Oscar Bóscaro es alfarero desde poco antes de jubilarse allá por el año 2007 como profesor de taller en la ex ENET N°1 de Comodoro Rivadavia, cuando empezó a pensar cómo sería su vida al retirarse de la actividad docente.
“Estaba trabajando en la escuela donde llevaba 30 años y me faltaban dos años para jubilarme. En ese tiempo empecé a pensar qué iba a hacer de mi vida después de la jubilación si me iba a quedar haciendo nada o podría producir, crear y hacer cosas. Fue ahí que empecé a ir al Taller de Arte de Rada Tilly a hacer alfarería, porque me atraía mucho”, comenzó describiendo.
Y contó que estuvo dos o tres años allí “con gente magnífica e instalaciones excelentes, en un taller donde no solo daban alfarería, sino también cerámica, vitrofusión, pintura y otros oficios, brindándole a la comunidad muchas posibilidades de crecer y hacer cosas nuevas”.
“Empecé junto con Alejandra Pattini, que fue la primera que me hizo dar los pasos iniciales con el torno. Luego de tres años de incursionar por cerámica y de jubilarme me di cuenta de que me había enamorado de este oficio arcano tan básico que nació creo que con el hombre cuando quería beber y hacía un cuenco con sus manos y se acercaba a un río o a un lago y bebía, que se los llevaba a la boca. Así nació el cuenco, que es la forma básica para comer, para beber”, relató.
Bóscaro sostuvo que “fue así que comencé a buscar la arcilla y un poco me identifiqué. Y lo decía (Jorge, especialista en cerámica indígena) Fernández Chiti: ‘el que busca hacer su propia arcilla, es aquel que está en una permanente búsqueda de algo’ y comencé a trabajar con arcilla, a comprarla; compré tornos que tengo cuatro en este momento y con un ex alumno -Mario Costes- comencé a soñar en una tamizadora para arcilla, que él me la construyó al igual que una mezcladora y otras máquinas”.
“Así fui haciéndome de una serie de maquinarias que me facilitaran el trabajo y comencé a buscar arcilla de distintos lugares de Comodoro, de Sarmiento, del sur como ser Puerto San Julián por ejemplo. Fui varias veces hasta la Cueva de las Manos Pintadas y cerca de allí hay algunos lugares para obtener arcilla muy buena. Fue así que llegué a construir mi propia pasta que es una arcilla roja con la que hago mis trabajos, ya la conozco, me identifiqué con ella. Es una mezcla de tres o cuatro arcillas, que me siento feliz trabajándolas”, continuó.
Dedicación producto por producto
“Yo me jubilé en 2007. Con esto empecé en 2004 o 2005, ya van a hacer casi 20 años. Construí mi propio horno artesanal en mi casa y luego de eso comencé con la producción de cacharros que vendía en las ferias. Luego comencé a crear urnas funerarias de cerámica para crematorios que entrego a distintos crematorios y luego me fui dedicando más que nada piezas grandes: ollas, cazuelas, botijos para servir líquidos y fui cambiando, buscando”, señala el alfarero comodorense.
Bóscaro remarcó que “lo que tiene la alfarería, es la creación permanente, y cuando quiero sacar varias piezas a la vez no utilizo ningún molde, no utilizo nada para que las piezas salgan todas iguales. Para nada, todas las piezas que hago ninguna es igual a la otra, todas tienen o peso distinto o forma distinta. Inclusive las urnas para crematorio”.
Vecino del barrio Roca desde hace muchos años, Oscar compara eso con la exclusividad del ser humano: “somos todos distintos y a su vez es una característica mía, porque en un tiempo hace muchos años me dijeron que las urnas las hiciera con moldes para que me salieran rápidamente, pero me resisto a ello, por eso todas las piezas que salen de mi taller son realizadas una por una con el torno y a mano, en forma artesanal. Bien artesanal”.
“Este es un oficio que apasiona a todos aquellos que están pasando por un momento, ya sea por un duelo o un momento de depresión, porque es algo tranquilo que debe hacerse con tranquilidad, ya que lleva su tiempo de preparar la masa y de amasar, que lo estamos trabajando con millones de años en nuestras manos, con algo tan natural como lo es la arcilla”, dice con emoción.
“Luego tenemos que dejarla secar, introducirla en el horno y ahí entran los cuatro elementos de la naturaleza a formar parte de una transformación donde el barro deja de ser barro y se transforma en cerámica, un material nuevo que es el que se crea a partir de la alta temperatura del fuego donde estuvo presente el oxígeno, la tierra misma y el agua. Estuvieron presentes todos en ese material nuevo que a su vez es tan viejo como el hombre”, explicó.
En ese marco, argumentó que “la cerámica es, y siempre lo digo, el testigo mudo del paso del hombre por esta tierra. Se encuentran excavaciones arqueológicas en el fondo del mar, trozos de cerámica, donde transportaban comestibles líquidos donde comían las personas, la gente. El plástico no existía, los metales luego comenzaron a aparecer como utilitarios pero la cerámica fue la base, estuvo siempre con el hombre”. “Eso es lo que me apasiona y el motivo que tengo para continuar con este oficio tan arcano. La alfarería es un cable a tierra muy fuerte de contacto entre la naturaleza y el ser humano”, cerró el emprendedor ‘Alfarero Oscar’.