El «aislamiento respiratorio selectivo» que se impuso en la cordillera de Chubut, obligando a pobladores que habían tenido «contacto estrecho» con casos positivos de hantavirus a permanecer en sus hogares, no tiene antecedentes en el mundo para esta enfermedad y es seguido con atención por la comunidad científica.
Según publica diario El Patagónico, el dato fue confirmado por el director asociado del Área Programática Esquel, Jorge Elías, quien dijo a Télam que «no había nada escrito sobre algo similar y lo fuimos implementando sobre la marcha en la medida que los casos se daban y había que frenar la propagación, toda vez que se confirmaba la hipótesis del contagio de persona a persona».
El brote de hantavirus que se cobró 11 vidas y reportó 32 casos positivos comenzó hace tres meses en la localidad chubutense de Epuyén, en un cumpleaños de 15 al que asistió como invitado Víctor. D. (74), poblador de la zona rural dedicado a la recolección de hongos silvestres.
«El caso cero concurrió a la fiesta de cumpleaños para cumplir con el compromiso social a pesar de que estaba con algo de fiebre, sin saber que era portador del virus, y es evidente que allí comenzó la propagación» dijo Elías, exhibiendo el croquis donde se muestra la distribución de las mesas en el salón al que concurrieron unas cien personas.
En la mesa de invitados donde se instaló el poblador con hantavirus aparecen tres asistentes más que terminaron como positivos, otro en la mesa contigua y el restante del otro lado de un pequeño pasillo conformando el «primer anillo epidemiológico» de cinco, entre quienes estaba la menor de 14 años que falleció el 3 de diciembre -la primera víctima fatal-, día que se declaró el «alerta sanitaria por hantavirus».
Las autoridades sanitarias contaban con el único antecedente de la localidad rionegrina de El Bolsón, donde se había declarado un brote en 1996 con 18 casos positivos y en particular se sabía de una mujer con residencia en Buenos Aires que se había contagiado por su pareja, que había viajado a la cordillera y le transmitió la enfermedad, confirmando que el tipo de «virus Andes» de hanta se transmitía de persona a persona y no solamente a través de las secreciones del ratón colilargo.
«Ese antecedente fue clave porque acá teníamos la posibilidad de un contagio masivo y había que evitar la propagación, por lo que la primera medida fue un enorme trabajo de campo para informar a 51 personas que no salgan de sus domicilios, usen barbijos y eviten al máximo el contacto entre ellos» explicó Elías.