiera la mano en telaraña o en un copo de azúcar, por la textura”.
Por su parte, los docentes no la vieron nunca. Por lo que intentaban guardar la calma de los niños. Pero, esa misma tarde uno de los chicos llegó tarde y vio al ser extraño en la zona de los baños. Comenzó a gritar desesperadamente hasta llegar al patio del colegio. Así, quedó demostrado que lo que ocurrió a la mañana, también involucró al turno de la tarde.
Al otro día, alrededor de cuarenta estudiantes dijeron que la supuesta mujer estaba acostada sobre unas tablas, entre los baños del pasillo oscuro del fondo, debajo de unas escaleras, entre las maderas que cubrían los caños rotos y el agua acumulada.
Según las fuentes, al menos quince de los chicos quedaron afectados ante la aparición de esta figura paranormal. “Es innegable que un niño por su enorme imaginación pueda crear una mentira, pero que cuarenta se pongan de acuerdo para sostenerla es imposible”, escribió el hombre que más investigó al fantasma del Jacques.
Una profesora de música de la escuela hizo declaraciones al respecto. «Yo no la vi, pero don (Germán) Roldán, el ordenanza que vivía en la escuela, sí. Él sí la vio y sus perros que andaban por la escuela ladraban mirando para esos pasillos. Se escuchaban gritos. Según don Roldán eran escalofriantes. Esto se hizo cada vez más fuerte hasta que los niños no querían ir a la escuela y menos a los baños”.
Así fue que muchos estudiantes dejaron de ir a la escuela por el terror que se vivía en la provincia. Muchos de los niños tuvieron secuelas que no los dejaban dormir de noche, tenían miedo a la oscuridad, no querían dormir solos, incluso algunos llegaron a hacer pis en la cama o comenzaron a tartamuderar.
Por esa razón, un gabinete psicológico se encargó de asistirlos y acompañarlos. El caso había ascendido a escala gubernamental porque ya era muy extraña toda la situación.