Argentina extrajo el año pasado apenas el 56% de lo que conseguía en 1998, el año récord.
Argentina produce menos petróleo y gas que hace 10 años, pero paga más subsidios energéticos que hace una década. Ese es el panorama de la industria petrolera local, según un estudio del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, consigna Clarín.
En la última década, el país realizó importaciones de energía por casi US$ 130.000 millones. Es casi el equivalente a tres préstamos del Fondo Monetario Internacional (de US$ 44.000 millones). Solo en 2014 hubo importaciones por US$ 14.000 millones.
“Las transferencias corrientes nominales medidas en dólares corrientes aumentaron 27% en el acumulado a diciembre de 2020 respecto del año anterior. Esto implicó mayores subsidios por un monto de US$ 1.268 millones explicado por los subsidios a Cammesa, que aumentaron 58% anual en dólares y ocuparon el 75% del total de las transferencias corrientes”, explica el Instituto Mosconi. Cammesa es la empresa mixta que administra el sistema eléctrico nacional.
“La producción total de petróleo en 2020 fue 27.956 Mm3, esto es 5,3% menor a la registrada el año anterior. La producción se encuentra en niveles muy bajos, siendo 18,3% inferior a la del año 2010 y con niveles de producción similares a los del año 1979, 1984 y 1990”, marca el estudio.
Aún con la incursión en petróleo no convencional, que inyectó nueva vida al sector, la producción de crudo cayó un promedio de 2% anual. En la última década la producción anual de petróleo disminuyó, respecto del año anterior, en 7 de los 10 años del periodo.
“En la última década hubo sólo dos años de crecimiento de la producción, los años 2018 y 2019, que coinciden con el abandono total de la política de ‘barril criollo’ entendido como precio sostén o precio tope dado el caso”, afirma el Instituto Mosconi.
El país alcanzó un máximo en su producción en 1998. Curiosamente, coincidió con un año de muy baja cotización del petróleo. La producción actual es apenas el 56% de la que se consiguió ese año.
El barril “criollo” es un precio sostén, especial, para mantener la producción y que las empresas puedan cobrar más allá de los vaivenes internacionales. Despega las cotizaciones locales de las internacionales. La administración de Mauricio Macri lo discontinuó -provocando mejoras en la producción-, mientras que la actual lo restituyó, aunque ahora no se está cumpliendo.
Ninguna de estas medidas parece haber frenado la decadencia. La producción de petróleo cayó hasta mediados de 2018. “A partir de entonces se observa una moderada recuperación que ha sido interrumpida en el año 2020 debido a los efectos de la pandemia del Covid 19 en toda la industria a nivel local y global”, observa el instituto Mosconi.
La producción de gas natural de 2020 cayó 8,6% respecto a 2019. Esto representa la tasa de disminución más elevada de la década. A su vez, la producción es 4,3% inferior a la del año 2010 y se redujo 0,4% promedio anual. Tampoco en este mercado ni el “shale gas” o “tight gas” no convencionales salvaron el declive.
En casi todos los años de la administración de Cristina Fernández de Kirchner declinó la producción de gas, menos en 2015. Entre 2010 y 2014, disminuyó a una tasa promedio anual de 3,1%. Desde 2015 hasta 2019, la producción aumento un 3,6%. Todos los años de la gestión Macri fueron de mayor cantidad de gas, salvo 2017.
El crecimiento a través de gas no convencional es criticado por Jorge Lapeña, a cargo del Instituto Mosconi. “No es viable sin fuertes subsidios estatales; es falso que pueda ser exportado al mundo. No es posible porque no compite por sus altos costos y además tampoco existe la infraestructura de transporte, licuefacción y puertos para su exportación. El gas no convencional no ha logrado todavía, a pesar de los fuertes subsidios, compensar la caída del gas convencional”, expresa.
Lo que sí creció es la dependencia de Bolivia. Con respecto a 2010, las importaciones del país del norte escalaron un 138%. En 2020, se requirió un 6,4% de gas de ese origen.
Los estímulos al gas local (plan Gas y otros) consumieron US$ 9.146 millones desde 2013, momento en el que entraron en vigencia.
Con tanta dependencia de las importaciones, la balanza comercial energética local muestra rojo casi de punta a punta. Solo se salvaron los años 2010 (superávit de US$ 2.041 millones) y 2020 (US$ 928 millones).
Entre 2011 y 2015, en las gestiones de Cristina Kirchner se importó por US$ 22.595 millones más de lo que se exportó. Entre 2016 y 2019 (la gestión de Macri) el saldo negativo fue de US$ 8.501 millones. El 2019, atravesado por recesión e inflación, estuvo casi neutro (rojo de US$ 24 millones).