En aquellas elecciones de 2006, el nacionalista también había obtenido la victoria en la primera ronda. Con 3.757.735 de sufragios, el 30,62%, aventajó por 6 puntos porcentuales a Alan García, que había logrado la adhesión de 2.984.881 de peruanos.
Sin embargo, en el ballottage, Ollanta Humala no logró conquistar al resto del electorado. Obtuvo 6.269.636 de votos, pero el actual presidente sedujo a 6.963.849 ciudadanos. Cerca de 700 mil votos lo alejaron del Ejecutivo.
En las elecciones del último 11 de abril, las cifras parecen calcadas. Con poco más del 28% de los sufragios, el líder nacionalista también aventaja a Keiko Fujimori por 6 puntos. En 2006, el discurso radicalizado de Humala hizo que los otros sectores políticos peruanos se volcaran a respaldar a García, que encarnaba la propuesta más conservadora. En esta oportunidad, el escenario no parece tan claro. Si bien Humala continúa generando rechazo en ciertos sectores del electorado peruano, la candidata fujimorista no se presenta como una candidata liberal clásica (al estilo García) y alimenta la incertidumbre.
Keiko Fujimori representa el pasado en Perú. Su padre, el ex presidente (1990-2000) Alberto Fujimori fue sentenciado en abril de 2009 a 25 años de cárcel, señalado como autor intelectual de dos matanzas perpetradas por un grupo clandestino del Ejército, en las que murieron 25 personas durante el conflicto interno contra guerrillas de extrema izquierda. Este antecedente ubica a la congresista en un lugar distinto al que ocupaba García en 2006.
«Creo que el elector de [Pablo Pedro] Kuczynski, Toledo y [Luis] Castañeda estará en una disyuntiva muy difícil, entre un candidato que en la apariencia representaría el antisistema o el regreso al pasado frente a una candidata que, con seguridad, ha representado en el pasado un proceso antidemocrático«, explicó Oscar Vidarte, profesor de Política de la Universidad Católica de Perú a AFP.
El especialista, además, adelantó que lo que puede preverse como una campaña negativa para desprestigiar al nacionalista sobre la base de su pasado -cuestión que lo perjudicó en el ballottage que disputó con Alan García en 2006- no será tan sencillo. «A Ollanta ya no le pueden sacar más, todas las cartas fueron puestas sobre la mesa en la primera ronda: la carta chavista, la carta estatista, la carta reformista. Todas esas cartas ya han sido abiertas, no habrá nuevos elementos contrarios que de alguna manera puedan causar impacto».
(Infobae)