Economistas evalúan el escenario cambiario preelectoral: La caída de 11 por ciento en dos meses de la divisa empieza a generar riesgos. Frena tensiones inflacionarias, pero potencia la expectativa de devaluación.
El dólar volvió a ser una preocupación en la city porteña. Esta vez no es la suba lo que altera los nervios de los inversores sino la caída sostenida de la cotización en las últimas semanas. La divisa finalizó el viernes en torno a los 43 pesos en las principales casas de cambio del mercado. Economistas consultados por este diario aseguraron que la caída del 11 por ciento en dos meses del precio del dólar empieza a generar riesgos.
Indicaron que es un arma de doble filo porque puede colaborar para frenar tensiones inflacionarias y reactivar el consumo en el corto plazo pero potencia la expectativa de devaluación para fin de año. Aseguraron que repetir otra vez la experiencia de la bicicleta financiera es una estrategia explosiva.
“La caída de la divisa en las últimas semanas puede ser transitoria y estar explicada por la restricción de liquidez de las empresas (necesidad de vender dólares para realizar el pago de los aguinaldos), el remante de liquidación de la cosecha y las subastas de 60 millones del Tesoro”, mencionó el ex gerente de investigaciones del Banco Central, Jorge Carrera.
Planteó que esto produce un riesgo de corto plazo. “Una vez que se terminen estos factores transitorios la suba de la divisa puede potenciar el nerviosismo de los inversores y obligar a rifar las reservas con intervenciones imprudentes en la plaza cambiaria”.
El cambio de las expectativas es otro riesgo de la apreciación para el mediano plazo. “Mantener esta paridad real muchos meses no es gratuito. La inercia inflacionaria sigue siendo elevada y altera las expectativas de los inversores.
El tipo de cambio planchado induce a muchos inversores a pensar que la divisa esta barata. El resultado es que aparecerán hipótesis que antes o después de las elecciones va a haber una corrección. La sensación del dólar barato potencia las condiciones para una nueva corrida”, mencionó Carrera.
El nuevo ciclo de bicicleta financiera (vender dólares en el corto plazo para invertir en tasa de interés en pesos elevadas mientras el tipo de cambio se mantiene quieto) empieza a ser una preocupación central entre economistas de todas las corrientes. Mencionan que la experiencia del año pasado deja claro que los capitales que llegan del extranjero no se van en forma gradual. El día que uno decide salir del mercado interno el resultado es que empiezan a irse de golpe todo el resto de los fondos.
Esta situación no depende de la política ni de las elecciones. El momento en que los capitales planifican su retirada resulta imposible de anticipar (en 2018 no hubo ningún consultor que previó el desarme de las Lebac).
La salida del mercado interno de los dólares del carry trade –los financistas llaman de esta forma a la bicicleta financiera– es una amenaza permanente en una economía en la que no se frenó el proceso de dolarización del sector privado. “Las compras brutas de divisas de los particulares se mantiene en niveles muy elevados. Se trata de una demanda que sigue en crecimiento en la medida que el tipo de cambio empieza a mostrar apreciación.
Los datos del último trimestre del balance de pagos lo muestran a la perfección”, mencionó Martín Burgos, economista del Central Cultural de la Cooperación. Aseguró que la apreciación empieza a licuar el efecto riqueza de los últimos meses (aumento de la venta de divisas).
“La estabilidad del dólar y estos niveles de inflación (cerca del 60 por ciento interanual) incentivan la compra neta de moneda extranjera e incluso el avance de algunas importaciones. La apreciación puede generar cierta reactivación en el corto plazo pero es un arma de doble filo en este modelo de apertura financiera y comercial casi irrestricta. Produce nueva presión sobre las cuentas externas: el principal punto débil de nuestra economía”.
El investigador del Centro Cultural de la Cooperación dijo que los controles sobre la cuenta capital serán una tarea obligada para el equipo que gestione la economía el próximo año. “El gran desafío es qué hacer con la compra de divisas de los argentinos. El tema muchas veces parece un tabú. Nadie lo quiere mencionar. No se puede hablar. Pero deberán tomarse medidas porque estos niveles de fuga resultan inviables para cualquier mercado interno”, cerró.