Hugo Campana, ex Chacarita y Argentino de Merlo, solo conocía a Pelusa de las Inferiores, pero el astro lo “adoptó” apenas se lo cruzó en Italia. Del picado que jugó casi en muletas al día que Diego le prestó su Porsche
Son pocos los privilegiados que lograron acceder al círculo íntimo del mejor futbolista de todos los tiempos. Sin embargo, un experimentado jugador con trayectoria en el Ascenso argentino fue a probar suerte a Europa con la ilusión a cuestas y una serie de ribetes inesperados lo pusieron cara a cara con Diego Maradona, según publica Infobae.
El 10, recién llegado a Nápoles, cobijó durante 20 días al centrocampista en el hotel en el que se hospedaba y compartieron momentos inolvidables: los picados en los que Pelusa se jugaba la vida, las críticas a Daniel Passarella cuando la interna albiceleste todavía estaba lejos de explotar y la hospitalidad de la familia del astro.
Comentó que su pasión por el fútbol comenzó desde muy joven: Como todo pibe, me inicié en el baby fútbol, en Caballito Juniors. En ese momento tenía diez años y jugué durante cuatro».
»Ese proceso fue hermoso porque había confraternidad, había hasta intercambio de chicos entre nuestro club y otras instituciones de Uruguay, entonces por ahí pasabas una semana en Montevideo. El sueño de todos era pasar a Ferro, porque estábamos cerquita y en ese momento era un equipo muy bueno, de la élite de Primera División, pero no era nada fácil», recordó.
La mayor parte de la trayectoria del jugador, fue en el ´fútbol de ascenso: »Tengo el mejor de los recuerdos. Después de que me voy de Chacarita, porque pedí el pase, no terminé definiendo nada hasta que llegué a Argentino de Merlo. Ahí, pude disfrutar de compartir cancha con varios de los Cebollitas».
»A los jugadores les pasa eso: mientras van pasando por las categorías menores, se frustran. De todas formas, en ese club nos abrieron las puertas y hasta me dieron una prima. No pudimos ascender, pero fueron años buenos y llegué a inaugurar el estadio», contó.
Campana viene de una familia de futbolistas, uno de sus tíos, Ricardo, tenía una gran historia en la carrera deportiva y eso lo motivó a jugar en el exterior: »Ya teniendo en la cabeza esa idea, me voy a Excursionistas y ahorraba unos mangos con un laburo paralelo. Justo calza con una de las etapas más gloriosas de la historia del Villero, estuvimos al borde del ascenso».
»Ya en el ‘84, un tipo que se llamaba José Alberti me vio jugar acá, y yo sabía que había llevado a un par de chicos al torneo regional de Italia, a la zona de Nápoles, cuando todavía de Diego no se sabía nada. Entonces, emprendimos esa aventura con un chico que estaba en Argentinos y se llamaba Fabián Debrassi. Salió la posibilidad de ir a Sicilia», explicó.
Sobre los primeros días, dijo: »Lo que me jugó mucho fue el desarraigo. Se siente mucho dejar la familia, tu hogar, no fue fácil. No me sentía cómodo. Me sorprendí a mí mismo haciendo cosas que jamás pensé que podía llegar a hacer. Estaba en un equipo, el Barcelona, que recientemente había ascendido».
»No me equivoqué tanto, y descubrí que la única cancha que tenía pasto era la mía, las demás eran de ripio. Todo dependía de quién pagaba y allá no era tan visible. Por eso, le dije al presidente, con un mal italiano que si no vienen a verme, me voy a Nápoles. Salí en un par de diarios, en La Gazzetta de Sicilia. Yo ni había jugado con Maradona pero me emparentaban, y se ve que era más una movida de marketing que otra cosa», agregó.
Y continuó: »En ese momento me la jugué, de total aventurero, me fui a esa ciudad. Increíblemente, Fabián frecuentaba mucho a Claudia Villafañe y yo pensé que eso nos podía servir de puntal para ver qué era lo que podíamos hacer».
Sobre cómo se había conocido su colega y Claudia, y la conexión con él, dijo: »El papá de Debrassi, el Chino, era un jugador conocido. Esto de las casualidades es tremendo, porque, junto con el padre de la Tata, tenían en sociedad el buffet del Bicho. Fabián había generado una amistad, de esas que se arman en los clubes. En base a ese vínculo se facilitó todo».
»Y Diego me miraba jugar… Era común que la categoría que terminaba de jugar en Inferiores se quedaba para ver a la siguiente. Por eso, cuando nos reencontramos un par de veces, ya grandes, Maradona decía “Campanita, yo me acuerdo de que vos eras rápido”. Me habrá visto siempre bien», dijo entre risas.
El primer encuentro con el 10
»Diego nos recibe en el hotel, muy protegido por su representante Jorge Cyterszpiller. Nos habló después de un entrenamiento, nos trató bárbaro y en la charla que tuvimos en el lobby, nos invitó a su suite. Eso me sorprendió mucho porque nos abrió el corazón. Era un adelantado, porque me dijo todo lo que yo necesitaba. Habló, escuchó, contaba confidencias tremendas», recordó.
»Ese día, igualmente, me mandé una cagada enorme. En un momento me dice “sentite como en casa”. ¡Y le inundé el baño! Me quería matar (risas). La habitación era gigantesca y tenía una caja de recuerdos», comentó.
»Siempre se dijo que Claudia recortaba todo y era verdad, puedo dar fe. Yo estaba durmiendo al lado… Me quedé con él la primera noche y, posteriormente, me propuso que me quedara viviendo con don Diego. Así estuve, con el papá del mejor jugador de la historia durmiendo 20 días», sostuvo.
Sobre la convivencia, dijo: »Solíamos comer en el primer piso del hotel. Con la connivencia de su viejo, y como me veía medio bajón, Maradona siempre me cargaba y hacía que me llamaran diciendo que mi mujer se quería comunicar conmigo, para hacerme participar un poco».
»Por su parte, Don Diego siempre fue de pocas palabras pero te sentías acompañado. Iba con él a todos lados y eso es un valor enorme. Yo me sentía muy representado por su estilo, esa figura laburante, que se levantaba temprano a la mañana. Con la mirada te decía todo», señaló.
Sobre Pelusa, dijo: »Sí, y hubo una vez que yo no estaba bien físicamente, Cyterszpiller esperando afuera con mis muletas, y el 10 me llamó para que yo entrara a la cancha».
»Todo eso se armó porque había venido Quini –delantero español ídolo del Barcelona-. Corrí dos minutos y Diego, tan competitivo, me dice ‘Campanita, ¡andá al arco!’. No quería perder ni en un partido así. Te integraba constantemente. Los días eran tan intensos que tengo pantallazos de la convivencia», indicó.
En una vuelta, cuando todavía nadie sabía nada sobre su pésima relación con Daniel Passarella, Maradona me lo describió como un “guapo de cartón”. Fíjate lo que pasó luego en el Mundial de México… Creo que fui uno de los primeros en enterarse que no se querían ni un poquito.
Igualmente, recordó la experiencia de entrenar a solas con Fernando Signorini: »Yo realmente no lo conocía y me enteré después de que era el personal trainer. Se abrió completamente conmigo y le estoy muy agradecido. Hablábamos de que él no me entrenaba para que yo mejorase, sino como un acompañamiento para levantarme un poco el ánimo».
»Todavía hoy nos mandamos cosas por WhatsApp y nos respondemos. Fernando me invitó un día a su departamento y siempre comentaba que el fútbol se estaba corriendo cada vez más a un lugar más deshumanizado, en el que los jugadores son máquinas y están siendo controlados constantemente. Siente el fútbol de una manera muy particular», comentó.
Sobre cómo vivió la muerte del 10, explicó: Mi cuñada me llamó y me dijo “murió Maradona”. Me pegó, pero vos sabes que cuando lo vi salir a la cancha de Gimnasia, en aquel partido contra Patronato que se jugó en su cumpleaños, noté que estaba muy desmejorado. Siempre me hice la misma pregunta: ¿por qué una persona que entregó tanto terminó así? Mucha gente dice lo contrario, pero yo lo conocí y no tengo ninguna duda de que Diego era cuidable».
»Por supuesto que cometió errores, pero ¿no lo cuidaron? ¿Para lo único que servía era para ser redituable y ganar guita? Son preguntas, porque las respuestas no las tengo. Maradona ya no era Maradona y esa situación ya generaba dolor», señaló.
Y agregó: »Se la jugó conmigo como se la jugó con muchísimas personas a pesar de que no tenía ninguna necesidad. Eso te demuestra quién era. Él me leyó los ojos y no era ningún boludo. Me jode cuando hablan de que era diferente jugando que como persona. ¡Ni en pedo! Es integral. Todavía no tomamos consciencia de lo que fue».
»Cuando asumió en la Selección, lo llamé al Profe para ver si podía conseguir una camiseta para mi hijo y me contestó: “¿Sabés qué pasa? Que solo tengo contacto con él en las prácticas. Después, nada más”. Fíjate hace cuánto tiempo venía rodeándose así», comentó.
Por otra parte, remarcó que Diego le dejó algún valor que fue capaz de trasmitir a sus dirigidos: »Haber estado con Maradona provocaba que ellos me consultaran cosas todo el tiempo. Él me dio esa posibilidad, la de contar historias, de preocuparse por la otra persona, con empatía, de transmitir todo lo que viví como lo estoy expresando ahora».
»Diego es fútbol puro, es lo espontáneo, es lo que nace en un vestuario; te potencia. A los jugadores míos, casi como un disco rayado, les daba una recomendación en base a lo que le había visto hacer: cambio de ritmo y pique corto», indicó.
Sobre Messi y Pelé, comparado con Pelusa, señaló que no le gustan las comparaciones, pero que si existe un contraste: »Messi practicó años para ser el mejor en los tiros libres. ¡Lo de Diego fluía, era natural! Los que lo conocemos de pibe sabemos cuántos goles hizo calcados al de los ingleses. Visto desde mi óptica, igualmente, son todos unos fenómenos».
»Yo seguí al Brasil del ‘70 y lo de Pelé, con ese equipo, era un fútbol total. Para mí, el fútbol es hacer fácil lo difícil, y el brasileño lo hacía. Lo de Messi, que es inobjetable, es al revés. ¡Hace difícil lo fácil y le sale bien igual! Los tres son los mejores de sus épocas y hay que disfrutarlos como tales», aseguró.