Martín Weizel recibió un disparo en el cuello que puso en jaque su vida. Permaneció internado en terapia intensiva por dos semanas y logró recuperarse, pero con secuelas. Su esposa revende plantas para mantener a la familia y todavía no hubo justicia por el intento de homicidio.
El 11 de mayo de este año, Martín Weizel salió de trabajar y fue a dar vueltas con su jefe. Al vehículo donde iban se subieron dos mujeres con intenciones de concretar un acto sexual, pero el joven se negó. Por esto pidió descender del auto y quedó solo en Dorrego y Urquiza, pleno centro de Comodoro.
Minutos después las mujeres que iban en el auto se comunicaron con él acusándolo de haber robado un celular, lo que Weizel negó por completo. Para corroborar su versión, las hasta ahí acusadoras se acercaron al lugar donde estaba el joven.
Una vez allí, siguieron discutiendo hasta que una de las mujeres sacó un arma de fuego del auto y le disparó sin mediar palabra desde distancia corta en el cuello al joven, dejándolo malherido tirado en la calle.
Una camioneta roja lo vio y no dudó en levantarlo para llevarlo al Hospital Regional. Eso le salvó la vida, puesto que en el nosocomio pudieron realizarle una esternotomía por la grave herida que le produjo el balazo.
Martín pasó una primera semana en shock hipovolémico por abundante pérdida de sangre. Para colmo, no había donantes. Gracias a la difusión de su situación en los medios y una exhaustiva búsqueda con carteles en las calles de por medio, lograron conseguirlo.
Fueron 17 días internado en terapia intensiva los que debió atravesar el joven antes de ser dado de alta. Su familia lo esperaba en su casa aquel 1 de junio, aunque varios días más tarde debió volver al nosocomio para que le saquen los alambres que le habían colocado para unir el esternón y desinfecten la herida.
Producto del disparo que recibió ese día, perdió casi totalmente la función de su mano derecha. “Él era albañil y hoy en día no puede trabajar. No tiene más fuerza en la mano, no es capaz de romper siquiera una galletita”, detalló Virginia Valderrey, su esposa, en el aire de EL COMODORENSE RADIO.
“Nos sentimos totalmente abandonados por la justicia, tenemos una nena de un año y medio. Nunca nadie se acercó a preguntarnos si nos hacía falta algo”, manifestó la mujer con suma desesperación, debido a que “de la mayoría de los gastos médicos nos hicimos cargo nosotros”.
En la actualidad Martín necesita una medicación a la que no pueden acceder por su precio elevado, que al no tomarla “tiene unos dolores horribles”, lamenta Virginia, que hoy es el sustento económico del hogar.
Tras que el joven dejara de tener la posibilidad de trabajar como albañil debido a que tiene su mano derecha casi inutilizable, la única entrada de dinero es a través de la reventa de plantas que realiza Virginia para mantener a su esposo y la pequeña hija de ambos.
“La vida nos cambió completamente de un día para el otro”, admitió la mujer en comunicación con EL COMODORENSE RADIO pidiendo “justicia y que se hagan cargo de los daños económicos” por lo que ella califica como “tentativa de homicidio”.
Por el caso las dos mujeres sindicadas de ser autora y coautora del hecho se encuentran con prisión domiciliaria. Según Virginia, hay una tercera persona que no está imputada. “A las dos culpables se les mandó carta documento para que reparen los daños”, pero aún no hubo respuestas para la familia que el 11 de mayo todo se vio derrumbado por un ataque con arma de fuego hasta ahora sin consecuencias legales.