Tras la reunión de legisladores y autoridades de la UCR Nacional, no faltaron las voces en contra de quienes “buscarían presentar un candidato en las PASO de 2019, para competirle a Cambiemos”.
Este sábado se juntó la conducción radical para taparse con una sábana y tratar de asustar a Mauricio Macri en el mayor proceso de transformación positiva desde 1987 a la fecha. Una maraña de personajes variopinto, desconocidos para el gran público, quieren presentarle un candidato a la Presidencia en las PASO del año próximo. Y están en su derecho. Un derecho opinable.
El tema es que se chocan con un problema. Los que estuvieron en un hotel porteño, entre ellos el “chubutense” Gustavo Menna y el “empresario” César Herrera, carecen de candidato propio. Agitan el nombre del Martín Lousteau, el joven saltimbanqui con tanto rulos como ambiciones, recientemente afiliado a la UCR.
El padre de “la 125” consiguió que un puñado de políticos de segundo orden les entregue las llaves y más de 125 años de historia. Es cierto que se trata de una persona inteligente a quien da gusto escuchar, a quien no le tembló el pulso en abandonar la Embajada de EEUU para disputar la intendencia porteña. Claramente sus ambiciones son sólo personales.
Entre foto y foto, nuestros dirigentes no abordaron la necesaria reflexión sobre la UCR como un partido sin figuras, sin producción intelectual, con un promedio de edad en sus afiliados que supera los 50 años, sin un discurso coherente, que corre tras la próxima elección sin una planificación seria. Mucho menos avanzaron en la esperada autocrítica del penoso proceso de la #Alianza, del vergonzoso gobierno de Fernando de la Rúa, y patético golpe de estado acompañado por correligionarios que aseguraron que Duhalde sería “el garante de la República”. Sin olvidar por supuesto el acompañamiento de Cobos a CFK, mientras Lilita denunciaba en solitario el mayor saqueo desde los últimos siglos.
Como radicales tenemos que decidir si continuaremos siendo una agencia de empleo para un puñado de #flaneros, si seguimos siendo oportunidades de negocios para algunos “cazadores de zoológicos”, o si cambiamos para volver a convertirnos en una organización política con capacidad transformadora de cara a un siglo con desafíos que nadie parece haber tomado en cuenta.