La inflación representa el ritmo al que pierde poder de compra la moneda, y refleja el exceso de oferta de dinero respecto de la demanda. La oferta de dinero en la Argentina ha estado muy ligada al resultado fiscal, ya que los sistemáticos déficits fiscales se han venido financiando fundamentalmente con emisión monetaria.
Otro factor que impacta en la oferta es la política monetaria, entre otras cosas, vía emisión por compra de divisas en un contexto de cepo. Finalmente, en los últimos años, cobró relevancia el componente de emisión endógena ligada a los pasivos remunerados del BCRA.
Por otro lado, la demanda de dinero depende del nivel de actividad, pero también es relevante el componente de expectativas de inflación, el cual está ligado al resultado fiscal, al déficit cuasifiscal, y a la evolución del tipo de cambio oficial y financieros esperados.
Por su parte, en un contexto de fuertes distorsiones de precios relativos, la dinámica inflacionaria tiene impactos de coyuntura ligados a la corrección de dichas distorsiones.
El arranque del programa económico encontró al mercado de dinero en un profundo y creciente desequilibrio, dada la dinámica de años de emisión monetaria para financiar el déficit fiscal, que a su vez fue profundizando el déficit cuasifiscal, dada la absorción con instrumentos como las leliq que devengaban una tasa de interés superior a las de plazos fijos. Esto fue a su vez profundizando el problema, al impactar sobre la demanda de dinero, que cayó más allá de la dinámica de la actividad, porque las expectativas de inflación se fueron agudizando.
A lo largo de 2024 la inflación fue mostrando un descenso que resultó más rápido que lo esperado, desde 25,5% mensual en diciembre 2023 a menos de 3% desde octubre, y cerrando en 2,7% en diciembre. En esto fue clave el ataque directo e inmediato a la causa primera de aumento de la oferta de dinero: el déficit fiscal. Desde el primer mes de gestión, el gobierno nacional tuvo equilibrio fiscal financiero, y a lo largo del año fue ganando credibilidad en que esto era sostenible en el tiempo y por ende, tendría un impacto permanente. Asimismo, diferentes medidas fueron favoreciendo la eliminación de los pasivos remunerados del BCRA, otro de los elementos clave que contribuyó a bajar las expectativas de inflación.
Además, cabe destacar que durante el año se produjo una fuerte corrección de precios de servicios que estaban muy retrasados.
Por su parte, la estabilización de los tipos de cambio financieros, producto del saneamiento monetario y de la solución mediante diferentes instrumentos de buena parte de los stocks heredados, colaboró también en forma creciente en estabilizar la demanda de dinero.
El año 2025 está arrancando con una dinámica positiva en términos de inflación. Los datos que relevamos en C&T para el GBA marcan una desaceleración en la tasa de inflación, que está corriendo abajo del 2,5% mensual, pese al alza estacional de componentes ligados al turismo. En este sentido sigue siendo clave la desaceleración del precio de bienes, incluidos alimentos y bebidas, que en diciembre tuvieron un incremento algo mayor que el 2%, por del aumento de la carne, pero que en enero se encuentra estable.
Para los próximos meses, la expectativa es que la inflación continúe bajando, y en nuestro escenario base cerraría el año algo por debajo del 20%. Sin embargo, es importante clarificar qué factores están detrás de esto. Por un lado, para alcanzar este resultado, el punto de partida es la contención de la oferta monetaria manteniendo el equilibrio fiscal. En segundo lugar, la mejora de la actividad económica implica una mayor demanda de dinero, la cual se potencia en la medida en la que las expectativas jueguen favorablemente. Los ajustes de tarifas serán notablemente más moderados que en 2024, a lo que se suma otro componente relevante en el corto plazo, que es la evolución del tipo de cambio. El gobierno anticipó que el crawl pasará de 2% a 1% mensual, lo que colabora en acelerar la desinflación en los bienes.
En torno a este escenario base puede haber desvíos para mejor o para peor, pero en un rango acotado. La persistencia del equilibrio fiscal es lo que provee esa ancla y es la gran diferencia con otros programas de estabilización de Argentina.