Hoy se cumplen doce meses de la desaparición del submarino ARA San Juan con los 43 hombres y la única mujer que conformaban su tripulación. Nadie sabe dónde están, mientras los sentimientos de dolor, angustia, incertidumbre y desesperación siguen embargando a sus familiares y a millones de argentinos. Se argumentan decenas de hipótesis y se entrecruzan críticas entre ex y actuales altos mandos de la Armada, pero nadie asume responsabilidades por el luctuoso suceso.
Medios informativos de todo el país vienen reiterando esta semana los diferentes acontecimientos de la última misión del sumergible cuyo retorno a su base en Mar del Plata quedó trunco luego de tener su último contacto radial cuando estaba frente a las costas de Caleta Olivia, en la madrugada del 15 de noviembre de 2017.
Lo buscaron embarcaciones de superficie y aeronaves argentinas y de numerosos países extranjeros y hoy finalizará su misión de 60 días operativos el buque de la empresa Ocean Infinity que dispone la tecnología más avanzada del mundo para este tipo de rastrillaje de subsuelo marino.
Pero ni siquiera lo hallaron en el área donde supuestamente se detectó una explosión marina el mismo día de la pérdida de contacto y hasta ayer tampoco lo ubicaron frente a la Península Valdés donde los sonares de una corbeta de la Armada registraron “golpes de casco”.