Irritados, agresivos y, a veces, intolerantes. En las últimas semanas los políticos argentinos, del oficialismo y de la oposición, parecen lanzados a una competencia irracional y destructiva por quien arroja al escenario público la frase más inquietante, la más polémica o que sobresalte más a una sociedad fatigada por una crisis económica y social interminable.
La frase del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, anticipando un futuro de “calles regadas de sangre y muertos” fue el epítome de una seguidilla penosa, que también incluyó una del ex presidente Mauricio Macri, que en un encuentro con los empresarios más encumbrados del país manifestó que para él habría que “semi dinamitar todo”.
Son definiciones que se inscriben en un año de elecciones presidenciales en el cual la grieta que ordenó la política de los últimos diez años ya no parece explicar de manera eficaz el mapa de poder. El Frente de Todos y Juntos por el Cambio ya no son bloques monolíticos y los libertarios de Javier Milei, con un discurso antipolítico, irrumpieron en el escenario con una potencia electoral tan imparable como imprevisible -según publica Infobae-.
Con ese desequilibrio general como telón de fondo, la sociedad enfrenta de manera cotidiana los flagelos de la inflación, de los salarios, las jubilaciones y los ingresos que cada vez alcanzan para menos y una inseguridad sin tregua que altera la vida cotidiana.
Los asaltos a los colectivos en el gran Buenos Aires y los crímenes diarios en Rosario -ambos fenómenos contaminados por el narco- son la modulación actual del aumento de la cantidad y violencia de los delitos. Previsible cuando la economía cae. Esta tarde, el INDEC difundirá el costo de vida de marzo que el consenso de los economistas estiman más arriba que abajo del 7%. Sobre llovido, mojado. Más aun cuando el Gobierno tiene que enfrentar en este contexto su continuidad.
Definiciones inquietantes
“Lo que se puede ver es quiénes van a competir contra quiénes. Vemos un grupo de gente que tiene cero formación, con vocación por el agravio y por lastimar, y lo que propone saldría únicamente por represión. Las calles regadas de sangre y muertos van a producir si tuvieran la posibilidad de ser Gobierno”, afirmó Aníbal Fernández.
Las declaraciones del ministro de Seguridad precipitaron una generalizada condena de toda la oposición, pero sobre todo de Juntos por el Cambio, que encontró en esas manifestaciones el motivo para reagruparse después de toda una semana de discusiones internas, disidencias y amenazas de ruptura por el choque entre el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, y Mauricio Macri, por el formato de las elecciones porteñas y el liderazgo de la oposición.
Juntos por el Cambio atraviesa un momento de desunión y fricciones indisimulables. De hecho, este domingo se votará en Neuquén y en Río Negro para elegir gobernadores y en ambos distritos los partidos que integran la coalición opositora participarán divididos. Ni Larreta, ni Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal ni el propio Macri fueron a esas provincias para participar de los últimos días de campaña.
Tampoco hubo acuerdo en Salta, mientras que Mendoza atraviesa una rebelión liderada por Omar De Marchi, un diputado que decidió romper el PRO y poner en crisis la coalición.
La frase inquietante de Aníbal Fernández se refirió a los discursos que habían dado los principales líderes opositores en un encuentro con el círculo rojo. En ese contexto fue que Mauricio Macri habló sobre la posibilidad de que en las próximas elecciones el candidato o la candidata de Juntos por el Cambio deberá tener que enfrentar en el balotaje a Milei y no al kirchnerismo.
“Va a ser un desafío para el candidato nuestro que gane la interna realmente demostrarle a la gente que tenemos esa experiencia adicional, ese equipo de gente que podemos reclutar, ese valor del conocimiento y de ser parte de un sistema que hay que cambiar (…) Nuestro candidato tendrá que demostrar que nosotros tenemos la misma vocación de cambio con experiencia. Va a ser una segunda vuelta muy complicada porque día a día hay más gente que se enoja y cree que hay que romper todo. Yo creo que hay que semi-dinamitar todo”, afirmó.
En esa lógica, Milei se sumó a las críticas contra Larreta tras el anuncio de las elecciones concurrentes de jefe de Gobierno y Presidente: “Es tan o igual de siniestro que Cristina Kirchner. La única diferencia es que tiene buenos modales. Hasta en el pensamiento no difiere con ella. Él cree que, para terminar con la inflación, hay que ir a controles de precios. Todo sabemos que eso no funciona”, afirmó.
Frente de Todos divididos
En simultáneo que la oposición ofrece un espectáculo de discusiones y batallas intestinas, en el Frente de Todos la agenda pasa por la candidatura o no de la vicepresidenta. Una numerosa manifestación ante el Palacio de Justicia, en la Plaza Lavalle, del centro porteño, coreó “Cristina Presidenta”, atacó a los jueces de la Corte Suprema, pidió sus renuncias, y denunció una supuesta persecución contra ella de la “mafia judicial”.
Se trató de un acto multitudinario, donde La Cámpora encabezó las reivindicaciones y reavivó un operativo clamor que parecía desinflado sin remedio. El encargado de expresar el pedido de ese grupo fue el gobernador bonaerense Axel Kicillof, que planteó: “Si Cristina quiere, el pueblo la acompañará y volverá a ejercer cargos”.
“Intentaron matar a Cristina y no nos olvidamos que ese Poder Judicial, que siempre limpia y encubre a los poderosos, ni siquiera se animó a mover un dedo para encontrar a los responsables intelectuales. Somos pacíficos, pero no somos tontos. Tienen que aparecer los responsables”, dijo el mandatario provincial, en alusión al intento de magnicidio del 1 de septiembre de 2022.
En el acto estuvieron dirigentes identificados con el cristinismo, militantes de La Cámpora, sindicalistas de empleados públicos y municipales, metalúrgicos y bancarios. También se sumaron intendentes del conurbano bonaerense, entre ellos Fernando Espinoza, de La Matanza, que en los últimos diez días mantuvo un bajísimo perfil, tras el asesinato del colectivero y la agresión brutal y repudiable al ministro Sergio Berni. Del acto no participaron otros gobernadores, ni integrantes de la primera línea de la CGT.
Al Presidente Alberto Fernández -que no estuvo en Plaza Lavalle y siguió sus actividades protocolares-, la diputada y consejera de la Magistratura Vanesa Siley, le reclamó el pago de una suma fija para recuperar los ingresos de los sectores más postergados y más castigados por la inflación. “Queremos una suma fija, que se recomponga el salario de los trabajadores. Pero que no sea un papelito, que el presidente se asegure de que llegue a los bolsillos de los trabajadores. Que discuta con el FMI”, afirmó.
Una encuesta inquietante
La tendencia macro también se repite a escala micro. En un territorio como La Plata, que gobierna Julio Garro (JxC), un relevamiento realizado por equipos políticos que no están alineados con ninguna de las fuerzas mayoritarias confirma el mismo escenario y arroja resultados interesantes pero a la vez inquietantes.
El oficialismo municipal de Juntos por el Cambio se mantiene primero, con una luz de ventaja de 5 puntos, mientras el Frente de Todos y la Libertad Avanza de Milei pulsean en torno al 20%. El FIT queda cuarto, con un porcentaje similar al que obtendría en una buena elección legislativa, donde los votantes suelen ser menos conservadores. Al ser un sondeo presencial, reviste una confiabilidad mayor que las encuestas realizadas en redes sociales o por teléfono.
El crecimiento de los libertarios -que todavía no tienen candidato a gobernador bonaerense- es un signo de alerta para el sistema político tradicional, pero también lo es otro dato: tanto para presidente como para intendente, las opciones “no voy a ir a votar”, blanco/nulo, y “no sé”, superan holgadamente los 20 puntos.
A menos de tres meses de las PASO, uno de cada cinco electores todavía no encuentra en la oferta electoral nada que lo satisfaga. Con 37% del padrón, la provincia de Buenos Aires no deja de ser la madre de todas las batallas y donde el peronismo se encuentra asediado por dos adversarios desconocidos: la antipolítica y, sobre todo, la abulia.