El conjunto de alimentos esenciales tuvo un incremento similar a la inflación general. La canasta alimentaria tuvo una suba de 3,6 por ciento.
La canasta básica total (CBT, o canasta de pobreza) aumentó en junio un 3,2%, según informó el Indec. De esa manera, quedó empatada con la variación que tuvo ese mes la inflación. Con ese número, una familia compuesta por cuatro personas –dos de ellas, niños de 8 y 6 años– precisó el mes pasado tener un ingreso de $66.488 para no ser considerada pobre.
Por su parte, la canasta básica alimentaria (CBA) registró ese mes un incremento de 3,6 por ciento. Este indicador está influido principalmente por la suba de los alimentos, que en los últimos meses registró una aceleración. De esa manera, una familia de cuatro miembros necesitó $28.414 para no ser indigente.
En en el último año, la canasta básica tuvo una suba de 51,8%, por lo que estuvo por encima de la variación del IPC, que en los últimos doce meses alcanzó el 50,2 por ciento. Con una diferencia aún mayor, la canasta alimentaria fue en junio 57,6% más cara que en ese mes del año pasado, lo que muestra el peso de los alimentos en la inflación de los últimos meses.
Los dos indicadores son decisivos para medir el impacto de la crisis económica en los indicadores sociales. Eso sucede porque la canasta básica –que además de alimentos incluye otros ítems del gasto como indumentaria, salud, transporte o educación– determina la denominada “línea de pobreza”. Es decir, los hogares con ingresos menores a la CBT son los que pasan a ser considerados pobres.
De la misma manera, la canasta alimentaria –que tiene un alcance limitado a bienes de primera necesidad– es la que configura la “línea de la indigencia”: aquellas familias que no lleguen a cubrir los ingresos necesarios para adquirir la CBA son indigentes.