Entre estremecedoras excavaciones, delaciones rutinarias y préstamos relativamente irresponsables, la Argentina ofrece el espectáculo de su degradación lenta. El Tercer Gobierno Radical suele esmerarse para tergiversar el fracaso. Recurre a pretextos fácilmente atractivos pero inútiles. Explora, empeñosamente, el fracaso de quien lo precedió.
A tres años de su final, la Revolución Imaginaria del kirchnerismo resulta aún redituable. Pero derivó en la patología del despojo. La fuente de las excavaciones, en búsqueda del tesoro. El sepultado Fort Knox, cliquear.
El lamento estructural se lanza en tono de piadosa auto-crítica. Agota. “Desde el primer día debimos comunicar a la sociedad acerca del estado del país que nos dejaron. Subestimamos la herencia recibida. Fue un error”.
El cuento es ideal para ensayar en las tertulias televisadas. Aunque no subestimaron, en realidad, un pomo. En la práctica, de lo que más se habló, hasta aquí, fue de la terrible herencia. Que permitía el “efecto comparativo”.
Podía rastrearse la maldad pasada, estaba a la vista y otorgaba legitimidad. Para instalar la única idea que inspira esta dinámica: “Este cachivache es malo, ineficaz, mediocre, pero aquello (el kirchnerismo) era infinitamente peor”.
El presente retroceso nos salva, al menos, de haber “terminado como Venezuela”. En el horizonte persiste el nubarrón del desconcierto. Cachivache moral antesala, en efecto, de la anunciada explosión social. Mientras se la trata de contener, se la espera.
Nada permite, en el interior del cachivache, que florezca el menor atisbo de optimismo natural. El Nieto del Tapir, Rogelio Frigerio, es uno de los contados ministros útiles del TGR.
Aquel domingo memorable, mientras se subastaban ministerios, El Tapir andaba con la renuncia en el bolsillo. Y con deseos inconfesables. Que Mauricio, El Presidente, El Ángel Exterminador, se la pidiera. Para envolverle “Interior” en papel celofán a Ernesto Sanz, Eterna Esperanza Blanca. O a Ramón Puerta, Tengo Mil Novias.
Junto a Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, y Emilio Monzó, El Diseñador, Frigerio se había cargado al hombro a la bestia boba del gobierno a la deriva -según publica Diario Crónica del Noa-.
Tiempo de mudanzas. Entonces Geniol trataba de no ser el reemplazante del Premier Marcos Peña, El Pibe de Oro. Para específicamente ir al despacho donde no quería ir y donde el Ángel, para colmo, tampoco quería tenerlo. El sitio del Premier, la Jefatura del Gabinete.
Prefería Rodríguez Larreta quedarse en el Maxi Quiosco del Artificio Autónomo, tranquilamente dedicado al expendio de caramelos o permisos. Y que a Marcos lo reemplazara, en todo caso, El Tapir. Pero no tiene sentido, a esta altura del cachivache, describir aquel domingo de simulación de cambio.
Basta con confirmar que Frigerio iba a ser el hombre fundamental del Ejecutivo, junto con Emilio en el Legislativo, para persuadir gobernadores y legisladores para consolidar la epopeya del presupuesto.
Cachivache moral pero siempre -El Tapir- con la renuncia en el bolsillo interior del saco. Mientras tanto Nicolás Dujovne, El Youtuber, era otro subastado que se dedicaba, en el cachivache, a concretar las ceremonias del mangazo.
En el marco del Fondo Monetario Internacional, donde la señora Lagarde, Madame Bovary, para aplacar con préstamos el quebranto, reclamaba la frialdad del presupuesto.
Entonces Frigerio trataba de conciliar con los gobernadores peronistas que se diferenciaban. Con menor intensidad, acaso, se fragmentaban en el espejo los dirigentes del Colectivo Cambiemos, mientras, a la distancia, Tita Merello los conducía, entre los ravioles de Exaltación de la Cruz.
Vértices
Marcos sobrevivió. El Ángel jamás iba a entregarlo. Sólo envolvieron como regalo un inflamado alfil, Mario Quintana, Luz de mis Ojos. La otra linterna, Gustavo Lopetegui, podía decir como Erich María Remarque. “Sin novedad en el frente”.
Geniol pudo dedicarse full time, otra vez, al Maxi Quiosco. A proseguir también la faena de cirujano y operar en la ciudad abierta, multiplicada de refacciones que no podrán, tal vez, concluirse. Porque Buenos Aires Capital puede perfectamente seguir el ejemplo de la Argentina entera, que la contiene. Y que está parada. Paralizada. Congelada como una mala imagen del peor teleteatro.
Cachivache moral mientras, a su alrededor, todo se degrada y crece, apenas, la cantidad de miserables que impresionarían a Víctor Hugo. En cada cuadra, cada noche, en el cachivache se agrega algún miserable más a dormir. Cuatro o cinco por cuadra, en el ambicioso Recoleta.
El Pibe de Oro vuelve a gobernar, ayudado por Andrés Ibarra. Como si transcurrieran los días iniciales de Compromiso para el Cambio. El Youtuber se dedica a mangar. Y Frigerio a conformar el paquete de gobernadores. Quedan mayoritariamente adentro, sin otra alternativa, bien envueltos y razonables.
“Pero que quede claro, el presupuesto lo van a tener, pero la responsabilidad no es compartida. Es de ustedes”. Se los dijo Sergio, el Titular de la Franja de Massa. Insolente que conserva capacidad para la conjetura, mientras asiste, en el cachivache, a la resurrección de su proyecto estratégico.
Pero Massa está transitoriamente afuera y no gobierna. Como tampoco gobierna nada Miguel Pichetto, el Humphrey Bogart, que legisla. Ambos debieron quedarse afuera de las reuniones del Tapir con los gobernadores. Completada por el feliz objetivo de la fotografía.
Dos gobernadores, vértices del Peronismo Perdonable, suelen ponerse de acuerdo, en la plenitud del cachivache, sólo para pelear algún subsidio a Buenos Aires. A la señora gobernadora Vidal, La Chica de Flores de Girondo, que hace su trabajo lo mejor que puede.
Cachivache moral pero debe costarle simular que se le desvaneció, interiormente, un ídolo. Un amigo al que aún le responde y le tiene afecto. El Ángel. Que no vaciló en subastarla en el cachivache de la olvidable conferencia de prensa. Cuando no tenía nada para decir, ni anunciar. Sólo decidir diferenciarse, desde el respaldo o el elogio, de la dama que lo superaba en las encuestas.
Por prepotencia de la provincia (Córdoba) y por capacidad intelectual del que la gobierna, el vértice más amigable con el TGR lo ocupa el Juan más consistente de los Juanes.
Schiaretti, Vuelve Juan, a quien se le nota demasiado, en cambio, que si se conforma con seguir como gobernador se va a quedar con hambre. Probablemente Schiaretti aspire a más. Como aspira también su compañero y distante socio político, unidos ambos por la rivalidad del afecto complejo.
José Manuel De la Sota, nunca más Hugo Boss. A pedido, en adelante, es Giorgio Armani. El otro vértice, igualmente amistoso pero menos apasionado con el TGR, lo ocupa Manzur, El Menemcito de Tucumán.
Entre los vértices se incluyen gobernadores que necesitan pagar los sueldos. Aunque algunas provincias, como San Juan o La Pampa, estén individualmente más fortalecidas que la propia nación. Carecen de deficit y mantienen millones ahorrados. Son gobernadores a los que les cuesta más asociarse relativamente a la suerte clavada del Tercer Gobierno Radical.
Separados políticamente de Alberto Rodríguez Saa, El Colibrí, que clavó la garrocha en el Estado Libre Asociado de San Luis para aterrizar, con una destreza envidiable, exactamente en el Instituto Patria. Cachivache moralSin evitar, probablemente, los mangazos de Oscar Parrilli, El Incomparable Godfrey, para pagar la luz y el alquiler del Instituto.
En el arte de mangar Parrilli carece del estilo refinado de Dujovne.
Otros, como Giorgio Armani, aún no se atreven a deslizarse en liana hacia el Instituto Patria. Aunque mantienen un diálogo menos institucional que Gildo, el gobernador que socialmente se menoscaba, pero que secretamente todos admiran. O como Verna, acaso el que sabe más de presupuestos, hoy acotado por la frontera de la enfermedad.
Utopía del ajuste y las excavadoras
La utopía del kirchnerismo se agotó en el aburrimiento de los bolsos y las excavadoras.
La utopía del macrismo se agota en la monotonía del ajuste. En los mangazos irresponsables, que los acreedores, menos responsables aún, pueden responder favorablemente sólo porque están amparados con la fantasía del organismo multilateral. Donde suponen que, con miles de millones de dólares, puede evitarse otra aventura “populista”. Como si el mero intento de establecer un gobierno popular fuera traducido, automáticamente, como chavismo.
El país congelado vuelve irreparablemente a la condición de Argentina neo pastoril (cliquear).
La zanahoria estratégica de una solitaria “vaca muerta” ya no alcanza. Como tampoco alcanza la algarabía del litio en abundancia, que invita a delirar con la prosperidad imposible, en el cachivache moral de la sociedad estragada. Maltratada con el desfile cotidiano de los “corruptos confesos”. Empresarios que animaron con funcionarios ladrones, la memoria viva de lo que quiso ser una nación. Y terminó en cachivache.
Cachivache moral de todos modos, los crédulos suponen que es positivo que toda la porquería salga a la luz.
Aunque se destruyan los pilares blandísimos de la economía y de la política. Son optimistas que creen que, debajo de la porquería, una vez extinguida, brota algo de pureza, de normalidad. Y de ningún modo más porquería aún, hedionda, definitiva, renovada e irreversible.