Nuevas declaraciones en la causa por las fotocopias de los cuadernos del chofer: El ex juez Oyarbide declaró que nunca conoció a De Vido, pero, igual que los empresarios afines al macrismo, dijo que recibió aprietes bajo el kirchnerismo. También testificó Parrilli y negó que Baratta le hubiera entregado dinero. Por ahora no hay pruebas de lo que sostiene Centeno.
El ex juez Norberto Oyarbide y el ex secretario Legal y Técnico de la Presidencia Oscar Parrilli pasaron ayer por Comodoro Py, negaron las acusaciones y se fueron a sus casas. Toda la causa de las fotocopias de los cuadernos abre un enorme interrogante: ¿cómo se va a probar? Por ejemplo, en la imputación basada en lo que escribió el chofer-escribano se sostiene que Oyarbide se vio con Julio De Vido en el restaurante Sagardi el 26 de septiembre de 2013. Oyarbide, en cambio, sostuvo que no conoció ni vio nunca a De Vido. Respecto de Parrilli, la imputación es que recibió de Roberto Baratta una bolsita con dinero. Parrilli respondió que nunca recibió nada de Baratta. Parece claro que no habrá forma de probar lo que dice Oscar Centeno. El punto con el que juega la dupla de Carlos Stornelli-Claudio Bonadio es que los empresarios amigos al menos admitieron que entregaron unos miles de dólares –no millones– para campañas electorales. Nadie sabe si es cierto o si son declaraciones pactadas por los empresarios macristas que aceptaron tirarle un hueso al fiscal y al juez a cambio de irse a sus casas. Esto último, también arreglado de antemano. Las entrevistas concedidas por el primo presidencial Angelo Calcaterra a Clarín y La Nación exhiben niveles de contubernio asombrosos: no facturaron con sobreprecios, no cometieron ningún delito, fueron extorsionados para poner plata y pusieron muy poquita para campañas electorales. Todos arrepentimientos que no son arrepentimientos, después de conversar con el Presidente y acordar con la fiscalía y el juzgado durante el fin de semana. Con la misma lógica que los empresarios, Oyarbide también se puso en víctima: dijo que el operador Javier Fernández y el jefe de espías Antonio “Jaime” Stiuso lo apretaban para que resolviera –seguramente a favor– la causa por enriquecimiento de los Kirchner. Eso sí, nunca recibió un peso, dijo.
El desfile por Comodoro Py continuará hoy con el ex jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina y quien fuera mano derecha de De Vido, José Manuel Olazagasti. En el caso de Abal Medina se lo acusa de recibir 300 mil dólares que, según Centeno, le fueron entregados a Hugo Larraburu, un secretario. Después se menciona otra entrega, pero sin estipular monto. Respecto de Olazagasti, la imputación habla de que se le dieron, a través de un tal Hernán, un millón de dólares en 2015 para que se los llevara a De Vido.
Los juristas consultados por este diario coinciden en que no hay forma de probar realmente ninguno de los hechos, de la manera en que está planteada la investigación. El chofer dice una cosa y los indagados dicen lo contrario. Algunos de los habitués de Comodoro Py piensan que luego Bonadio recurrirá a que tiene la geolocalización de los celulares de los acusados y que utilizará eso para procesar, aunque existen dudas de que exista geolocalización posible de hechos ocurridos en 2008 o 2013. Aún así, no se probaría gran cosa. La presencia de unos y otros en los distintos lugares era habitual, parte de su trabajo.
En parte de las investigaciones de Brasil aparecían cuentas, sociedades, en Hong Kong o Suiza o Islas Caimán. A través de los cambistas arrepentidos se encontraron millones y millones de dólares. Hasta ahora, en el expediente de los cuadernos no apareció nada semejante. Tal vez se termine utilizando una acusación al estilo Lula: “No tengo pruebas, pero tengo la convicción de que el departamento es suyo”, dijo el juez Sergio Moro respecto del departamento en el que el ex presidente brasileño nunca pasó una noche ni jamás tuvo a su nombre.
Todo indica que en la causa de las fotocopias de los cuadernos usarán a los empresarios macristas como respaldo. No confiesan nada, dicen que no pagaron coimas ni facturaron con sobreprecios, pero –como sostuvo ayer Calcaterra– fueron extorsionados para entregar dinero para las campañas electorales. Calcaterra habla de 200 mil dólares en varios pagos y el chofer de 11.300.000 dólares, sesenta veces más. Los empresarios se presentaron como víctimas, pese a que nunca denunciaron nada, ni siquiera en los dos años y medio que el kirchnerismo lleva fuera del gobierno. Con muy poco se fueron a sus casas. Los grandes medios, que ignoraron el monumental fraude con los aportes de campaña de Cambiemos, se desbordan en títulos con los empresarios “arrepentidos” y sus supuestos aportes de campaña, pero para el kirchnerismo. Es casi seguro que, sobre esa base, juez y fiscal digan que algo de cierto había en los cuadernos y procesarán a todos con el grotesco delito de la asociación ilícita.
Durante la jornada de ayer, también Oyarbide se puso en víctima. Dijo que nunca recibió un peso, que lo que dicen los cuadernos es falso, pero que fue víctima de aprietes vía Javier Fernández y Jaime Stiuso, que lo “acogotaron”. Las operaciones del dúo Fernández-Stiuso eran un secreto a voces en Comodoro Py, aunque a veces jugaban a favor del kirchnerismo y otras veces en contra. En particular, Oyarbide mencionó las causas respecto de los Kirchner, claro que –seguramente dirá– no dictó fallos en función de los aprietes, sino que solo tuvo que apurarse.
Lo que sería deseable es que en el expediente aparezcan pruebas. Se habla de cifras inmensas de dinero, pero no para campañas electorales, sino para enriquecimiento personal. Así está formulado en la acusación. De manera que deberían aparecer propiedades, bienes, dinero oculto, cuentas en el exterior, algo que les dé solidez a las fotocopias de los escritos del chofer. También sería deseable que aparezcan los cuadernos para peritarlos.
La temperatura del expediente seguramente crecerá mañana cuando le toque declarar a Julio De Vido. Sus abogados, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, pidieron que declare por videoconferencia desde Marcos Paz, pero anoche el juez lo rechazó. No faltan quienes piensan que el ingrediente del show es esencial, por lo que también harían desfilar al ex ministro por los tribunales de Retiro.
Por supuesto, el punto culminante será el lunes, cuando le toque el turno a Cristina Kirchner. No es difícil pronosticar lo que va a ocurrir. La ex mandataria concurrirá con su abogado, Carlos Beraldi, entregará un escrito respondiendo a la acusación, que es la cuarta vez que consiste en imputarle ser jefa de una supuesta asociación ilícita que no es otra cosa que el gobierno que encabezó. El texto contestará a lo que figura en el cuaderno. Seguramente, al inicio, CFK no saludará al juez porque, como ya ha dicho en una oportunidad anterior, “no lo saludo ni por escrito”.