Es la única imagen de la llamada del presidente a Alberto Fernández, cuando ya era indescontable la diferencia de votos entre ambos adversarios políticos.
Mauricio Macri y Alberto Fernández no se respetan mutuamente. Y solo se vieron dos veces en su vida: durante los debates presidenciales, ocurridos en Santa Fe y la Ciudad de Buenos Aires, hace no más que catorce días. Macri pensó en la transición presidencial desde la derrota en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), pero en plena campaña electoral se resistía a hablar mucho sobre este asunto: le parecía una rendición anticipada.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, estaba a cargo de los contactos con el Frente de Todos. Frigerio tiene buena relación con Wado de Pedro y Sergio Massa, y a través de ellos pudo entender y asumir cómo pensaba Fernández la transición presidencial. El ministro del Interior ya es una pieza clave de la transición, que será ardua y trabajosa entre dos líderes políticos que se desconfían.
Macri estuvo solo en la quinta de Olivos cavilando sobre sus próximos pasos políticos. El presidente concluyó que debía hablar con su sucesor en Balcarce 50 cuanto antes para después enfrentar las cámaras de televisión y admitir su derrota en público. En medio de la crisis social y económica, una transición ordenada es una cuota importante del legado que podría exhibir Macri en sus cuatro años de mandato.
La transición tiene una hoja de ruta que empieza con el desayuno en Casa de Gobierno, continúa con la designación de los negociadores formales y termina con un acuerdo político que permita a Fernández ganar tiempo en medio de una crisis que no da respiro. Ese ganar tiempo implica que Macri puede firmar ciertos decretos y enviar determinados proyectos al Congreso para apuntalar el programa de gobierno del presidente electo.
En el VIP de Costa Salguero, cuando la suerte ya estaba echada, Macri anunció a su gabinete que hablaría con Fernández, subiría al escenario junto a Miguel Ángel Pichetto y evitaría conceder una conferencia de prensa a los periodistas que estaban apostados en el bunker de Juntos por el Cambio. El presidente quiere una transición ordenada y hablar con los periodistas podía enterrar el libreto que había pensado a solas en Olivos.
Terminó el cónclave con sus ministros y Macri acompañado por Peña se movió hasta un despacho que le pertenecía en Costa Salguero. Marcó el celular de Fernández y al otro lado apareció la voz ronca de su sucesor en la Casa Rosada. El presidente electo agradeció la llamada de Macri y aceptó su invitación a desayunar en Balcarce 50.
Fue en ese momento que Peña alzó su celular y sacó la foto de Macri dialogando con Fernández. Una imagen histórica. Anatomía de un instante.