Intensidad gremial y política: La protesta en cinco claves

La jornada de protesta de 36 horas y el paro nacional de 24 configuran un escenario que puede leerse mediante cinco claves. 1.La coincidencia entre las organizaciones sindicales fue superior a sus diferencias. Las dos…

martes 25/09/2018 - 8:31
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La jornada de protesta de 36 horas y el paro nacional de 24 configuran un escenario que puede leerse mediante cinco claves.

1.La coincidencia entre las organizaciones sindicales fue superior a sus diferencias. Las dos vertientes que responden a la sigla CTA, Central de Trabajadores Argentinos, llamaron a la jornada de protesta con inicio a las 12 del lunes 24 y fin a las 24 del martes 25. Lo mismo hizo el sector de la Confederación General del Trabajo que responde a los camioneros de Hugo y Pablo Moyano. Igual tesitura siguió la Corriente Federal que incluye, entre otros, a los bancarios de Sergio Palazzo, los docentes particulares de Mario Almirón y María Lázzaro y los supervisores de electricidad de Carlos Minucci. Todos ellos crearon el jueves 20 de septiembre el Frente Sindical para el Movimiento Nacional. Con una característica: los miembros de ese frente que están en la CGT no formaron una central nueva. La Confederación General del Trabajo que dirigen los triunviros Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Carlos Schmid llamó al paro entre las 0 y las 24 del martes 25. Es decir que en el paro confluyen todos.

2.Incluso en plena recomposición, las organizaciones sociales son parte de una movida que comenzó en gran escala, con marchas en todo el país, y con enorme probabilidad concluirá con un paro potente. La recomposición abarca, por ejemplo, a Barrios de Pie, por la división política en Libres del Sur que dejó de un lado a Victoria Donda y Daniel Menéndez y del otro a Humberto Tumini. Va adquiriendo cada vez más peso político Juan Grabois, del Movimiento de Trabajadores Excluidos y la Cetep, Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Una primera lectura enmarca la recomposición en clave CFK, como si todo se limitara a que Donda y Grabois acaten o no la jefatura de Cristina Fernández de Kirchner. El tema es más amplio. Políticamente, lo que se discute es si CFK es un límite, no si su liderazgo es único.

3.La protesta sindical y social se traduce en iniciativas políticas. Un caso es la reunión que dirigentes sindicales mantuvieron con Sergio Massa , Facundo Moyano y Marco Lavagna, del Frente Renovador. “La Argentina necesita una alternativa a un gobierno que hoy representa una pérdida sistemática en el poder de compra de los sectores más vulnerables, les dijo Massa a Carlos Acuña y Omar Plaini. No fue un encuentro para cerrar nada. Hasta ahora, el único que no participa de ningún juego es el salteño Juan Manuel Urtubey. Pero nadie que se reivindique peronista puede quedar ajeno a un paro sindical mayoritario. Otra puerta más que queda abierta. Y con dirigentes sindicales que comparten las llaves.

4.El juego oficial de la amenaza (puesto de moda como “carpeteo”) ya no es suficiente por dos motivos. Uno, el Gobierno es más débil que hace dos años. Otro, la crisis económica y social, que según el Centro de Estudios de Opinión Pública de Roberto Bacman convierte los problemas económicos en el principal riesgo que sienten nueve de cada diez personas. La caída del consumo casi en un 5 por ciento desde enero, el 12 por ciento de desocupados en el Gran Buenos Aires y la disparada de los precios mayoristas, de un 51 por ciento en los últimos 12 meses, hacen que al macrismo le resulta más difícil ser creíble cuando intenta que los sindicatos luzcan como instituciones impresentables. Las declaraciones de los ministros Dante Sica y Guillermo Dietrich sobre que el paro es “político” carecen de inventiva. Una rutina lánguida repetida por todos los gobiernos que no lograron frenar a tiempo la protesta generalizada.

5.Queda nítidamente recortada en el horizonte la política oficial. Fracasó tanto en las finanzas como en la economía real. Hoy ni siquiera hace apuestas en el segundo terreno. Macri, como Fernando de la Rúa en el 2000 y 2001, intenta ser un mesías. “Recen por mí”, dice, más modesto, el Papa. Macri pide que crean en él. Las apuestas de Macri son financieras: dólar planchado por unos meses, nueva chance de bicicleta ganadora para los fondos de inversión que lo escucharon en Nueva York durante la reunión organizada por el Financial Times, entrada de dólares gracias al OK de la Casa Blanca. Y después, quién sabe, otra vez la promesa de que todo irá mejor en el segundo semestre de 2019, el de las elecciones, y ni qué hablar en el 2020.

Sin subestimar el poder de daño del Gobierno para atomizar a la oposición (su meta es crear barreras entre los diferentes grado, de antimacrismo y el no-macrismo), después de 33 meses y medio de gestión lo novedoso dejó de ser el PRO. Lo nuevo es la cantidad y la diversidad de motores en marcha. Hasta junio de 2019, cuando se definirán las precandidaturas, los dirigentes tienen por delante nueve meses para convertir los motores de la protesta en una maquinaria política competitiva. Salvo que alguien piense, ingenuamente, que la alternativa al macrismo puede limitarse a la resistencia gremial.

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