El líder de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), Facundo Jones Huala, aguarda en la cárcel de Esquel el juicio para ser extraditado a Chile, donde debe seguir purgando una condena por el incendio a un fundo (finca) y la portación ilegal de armas, mientras que la Cámara Federal de Casación debe resolver la recusación al juez federal Gustavo Villanueva, que fue presentada por la defensa del convicto.
Los abogados de Jones Huala recusaron al magistrado debido a que Villanueva tuvo participación durante el último proceso de extradición, tanto en la etapa de instrucción como en la de juicio.
La defensa buscó herramientas para tratar de apartar a Villanueva asegurando que en 2018 “adelantó opinión sobre las condiciones con las que se encontraría el señor Jones Huala tras la misma, ya en Chile…”.
El magistrado remitió la recusación a la Cámara Federal de Apelaciones que el último jueves rechazó el recurso y ordenó la restitución del expediente al juzgado de Bariloche para su elevación a la Cámara Federal de Casación.
La Cámara aseguró que estuvo “mal elevado el incidente de recusación”. Fuentes con acceso al expediente indicaron que “el pedido de recusación es una estrategia para intentar dilatar los tiempos y de esta manera estirar la posible extradición de Jones Huala a Chile, quien desde su detención dijo que no quería volver” al país vecino.
El convicto fue detenido el 30 de enero pasado, vestido de mujer, cuando se ocultaba en el quincho de una vivienda en El Bolsón. Estaba alcoholizado y fuera de sí -según publica Infobae-.
Poco después de ser detenido envió un mensaje desde la unidad penitenciaria 14 de Esquel en el que se mostró arrepentido por su “absurda detención” e incluso admitió afrontar una lucha personal contra el alcoholismo.
Tanto los abogados de Jones Huala como el propio recluso aseguran que es un “preso político”. “Nosotros decimos que una de las causales que trabaría la extradición es la tortura en el país requirente. Si Facundo fuera extraditado a Chille es probable, y lo vamos a probar con testigos y documentación, que va a ser torturado”, afirmó Eduardo Soares, uno de los defensores de Jones Huala que integra la Asociación Gremial de Abogados y Abogadas de la Argentina.
Desde el día que fue detenido hasta la semana pasada llevó a cabo distintas medidas de fuerza para evitar su extradición a Chile, como una huelga de hambre que debió suspender debido a que se agravó su estado de salud.
Sin embargo el convicto no sólo exhibe su confrontación con “jueces, capitalistas y mineras” sino que, desde su última captura, inició una lucha interna, con distintos sectores identificados con los pueblos originarios.
“Lo dejaron solo, no tiene el acompañamiento de ninguna confederación mapuche ni de comunidades de peso en la región” dijeron sus allegados, y agregaron: “sólo recibe la visita de algunos familiares, mapuches de Cushamen (Chubut) y de sus abogados, pero las demás comunidades mapuches no quieren tener contacto”.
Las amenazas constantes de “saqueos y vandalismo” y las permanentes incitaciones violentas serían los elementos que alejaron a las demás representaciones ancestrales de la Patagonia.
“… A pesar de nuestra pobreza, nunca trancé ni me vendí como sí lo hacen algunos disidentes, que se fueron de la organización y hoy gozan de impunidad, al contrario de otros que, por no renunciar a nuestros principios, soy perseguidos por las ideas y acción consecuente”, dijo Jones Huala desde la cárcel, disgustado con el desempeño de otros mapuches.
Invitó a quienes no comulgan con su agrupación “a acercarse al debate sano, antes de desparramar calumnias porque la RAM existe dentro del Movimiento Autónomo del Puelmapu. Más que una organización son conceptos, negarlos es negar el autonomismo para posicionar al estatismo”.