La urbe epicentro de la pandemia levantó las restricciones y permitió la entrada y salida de personas. Muchas de ellas habían quedado literalmente atrapadas cuando se ordenó el cierre, el 23 de enero pasado.
Tuvieron que pasar 76 días para que Wuhan, la ciudad epicentro del coronavirus en China, levante las restricciones y permita la entrada y salida de personas. A las cero horas del miércoles ya se habían formado largas filas de autos en los peajes esperando el momento de abandonar la ciudad. En las terminales de trenes, micros y el aeropuerto la gente mostró una euforia contenida. Muchos de ellos habían quedado literalmente atrapados en la ciudad cuando se ordenó el cierre de la misma el 23 de enero pasado. Eso sí, para salir todos deben cumplir los férreos controles que aún mantiene el gobierno chino, agrega Página/12.
En una estación de tren, un robot circulaba en medio de la muchedumbre de pasajeros. El aparato tiraba un líquido desinfectante a los pies de la gente, mientras emitía un mensaje grabado en el que les recordaba la obligatoriedad del uso de barbijos. Los pasajeros deben someterse a controles de temperatura y mostrar en su smartphone un código QR con un color. Existen tres categorías: verde, amarilla y roja; el código verde supuestamente garantiza que la persona no está infectada y que no ha estado en contacto cercano con casos confirmados o sospechosos de estar contagiados. Hao Mei, oriunda de Enshi, una ciudad a 450 km al oeste de Wuhan, explicó que tuvo que dejar solos a sus dos hijos durante más de dos meses. La mujer quedó atrapada a fines de enero en Wuhan, donde trabaja en un comedor escolar. «Me levanté a las cuatro. ¡Me siento tan bien!”, exclamó la mujer de 39 años antes de subirse a un tren. «Al principio lloraba cada noche. Me sentía mal, porque mi hija es aún muy joven. Tiene apenas diez años», dijo. Las autoridades informaron que unas 55.000 personas abandonaron este miércoles la ciudad en tren.
El transporte aéreo, aunque lejos de la actividad normal, también se retomó y el aeropuerto de la ciudad registraba bastante ajetreo. Muchos de los viajeros visten mamelucos blancos de protección, incluso los chicos. Además, los aviones sólo se llenarán hasta la mitad, como medida de prevención de posibles contagios, incluso después de superar los innumerables controles sanitarios y de seguridad. Allí, un hombre que se identifica como Zhang esperaba un vuelo para volver a su ciudad natal, Qingdao, en el este del país. «Tengo ganas de volver. La epidemia me sorprendió estando en Wuhan. No pude regresar desde entonces», explica el ciudadano chino. A su lado, una mujer enfundada de pies a la cabeza en un traje blanco de protección manifestó su alivio al ver el movimiento de la terminal. «Primero voy a Tianjin (en el noreste). No estaba muy confiada en poder hacer el viaje, pero por el momento todo va bien», contó la mujer, que esperaba llegar pronto a Beijing, la ciudad en la que trabaja. Sin embargo, los vuelos no podrán realizarse directos a la capital de China, según explicaron a los medios los empleados del aeropuerto.
«Wuhan, hace tiempo que no te vemos»
Wuhan es por lejos el lugar más golpeado en China por la epidemia. Cerca de 2.500 personas murieron allí, del total de más de 3.330 muertos registrados oficialmente en todo el país. Las medidas restrictivas en esta ciudad se ampliaron a toda la provincia de Hubei. De esa forma millones de personas quedaron confinandas en su casa, y la provincia asilada del resto del mundo. En Hubei estuvieron encerrados hasta hace unas dos semanas cuando las restricciones empezaron a suavizarse, lo que permitió la reanudación de los viajes a otras partes de China. No obstante, las autoridades esperaron hasta este miércoles para permitir la salida a los viajeros atrapados en Wuhan.
Los medios de comunicación chinos celebraron que se permita la salida de la ciudad con titulares que decían: «Wuhan, hace tiempo que no te vemos». Yao, un hombre que esperaba el tren para volver a su trabajo en un restaurante de Shangai, manifestó su alivio. «Perdimos mucho en esta epidemia y la gente pagó un precio muy alto», dijo el joven de 21 años. En el andén, algunos agentes recordaban a los viajeros las medidas de higiene y la necesidad de mantener un metro de distancia. Por los parlantes se emitieron mensajes en los que se calificaba a Wuhan de «ciudad de héroes». Pero, pese al levantamiento del bloqueo, el retorno a la normalidad no será inmediato. Se mantendrán diversas restricciones para evitar una segunda oleada epidémica. Las escuelas siguen cerradas. El gobierno pide a los habitantes que no dejen la ciudad, y ni siquiera sus domicilios. Además, ante los temores que generan los habitantes de Wuhan en otros lugares del país, quienes salgan deberán someterse en varios casos a una cuarentena de 14 días en su ciudad de destino.
Esta ciudad de 11 millones de habitantes registró desde finales de diciembre más de 50.000 casos confirmados de COVID-19. Todavía quedan allí 445 personas contagiadas por coronavirus de los 1.190 positivos que hay en todo el país. En estado grave hay unas 155 personas. El miércoles se volvió a registrar una muerte por COVID-19, después del hito de los cero fallecimientos que la Comisión Nacional de Sanidad informó el día anterior. También se hubo una nueva muerte en Shangai. Por lo que las autoridades mantienen un duro control de su población para evitar un nuevo brote. El mismo podría provenir de dos focos: extranjeros y casos asintomáticos.