Las principales miradas hoy están puestas en cómo se mueve día a día la curva de contagiados de Coronavirus en la Argentina. Sin embargo, hay otra curva que en algunos despachos se viene mirando con preocupación: la del impacto económico y social que la cuarentena está generando. El COVID-19 no solo ya está presente y crece en los Barrios vulnerables, sino que también viene creciendo a un ritmo acelerado la demanda de alimentos.
Los funcionarios y las estadísticas dan cuenta de esta situación, con casos donde se duplicó o hasta se triplicó la asistencia a los comedores comunitarios. Y las proyecciones son aún más desalentadoras. “La perspectiva es que empeore, dependerá de cuánto dure la cuarentena y cuáles son las actividades que podemos ir flexibilizando”, explican desde el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires. Es que no es lo mismo, por ejemplo, si pueden volver a trabajar obreros de la construcción que abogados o contadores –según publica Perfil-.
En el Gobierno porteño ya hacen proyecciones, aunque prefieren reservarse los peores pronósticos. Estiman que en breve el 100% de la población de las villas va a estar recibiendo un refuerzo alimentario. La red de contención, en ese punto, la ven preparada. El problema va a ser si los Barrios de clase media baja empiezan a buscar un auxilio. “Ya estamos viendo una demanda creciente en los complejos habitacionales”, describen en la cartera que conduce María Migliore.
Los números, cuando pasó poco más de un mes desde que empezó el aislamiento y la economía se clavó como con freno de mano, son elocuentes. En la Ciudad, hasta antes de la pandemia 90.000 personas se acercaban a los comedores en busca de ayuda. Hoy ya son 105 mil y estiman que en dos semanas serán 120 mil. En los Centros de Primera Infancia comían desayuno, almuerzo y merienda unos 11.400 chicos todos los días.
Ahora reparten bolsones para toda la familia con lo que estiman que permiten a alimentar a más de 34 mil personas. A todo eso hay que sumar 75.000 bolsones que se reparte en Barrios y complejos. Antes de la pandemia no entregaban ninguno. En total, antes de la cuarentena el Gobierno porteño daba ayuda alimentaria a 200 mil vecinos y ahora esa cifra ya llega a 258.174. La curva, saben, todavía está lejos de encontrar su pico. “Lo que se viene es duro”, reconoce otro importante funcionario de la Ciudad. Y agrega: “Desde lo sanitario y desde lo económico”.
En la Provincia de Buenos Aires, fuentes del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad (que hasta este jueves conducía Fernanda Raverta, que se fue al Anses y será reemplazada por Andrés Larroque), relatan que se les “triplicó” la demanda de alimentos en zonas vulnerables. El dato es que la ayuda que se daba a los chicos en las escuelas en muchos casos ahora terminan siendo bolsones para las familias enteras. En abril, por ejemplo, casi se triplicó la inversión en el programa Servicio Alimentario Escolar (SAE), que alcanzó los 2.600 millones de pesos en compra de alimentos. Son 1,7 millones de chicos que reciben, dos veces al mes, un bolsón con mercadería en su domicilio.
A nivel nacional, el ministro Daniel Arroyo también da cuenta de la curva ascendente. Ya a principios de abril, en una videoconferencia con diputados, señalaba que la cantidad de personas que demandaban alimentos en todo el país había aumentado en apenas 15 días de 8 a 11 millones. Esa cifra, estiman, ya queda corta. La ejecución del programa de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social también lo muestra. En Marzo se había duplicado la inversión (pasó de 5.700 millones en Febrero a 12.000 millones) y hasta el 28 de Abril ya era de 13.260 millones, un 10% más todavía. En los primeros cuatro meses del año, esa cartera ejecutó el 45% de su presupuesto.
En todo el arco político y económico reconocen que el índice de pobreza está subiendo. Agustín Salvia, del Observatorio de la UCA, estimó que el barómetro que ellos utilizan (que da siempre varios puntos por encima del Indec) habría aumentado entre 5 y 6 puntos, para posicionarse en un 45%. Martín Rozada, director de la maestría de Econometría de la Di Tella, realizó tres proyecciones sobre la evolución de la pobreza hacia mitad de año (pesimista, moderada y optimista). En el mejor de los escenarios, pronostica un 40,1% (4,6 puntos más que a fin de año). En el peor, llegaría al 54,2%.
Este panorama aparece en escena justo cuando sale a la luz que los casos de contagios de COVID-19 ya están creciendo en las villas de la Ciudad y el Conurbano. Este jueves, el Gobierno porteño informó que hay 124 contagiados en los Barrios vulnerables, siendo la Villa 31, con 57 casos, y el Barrio Padre Ricciardelli (1-11-14), con 48, los más complicados.
También hay tres casos en Ciudad Oculta, dos en la 20, dos en el Barrio Fátima, uno en la 21-24 y otro en el Barrio Mitre. “Se empezó a mover, hoy está controlado, bien identificados los casos, pero esto es día a día”, cuentan en Desarrollo Humano, que tiene la sede del ministerio en Ciudad Oculta. Allí, por ejemplo, lograron dar con el primer caso: un repositor de supermercado. “Se pudo contagiar trabajando o en el transporte público, es imposible saberlo”, reconocen.
En el Ministerio de Salud de Provincia ya ven que la curva se empezó a acelerar. El miércoles tuvieron el récord de casos confirmados en un día (103). “Es previsible, por la apertura y porque ya circula con más fuerza por los Barrios populares, algo que va a acelerar los contagios”, explican. Y añaden: “Son los lugares que van a complicarse en breve. En los distritos más ricos, del norte del conurbano, que tenían muchos casos, ya tienen menos. Igual la mayor circulación va a hacer subir todo”.
En cualquier escenario, una vez que la curva de contagios llegue a su pico y empiece a bajar autoridades y especialistas estiman que la curva social seguirá subiendo. De la profundidad que tenga la crisis económica dependerá cuándo tocará su pico.