La estrategia del Presidente de objetar los ataques de Moscú a Kiev contrastan con el silencio cómplice de la vicepresidenta; dos miradas internas en el gobierno sobre el conflicto
La guerra desatada por Rusia en Ucrania desnudó en las últimas horas profundas diferencias de mirada sobre la geopolítica mundial que separan a Alberto Fernández de Cristina Kirchner alrededor de una cuestión central: avalar las acciones de militares Vladimir Putin o repudiar enérgicamente a Moscú.
Pero no avanzará mucho más que eso por ahora. En el gobierno descartan la aplicación de sanciones económicas como pidió Kiev en línea con lo que dispusieron los países de la Unión Europea, Estados Unidos, Japón y Canadá, entre otros.
El comunicado de repudio al accionar militar de Rusia y el pedido de Alberto Fernández a Putin para que solucione el conflicto con Ucrania por la vía pacífica no fue casual: se encuadra en el contexto de las negociaciones de Argentina con el FMI donde Estados Unidos y los países de la OTAN que condenan a Moscú son claves en la definición final del directorio.
LA MIRADA CRISTINISTA
Sin embargo, la vicepresidenta mantuvo un sugestivo silencio de radio y recibe datos permanentes del embajador argentino en Rusia, Eduardo Zuain, que es un aliado de Cristina Kirchner y fue su vicecanciller en los últimos cuatro años de mandato. También mantiene en todo momento una línea directa con la Cancillería a través de Pablo Tettamanti, el vicecanciller de línea kirchnerista. Es que Cristina Kirchner desconfía plenamente del canciller Santiago Cafiero.
La ausencia de una postura pública de Cristina Kirchner sobre la situación en Ucrania despertó infinidad de especulaciones en las últimas horas. No sólo esto.
Allegados a la vicepresidenta aseguraron a El Cronista que Cristina Kirchner cree que el Presidente se apuró en la condena a Rusia y quedó muy alineado a las grandes potencias.
Desde las usinas kirchneristas del poder como son el Instituto Patria o la agrupación Soberanxs que lideran Amado Boudou, Alicia Castro y Gabriel Mariotto, entre otros, dejaron en claro una posición de alineamiento con Rusia.
Estos sectores que tienen diálogo permanente creen que hay una «mirada contaminada por los medios hegemónicos» del conflicto en Ucrania y cuestionan el accionar de la OTAN en la región.
Según señalaron allegados a la vicepresidenta, las expresiones duras del gobierno contra Rusia sin evaluar todos los aspectos del conflicto no cayeron nada bien en el entorno de Cristina Kirchner.
Además, creen que la definición diplomática contra el Kremlin es «un desplante» a menos de un mes del viaje que Alberto Fernández hizo a Moscú para sellar acuerdos clave con Putin.
Un dato concreto sostiene el alineamiento de Cristina Kirchner con Putin. El 25 de marzo de 2014, poco después de la decisión de Rusia de anexar a Crimea a su territorio, la entonces presidenta expresó un virtual apoyo al Kremlin. Así, la Argentina denunció el «doble estándar» que se aplicaba para las Islas Malvinas y para Crimea.
El entonces canciller Héctor Timerman denunció que las grandes potencias rechazaban el referéndum que los habitantes de Crimea realizaron para pedir su anexión a Rusia pero consideraban válida la consulta que llevaron a cabo los habitantes británicos en Malvinas para decidir si querían seguir siendo ingleses.
Al día siguiente a las 10, el presidente Putin se comunicó por teléfono con Cristina Kirchner para elogiar y destacar la postura que había tomado Argentina con respecto a la cuestión Crimea.
En el comunicado oficial del Kremlin de ese día se destacó: «El Presidente ruso habló con la Primera Mandataria sobre la Cuestión de Ucrania y reconoció la postura de la Argentina sobre la Cuestión de Crimea. Putin subrayó la importancia de la posición argentina al incluir en el debate sobre dicha cuestión el doble standard de varios países con relación a los principios de la Carta de las Naciones Unidas».
Los elogios de Putin a Cristina Kirchner, sumado a la alianza estratégica que la vicepresidenta supo tejer desde el 2007 con Moscú representan hoy un entramado complejo de relaciones que para el kirchnerismo no son fáciles de desandar.
Por el contrario, la decisión de evitar un pronunciamiento abierto en estos momentos también parecen estar relacionados con las internas palaciegas de la Casa Rosada y la tensa espera por el acuerdo con el FMI.
