Sin haber estudiado cocina, heredó la pasión que sus abuelas tenían por la panadería y la pastelería. Con tan solo 20 años, caló profundo con su conmovedora historia de vida entre el público argentino. Para celebrar el Día Nacional del Panadero, una charla a fondo con Salas y por qué se convirtió en una revelación de la cocina.
El Congreso de la Nación estableció que el 4 de agosto sería en Argentina el Día del Panadero o Día Nacional del Obrero Panadero. Todo surgió gracias a la fundación del primer sindicato de este rubro en 1887 llamado la «Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos». A esta sociedad hoy se la conoce como UPPA (Unión del Personal de Panadería y Afines).
Y si de panaderos se trata, Gastón Salas es el nombre que más se escucha por las calles, en la tele y en las reuniones sociales últimamente. Con solo 20 años se alzó triunfante en el programa de televisión Bake Off Argentina. Y es que la pasión por la cocina, la pastelería y la panadería la lleva en la sangre desde que «tiene uso de razón», como le aseguró en una charla a Infobae. Oriundo de Comodoro Rivadavia, el centennial ganador de 500.000 pesos, se lleva el primer premio y fue catalogado como el «panadero del año».
«Mi pasión por la cocina comenzó desde muy chico, prácticamente desde que tengo uso de razón. Miraba atento los programas de cocina y también leía revistas especializadas», compartió el joven panadero y pastelero.
Si bien Gastón confesó nunca haber estudiado cocina, con tan solo ver videos por las redes sociales y practicando a prueba y error cada una de las recetas que se propone dominar, logró convertirse en un joven maestro pastelero, y así ganarse la admiración y el cariño de los televidentes y el premio del programa de cocina.
Heredó su pasión de sus abuelas Mabel y Cristina y su bisabuela Irene. Si bien todo para él arrancó como un juego, un momento de diversión y de ocio que lo unía con estas grandes presencias femeninas en su vida, a los 12 años comenzó a vender sus propias delicias por Comodoro Rivadavia.
En este sentido, señaló que “cuando vi la propaganda en la televisión del programa y sin ánimos de poder llegar a quedar seleccionado envié un mail y a los dos días me llamaron para hacer el casting. Así fueron tres castings más hasta que llegó el mejor llamado de mi vida: que había quedado en la lista de los 12 mejores pasteleros amateurs del país”.
“Haber participado del Bake off Argentina y haberlo ganado fue una experiencia que les voy a contar a mis hijos y nietos. Fue un salto al mundo que me abrió los ojos en todos los sentidos y ganarlo fue un sueño desde que entré”, indicó.
Asimismo, aclaró que “fue muy duro, extrañé mi ciudad, pero sobre todo a mi familia. Sin embargo, gracias al apoyo de mi familia desde lejos, aprendí a querer a Buenos Aires”.
“De Pamela Villar, aprendí la elegancia en un postre. De Damián Betular, la perfección, y de Christophe Krywonis, que menos es más”, expresó.
En este marco, recordó que “para mí ser panadero es poder entregarle cosas ricas a la gente que uno quiere. Es un sentimiento muy lindo que llena el alma y para mí significa el amor por los ingredientes”.
“Quise ser panadero porque me di cuenta de que horneando era feliz. Mi mayor aprendizaje fueron mis abuelas, los libros y los programas de cocina. De la panadería lo que más me gusta es la elaboración de petit fours (mini degustaciones de dulces o salados de la cocina francesa) y todo lo relacionado con la decoración”, afirmó.
Por otro lado, explicó que “los ingredientes que necesitamos para hacer una masa madre son levadura, azúcar, harina y agua tibia. Esta tiene dos días de fermentación antes de su cocción; cuando la masa empieza a burbujear y huele avinagrado es que ya está lista”.
“Sin dudarlo, para mí el mejor pan, es el pan de campo y por supuesto el que hace mi abuela. Para acompañar la baguette, elegiría una buena picada. Para el francés, las pastas, y para el pan árabe, una carne mechada”, mencionó.
“Mi mejor creación en la panadería son los bizcochuelos y la peor el hojaldre. De la panadería internacional me gustan mucho el croissant y de Argentina los cañoncitos de dulce de leche”, añadió.
Finalmente, Salas concluyó que “a la panadería nacional en mi opinión, le falta innovar para mostrar cosas nuevas y redefinir el futuro de la panadería nacional.