A las piñas. El maltrato a la Patagonia desde la gestión Macri se vuelve cada vez más lacerante, señala la Editorial de este domingo en la edición de papel del Diario Jornada de Trelew.
El brutal recorte a las asignaciones familiares que cobran los trabajadores patagónicos fue el último martillazo en las manos. Lo peor no es el dolor que causa este manotazo a los bolsillos de la gente. Tampoco lo es el dolor que ya causaron los otros tantos martillazos que han recibido buena parte de los patagónicos desde que asumió la presidencia Mauricio Macri. Lo peor, por si no queda claro, es saber que se vienen más martillazos y que serán más dolorosos que los anteriores.
Una de las primeras decisiones del Gobierno de Macri en contra de los intereses de la Patagonia fue la eliminación, a través de un decreto de “necesidad y urgencia”, del sistema de reembolsos adicionales para las exportaciones con embarque en puertos patagónicos.
El sistema beneficiaba a las exportaciones con embarques en los puertos de San Antonio Oeste; Puerto Madryn; Comodoro Rivadavia; Puerto Deseado; San Julián; Punta Quilla (Río Gallegos); Río Grande; y Ushuaia. Hubo mucho pataleo y una pequeña campaña de legisladores patagónicos para voltear el decreto en el Congreso. Pero nunca sucedió porque, sencillamente, no se consiguieron los votos necesarios para dar marcha atrás con el DNU de Macri.
Después vinieron los sucesivos tarifazos a los servicios públicos con frases insultantes incluidas: por ejemplo, la de Rogelio Frigerio en 2016, cuando dijo que en la Patagonia “la gente anda en remera en la casas y abre las ventanas porque tienen calor de tanta calefacción”. O la del propio Macri, no hace mucho, cuando se quejó por la “incoherencia de que en algunas ciudades del sur calefaccionan las veredas con losas radiantes”.
El bloque patagónico contra el ajuste que ahora impulsa el gobernador Mariano Arcioni parece haber llegado tarde. Encima, sus pares de Río Negro, Alberto Weretilneck, y de Neuquén, Omar Gutiérrez, lo dejaron pedaleando en el aire y eligieron seguir siendo súbditos del Gobierno nacional.
Para Arcioni tampoco la posición es cómoda. Hace pocos meses, el gobernador y su equipo “militaban” todos los días la aprobación en la Legislatura del Pacto Fiscal que había firmado con Macri. Ahora, enfrentado a la Casa Rosada, habla de una “reparación histórica” que, precisamente, se fue por la canaleta del Pacto Fiscal que firmó. O sea: lo convencieron de firmar un pacto porque así iban a llegar fondos frescos para mitigar la crisis; lo presionaron para que lo apruebe en la Legislatura; y después lo dejaron solo.
Este diario ha marcado sistemáticamente desde la asunción de Macri el método perverso que la alianza Cambiemos ha ejecutado contra la región patagónica en general y con Chubut en particular. La perversidad radica en castigar más a las provincias menos dóciles y en donde la imagen o el desempeño electoral de Macri nunca ha podido salir del subsuelo.
Chubut es un claro ejemplo: por si alguno no lo recuerda, el actual Presidente salió tercero en la primera vuelta de las elecciones de 2015 con el 21% de los votos (detrás de Daniel Scioli, que sacó 41%; y Sergio Massa, que obtuvo el 29%). En la segunda vuelta de octubre de aquel año, quedó más claro aún que la mayoría de los chubutenses no querían a Macri en la Casa Rosada y el candidato de Cambiemos perdió por escándalo con Scioli: 59% a 41%.
En 2017, cuando hubo que renovar dos bancas de diputados nacionales, tampoco hubo una gran respuesta del electorado chubutense a las políticas de Cambiemos. Aunque hizo una gran elección, Gustavo Menna terminó apelando al voto radical tradicional para poder hacer una buena elección. Pero así y todo, salió segundo detrás del candidato oficialista, el ahora gobernador Mariano Arcioni.
Menna, precisamente, es el dirigente político de Chubut que peor parado ha quedado por las medidas del Gobierno nacional. Hace nueve meses era la “esperanza blanca” de Cambiemos para destronar al peronismo en 2019, tras cuatro períodos electorales. Pero lo hicieron quedar en ridículo al hacerlo salir a negar por la tapa de los diarios que era mentira que el Gobierno nacional pensaba en recortar beneficios para la Patagonia, y el viernes no le quedó más remedio que sacar un comunicado cuestionando el recorte de las asignaciones familiares. A este paso, las aspiraciones de Cambiemos de ganar la gobernación en Chubut van a terminar en el baúl de los recuerdos.
Hace pocas semanas, en esta misma columna se alertó sobre un plan del Gobierno nacional para recortar miles de millones de pesos en concepto de transferencias a las provincias patagónicas. Casi a coro, la mayoría de los dirigentes chubutenses de Cambiemos, acompañados por un sector de la prensa afín, salieron a desmentir esa posibilidad. Es más, va a quedar para algún libro sobre la historia del periodismo local una columna especial firmada por el presidente Macri en un diario del Valle (que no es Jornada, por supuesto), titulada: “Este es el camino”. El ingeniero que ocupa la Casa Rosada dijo en esa columna varias cosas insólitas. Una de ellas, “estamos avanzando en el camino correcto y nos encontramos frente a la oportunidad histórica de convertirnos en un país pujante e inclusivo. Pero lo más importante, lo más esperanzador, es que lo estamos haciendo juntos.” ¿Juntos?
El Presidente -o su aparato de comunicación- escribió eso en el mismo momento en que se afilaban las tijeras para recortar miles de millones de fondos que le corresponden a la Patagonia. Ya sabía a esa altura, seguramente, que se venía un brutal sablazo a las asignaciones familiares de más de cien mil trabajadores patagónicos.
A esta altura no suena descabellado escuchar algunos pronósticos oscuros que creen que las asignaciones familiares fueron apenas la punta de lanza de un recorte mayor que incluirá los jubilados, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el concepto de “Zona Desfavorable” en los convenios de casi todas las actividades.
Por todo lo que hizo hasta ahora y por todo lo que vendrá, vaya esta ironía: gracias por tanta ayuda, señor Presidente. No necesitamos más.