Qué hacer ante una catástrofe social convertida en problema estructural: Con amplios espacios densamente poblados con índices superiores al 40 y hasta el 50 por ciento, la pobreza se convirtió en el desafío mayor y más urgente para la democracia.
La pobreza en Argentina alcanza niveles de catástrofe. El desafío político que representa para quienes están al frente del gobierno, o lo estarán, es inmenso y no da demasiado margen de espera. Las cifras del Indec marcaban, para el primer semestre de este año, un nivel del 35,4 por ciento de la población en situación de pobreza, que subía al 52 por ciento en la franja de menores de 14 años. Pero la situación al día de hoy es peor: la estadística semestral se elabora promediando la de los dos trimestres que abarca, y se sabe –aunque el Indec no lo publica– que en el segundo trimestre la pobreza subió dos puntos respecto del primero. Con el nuevo shock devaluatorio y la inflación del tercer trimestre, la pobreza ya estaría, a esta altura, superando el 38 por ciento. ¿Qué propuestas se evalúan para atacar con urgencia este desastre, que en algunos centros urbanos del interior, como el conurbano bonaerense, Corrientes, Formosa, Posadas, Gran Catamarca, San Miguel de Tucumán ya rondaba o superaba el 40 por ciento? Más aun, alcanzaba al 45% en Santiago del Estero-La Banda y Resistencia, superando el 50 por ciento en Concordia. ¿Por qué fallaron los diversos programas que debieron haber erradicado el problema en un país con recursos más que suficientes?
«Algunos no pudieron, a otros directamente no les importó», sintetiza Rafael Kohanoff, dirigente empresario, hoy con 94 años, que participó de cada una de las concertaciones sociales que se intentaron desde la década del 70 hasta ahora. Desde diferentes experiencias, un reputado especialista, Daniel Arroyo, y un ex chico de la calle que hoy coordina grupos de ayuda social a personas en emergencia, Ivan Camaño, también proponen cómo encarar una salida, pensando en una solución definitiva. Uno trabaj junto al candidato del Frente de Todos, los otros dos le han ofrecido sus respecxtivas experiencias. Desde distintas miradas, pero con un mismo objetivo: dar respuesta al desafío más lacerante que hoy enfrenta la democracia argentina.
Por qué se agravó tanto
El principal desafío del próximo gobierno es comenzar a desandar el camino de destrucción del tejido social que desplegó la política económica de la administración de Cambiemos. Sobre un estado de situación delicado, con vastos sectores de la sociedad excluidos y otra gran porción en una fina línea entre el acceso o no a los bienes básicos, el gobierno de Macri generó en apenas cuatro años una suba de alrededor de 10 puntos de la pobreza.
Según Rafael Kohanoff, histórico dirigente de la CGE en los 70, y en la década posterior asesor en temas industriales del presidente Raúl Alfonsín, el abordaje del problema de la pobreza ha caído en un error recurrente: tendió a considerarlo con un enfoque asistencialista en vez de tomar a la persona pobre como un excluído al que hay que recuperar para la sociedad. «Si en lo que se piensa es en darle comida en un lugar colectivo, un techo bajo el cual dormir circunstancialmente, o una asignación fija pra que sobreviva, lo que termina pasando es que la persona queda estigmatizada: es pobre y vive con la ayuda social para los pobres, pero se lo condena a seguir siendo pobre, y para el resto de la sociedad, es una carga«, sentencia Kohanoff. «A lo largo de mis años de militancia política he visto a muchos dirigentes, desde intendentes a presidentes, pasando por ministros y gobernadores, que puedo asegurar que todos querían eliminar la pobreza y las desigualdades; gran parte de ellos me manfiestaba su sorpresa e incomprensión por el hecho de que, al término de sus gestiones, los resultados no eran los esperados», cuenta el veterano dirigente.
Ivan Camaño, músico santiagueño y activo organizador de redes de ayuda a personas en situación de emergencia social, particularmente en las provincias del noroeste, coincide en su mirada con el diagnóstico de Kohanoff, pese a la amplia diferencia de edad (tiene 37 años, 57 menos). «Muchas veces llegan desde Buenos Aires paquetes con ropa, mercadería, juguetes para gente pobre, pero lo que verdaderamente necesitamos es que nos respeten como personas, nos den trabajo para dignificarnos, nos permitan dejar de ser “los que viven del otro lado” para pasar a ser ciudadanos argentinos», subraya. Por ser ex pibe de la calle, dice conocer cómo razona alguien en situación de pobreza. «No se puede ayudar a las personas marginadas, incluso a las automarginadas, sin comprenderlas. Yo, como persona de la calle que fui, que vengo de la pobreza, pido humildemente tener mucho cuidado en hablar tan livianamente de los pobres«.
Daniel Arroyo, ex viceministro de Desarrollo Social y referente del equipo técnico de Alberto Fernández, se mostró en sintonía con esa demanda. Al ser consultado por Página/12 (entrevista de Javier Lewkowicz para este informe), reconoció un estado de deterioro social que requiere respuestas urgentes, que la pobreza es un fenómeno que se conviritó en estructural en Argentina y cuestionó las políticas de parches, particularmente la de estos últimos años que, a la par de un modelo macroeconómico que no paró de lanzar nuevos pobres como resultado, destruyó herramientas fundamentales. «La actual gestión implicó un retroceso muy grande, se cortaron programas de capacitación, créditos y desarrollo de cadenas productivas. Todo terminó girando alrededor de los bolsones de alimentos, pero la política social es más que eso”.
Las respuestas
“Tenemos un primera tarea de carácter absolutamente urgente que es parar el deterioro en los indicadores sociales. Para cortar con la caída hay una serie de planos sobre los cuales trabajar. El primero es el tema de los alimentos, ya que la fuerte suba de costos desacomodó los presupuestos de las familias, de ahí que haya crecido tanto la asistencia a comedores y merenderos comunitarios», puntualiza Arroyo, que trabajó en la elaboración del programa «Argentina sin hambre», que el Frente de Todos presentará este lunes (ver aparte).
«Es importante una ley de góndolas, para que nadie tenga más del 30 por ciento de la góndola bajo su manejo, lo que permite controlar el poder de los oligopolios. También hay que fortalecer las cadenas de comercialización de la economía popular, reducir el tema de la intermediación y fortalecer mucho el compre local”, indica Arroyo. «En segundo lugar está el problema del alto grado de endeudamiento de las familias. Para eso hay que generar un sistema de crédito no bancario a tasas bajas, del dos o tres por ciento anual para la compra de máquinas herramientas e insumos para el cuentapropismo financiado con fondos de la cartera social. En tercer lugar está el cuidado del trabajo de mujeres y jóvenes, proteger a los sectores que suelen emplear a esas franjas de la población. En cuarto lugar, generar mucha obra pública de infraestructura básica, mucha vereda, mucho cordón cuneta. Con estos cuatro ejes podemos parar la caída en los indicadores sociales”, agrega.
Según Kohanoff, a su vez, es imprescindible el respaldo y el compromiso de todas las organizaciones gremiales, sociales y de la pequeña y mediana empresa, en las transformaciones que deberá encarar el nuevo gobierno a partir de diciembre, «afrontando tanto las urgencias de la crisis en los sectores vulnerables, que es muy grave y compleja, para sepultar definitivamente las teorías y las prácticas de quienes sostienen que la desigualdad, la inequidad y la pobreza son situaciones que no se pueden evitar».
«Es necesario tomar medidas inmediatas para atenuar las consecuencias de la indigencia y la pobreza, aunque actuar sobre las consecuencias no impide la perpetuidad ni el aumento de pobres», describe Kohanoff. «Las medidas fundamentales deben estar orientadas a generar trabajo y techo para todos. La educación para un pobre adulto no es suficiente. La educación y el trabajo deben ser el camino para asegurar que sus hijos tengan mejor educación, salud, trabajo y techo», opina. «Para generar empleo, es fundamental impulsar y apoyar emprendimientos cuyo eje primordial sea dar respuesta a necesidades y problemas vinculados a la alimentación, indumentaria, educación, salud, transporte, agregando valor para cubrir las necesidades que el mercado y el Estado no lo están haciendo , y en los cuales tengan cabida los desempleados y pobres», apunta. Kohanoff viene trabajando, desde hace meses, en la implementación de este tipo de políticas (generación de empleo para la prestación de bienes y servicios sociales, que el llamado mercado no brinda) en municipios de varias provincias, con interesantes resultados en materia de inclusión social.
Ivan Camaño contó que, desde muy joven, aprovechaba sus giras como músico para interiorizarse de los problemas sociales, por esa sensibilidad que le había dejado haber sido un pibe pobre y en situación de calle. A su vez, interesaba a empresarios y dirigentes que fue conociendo en Buenos Aires para aportar soluciones a los más necesitados. «Fui conociendo mucha gente que me posibilitó gestionar la ayuda para los paisanos de mi pueblo, de Tucuman, de Salta, de cada pueblo que había recorrido conociendo sus necesidades. Asi, empecé de a poco a armar un voluntariado de amigos en todo el país, al servicio de ayudar a los más pobres. Estudié todos los programas ministeriales, los recursos que nos corresponden pero que una persona pobre jamás puede llegar a conocer. Los que tienen partidas para alimentos, para herramientas de trabajo, en Desarrollo Social, en Trabajo, en el INTA. Se me ocurrió porque yo vivi en situación de calle y sé que desde ahí no se conoce nada de esto, y muchas veces se te acerca gente nada más que para sacarse una foto con vos, o prometerte cosas que nunca te va a dar. Si hubiera un Estado presente no sería necesario estar buscando estas alternativas, y espero que en esta nueva etapa exista. Ya le hice saber a la gente que trabaja con Alberto Fernández y Cristina que toda esta experiencia mía está a su disposición, y ya hay gobernadores de mi región que están impulsando que se convierta en política de Estado».