Argentina registrará en 2019 la octava recesión más profunda del mundo. La contracción estimada por el Fondo Monetario Internacional sólo será superada por las caídas en Venezuela, Irán, Zimbabwe, Nicaragua, Guinea Ecuatorial, Turquía y Sudán. Entre los 195 países relevados por el organismo multilateral apenas una docena mostrará resultados negativos. Ese selecto listado lo completan Puerto Rico, Nauru, Ecuador y Barbados. Las proyecciones del FMI oscilan entre un desplome del 25 por ciento en el caso venezolano y una leve baja de 0,1 por ciento en la economía barbadense.
Las optimistas estimaciones elaboradas por el Staff del Fondo sobre Argentina arrojan una caída del 1,2 por ciento. El guarismo difundido en abril representa una importante mejora de 0,5 puntos en relación al escenario previsto por los técnicos del organismo a finales del año pasado. Los pronósticos convierten al país en el segundo de peor desempeño en el G-20 detrás de los registros turcos –según publica Página 12-.
La mandamás del FMI, Christine Lagarde, reconoció ayer que subestimaron la crisis que llevó al gobierno de Mauricio Macri a solicitar un programa de asistencia financiera. «Es una situación económica increíblemente complicada que creo que muchos jugadores, incluidos nosotros mismos, subestimamos un poco cuando empezamos a tratar de armar con las autoridades argentinas un programa para abordar lo que había sido crítico con la economía, que era la posición fiscal, la posición de cuenta corriente», reconoció la directora gerente del Fondo durante un evento organizado por el American Enterprise Institute.
«Espero que el programa argentino termine siendo exitoso. Hay desarrollos políticos sobre los que no tenemos control y que serán decisión de la gente», expresó Lagarde para referirse a las elecciones presidenciales. Durante su intervención, la abogada francesa sorprendió al adoptar la muletilla cambiemita y se refirió a la «pesada herencia» («hard legacy») como uno de los principales problemas que llevaron a la crisis.
La ansiedad del organismo para marcar el final de la crisis aumenta a medida que avanzan los desembolsos del préstamo condicionado por más de 56 mil millones de dólares. Las estadísticas oficiales sobre industria, construcción, salarios y empleo no acompañan sus proyecciones y evidencian que las preocupaciones del FMI exceden al derrotero económico. Los pronósticos se alimentan de cifras suministradas por cada uno de los países pero son elaborados por el organismo. En el caso argentino, el Fondo pifió de manera sistemática tanto durante la convertibilidad como en los gobiernos kirchneristas, primero por optimista y después por pesimista.
En línea con el diagnóstico ofrecido por el Palacio de Hacienda y el Banco Central sobre el final de la crisis, Lagarde consideró que «el componente más sorprendente, pero que está mejorando ahora en los números más recientes que recibimos, es la inflación, que en lugar de estabilizarse y disminuir gradualmente como habíamos anticipado, está mostrándose mucho más resistente de lo que pensábamos. Ahora está empezando a declinar, pero está demorando más de lo que anticipamos».
En términos del PIB el único país que, según el FMI, cerrará 2019 con caídas por encima del 10 por ciento será Venezuela, que mostrará una contracción del 25 por ciento. Un segundo bloque lo componen Irán, Zimbabwe, Nicaragua y Guinea Ecuatorial con caídas del producto entre 4 y 6 por ciento. El tercer grupo lo componen Turquía, Sudán, Argentina y Nauru con recesiones que rondan entre 1,1 y 2,5 por ciento. En el último lugar se ubican dos deudores del FMI: Ecuador y Barbados.