La estafa macrista del ‘boom’ de Vaca Muerta

El Plan Gas del gobierno intenta reparar los resultados de una política nefasta. Megatarifazos, perjuicios a pymes, usuarios y productores de tres cuencas, fue el resultado de la política de subsidios de Macri y Aranguren….

domingo 18/10/2020 - 10:19
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El Plan Gas del gobierno intenta reparar los resultados de una política nefasta. Megatarifazos, perjuicios a pymes, usuarios y productores de tres cuencas, fue el resultado de la política de subsidios de Macri y Aranguren. La otra cara de Vaca Muerta.

Durante la administración de Mauricio Macri, la producción nacional de petróleo empezó a transitar un sendero de caída constante en el cual, pese a los altibajos, nunca llegó a recuperar los volúmenes extraídos en 2015, señala un informe de Oetec, instituo especializado en el tema. La producción de gas observó una importante recuperación en 2018 y 2019, pero no por efecto de la política gasífera de Cambiemos sino como resultado exclusivamente de un extraordinario subsidio en favor principalmente de una firma petrolera, Tecpetrol (grupo Techint), a la que se le pagó por el gas excedente que extrajeran más del dóble del precio internacional (u$s 7,50 el primer año, u$s 7 en el segundo y se preveía 6,50 en el tercero). El precio era tan alto que el aumento en la tarifa de gas de más de 3000% entre 2016 y 2019, habría sido de más de 5000% para absorberlo. 

En perspectiva electoral, en 2019 Cambiemos decidió no aplicar el aumento, pretendió nacionalizar la deuda con las petroleras subsidiadas por más de 500 millones de dólares pero el precio dejó de pagarse. La consecuencia: la producción de esos yacimientos de Vaca Muerta cayó desde entonces en picada, demostrando que sólo habían subido producto de una ficción. Si a ello se le agrega lo que significó la fuerte exclusión que provocó el megatarifazo, medido por las decenas de miles de familias que se desconectaron por no poder seguir pagando el suministro, empresas que cerraron o se fundieron por el costo de la energía para producir, más la caída vertical en obras públicas para el sector (dejó de hacerse obras de extensión de gasoductos, por caso), se tendrá un panorama del cuadro que dejó el macrismo en el sector de hidrocarburos, que el gobierno empezó a reordenar esta semana con el lanzamiento del Plan Gas.

Mauricio Macri, recordemos, puso de ministro de Energía al presidente de Shell, Juan José Aranguren, o más precisamente a quien lo había sido hasta mediados de 2015. Aranguren armó un esquema de negocios (más que una política energética) en beneficio de algunos, no de todos los petroleros. Un ejemplo de ello es la política de importación de gas. A partir de la renacionalización de YPF (2012), el kirchnerismo había puesto en marcha una agresiva política de sustitución de importaciones, que venían creciendo a ritmo sostenido porque la producción local declinaba al tiempo que había un aumento constante del consumo interno. Desde 2013 empezó a crecer la producción de gas, y a partir de 2014 dejó de crecer la importación. En 2015 se produjo la primera baja importante de las necesidades de gas importado, del 10 por ciento.

Un análisis de la especialista Belén Ennis, de Oetec, muestra que el incremento de la producción de gas alcanzó al 3,4% en 2015, que se prolongó al 2016 con un 4,9%. Particularmente el yacimiento Vega Pléyade, en Tierra del Fuego, que YPF inició en 2013 y empezó a producir en febrero de 2016, explica casi en su totalidad el aumento de producción de 2016. Macri repite «recibimos un país sin gas», lo que choca de frente con la realidad de las cifras estadísticas.  

En 2016, como en el año anterior, las importaciones de gas se redujeron, pero a una tasa muy inferior a la del año previo (3,5%) pese a que la producción interna había crecido fuerte. Al año siguiente, 2017, sin justificación las importaciones vuelven a aumentar y en un 7%, con lo cual incluso fueron mayores a las de 2015. 

Se recuerda, de aquel momento, las denuncias sobre la responsabiilidad que le cabría a Aranguren en importaciones de gas licuado que ingresaban por Chile y que eran provistas por una subsidiaria de Shell, justamente cuando estaba bajo cuestionamiento la necesidad de ese suministro. Por otra parte, ya para entonces se había desacelerado el consumo interno, que en ese año había crecido tan sólo 2,6%. 

Destaca el ensayo de Ennis que en 2018 se registra un salto en la producción de gas, pero explicado por el aporte adicional a la oferta de un solo yacimiento, Fortín de Piedras, de Tecpetrol, en la formación Vaca Muerta. «Sin esta concesión subsidiada en el marco de la Resolución 46 (ingresó a ella en 2017), la producción nacional hubiera pasado de un crecimiento del 5,3% en 2018 a una caída del 0,3%. Por lo tanto, la mayor producción gasífera de Macri se sostuvo en 2018 gracias a los tan vilipendiados subsidios. Esos mismos subsidios que fueron la razón de ser del incremento brutal de los precios del gas en boca de pozo y su traslado a la tarifa (léase, tarifazo)», explica Ennis en su artículo para Oetec de agosto de este año. En 2019, agrega, la dependencia del gas subsidiado se agudizó todavía más.

Fue muy cuestionada en su momento esta política de Aranguren de subsidiar la producción extra de estos yacimientos de shale gas, mientras desalentaba la producción en otras cuencas. No sólo provocó, con el subsidio al precio del gas en boca de pozo, un brutal tarifazo que ni el propio macrismo pudo soportar en 2019, sino también la expulsión de buena parte de la producción en áreas convencionales. 

Las cifras de producción por cuenca del año 2019, comparadas con las de 2015, muestran que mientras en la Neuquina y Austral (cuenca marina, explotada por Total) crecían cerca del 25%, la del Noroeste declinaba un 35%, Golfo San Jorge 18% y hasta la Cuyana un 7,4%. «No fue un boom de inversiones, fueron los subsidios de la política de Cambiemos lo que provocó ese mayor aporte de gas, hegemonizado por la cuenca neuquina y Vaca Muerta, pero específicamente por Fortín de Piedra», el yacimiento explotado por el Grupo Techint, concluye el mismo estudio. 

Se entiende, entonces, que el plan gasífero que promueve sustituir importaciones con producción nacional, federalizar la producción impulsándola en todas las cuencas, incluso con perspectivas de industrialización regional del gas, despierte expectativas en el sector petrolero. No así entre quienes pretendieron sacar provecho del plan de negocios de Macri y Aranguren. Entre esos tipos y el país, hay varias cuentas pendientes.

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