El 6,7 % de marzo, el acumulado del 16,1 % para el primer trimestre y las estimaciones del 5% o más para abril desacomodaron los acuerdos.
Las proyecciones inflacionarias para el resto del año, sumadas al 16,1% acumulado del primer trimestre, desacomodaron las piezas del complejo escenario salarial de la Argentina.
El Gobierno parece resignado a ver que, tarde o temprano, se superará el 50/53 por ciento de aumentos que era el deseado por las personas que manejan la economía del país. La realidad marca otra cosa.
Al comienzo, se entusiasmaron con el cierre de algunas paritarias, como la de los trabajadores ceramistas (54%), del vestido (53,4%), químicos (52%), mosaístas (51%), de la carne y del papel y cartón (50%) estaciones de servicio (48%), seguros (46,6%) y metalúrgicos, remiseros y panaderos (45%), entre otros.
Es cierto que los aumentos son por etapas, pero también lo es que contemplan revisiones entre octubre y noviembre.
Punto más, punto menos, los acuerdos se estaban dando dentro de lo previsto. Pero el 6,7 % de marzo, el acumulado del 16,1 % para el primer trimestre y las estimaciones del 5% o más para abril desajustaron los acuerdos.
Ahora, la mayoría de los dirigentes hablan de un piso del 60% para este año, que se podrá alcanzar ahora o en las revisiones pactadas.
Los estatales hicieron punta y sellaron una recomposición, por etapas, que llega al 64 o el 80% según la campana sindical que se escuche. Se llame ATE o UPCN.
Los empleados de Comercio de Armando Cavalieri cerraron en el 59,5% en 7 etapas, pero con una revisión por inflación.
Losbancarios (Sergio Palazzo) van al paro el jueves por un aumento del 60% más una cláusula de revisión y un pedido similar hicieron los de la alimentación (Rodolfo Daer), que habían pactado en un principio un ajuste del 52,7%.
Una situación particular atraviesa el gremio de uno de los jefes de la CGT, Héctor Daer, y Carlos West Ocampo. Los trabajadores de la sanidad piden un 45% con revisión en agosto, pero los empresarios del sector dicen que la crisis por la que atraviesan hace imposible ese aumento y reclaman la ayuda del Gobierno. Conflicto en puerta.
Mientras tanto, los gastronómicos de Luis Barrionuevo deben sentarse a renegociar los salarios porque cerraron en su momento un 49% hasta junio. Ahora ya calculan una recuperación que llevará el índice muy por arriba del 60%.
Por ahora, salvo el caso de los bancarios, los paros permanecen como una alternativa de máxima en los cajones de los gremialistas.
La CGT, que sacó un documento el viernes dónde manifiesta su preocupación por la inflación y los salarios, no quiere poner el pie en el acelerador y se muestra contemplativa de los problemas que enfrenta el Gobierno.
Como en otras épocas, hay un tema que los preocupa y mucho. La deuda que el Estado mantiene con las obras sociales sindicales, alrededor de 40 mil millones de pesos.
Además, quiere que el Estado se haga cargo del aporte de los monotributistas en la atención de la salud y que se consiga un aporte adicional del 15% a las prepagas para financiar el sistema.
En este marco, la CGT no quiere quedar afuera de la reforma del sistema de salud que impulsa el kirchnerismo. Su relación con Cristina siempre fue compleja y el desembarco de La Cámpora en la UOM fue un llamado de atención.
A la hora de negociar, el sindicalismo argentino todavía posee una cintura que los gobiernos de turno siempre quisieron atar.