Afectos a la menor incertidumbre posible, a rumbos claros y definiciones contundentes, la eventual consolidación de un escenario de tres tercios inquietaba no sólo al mercado sino también a los empresarios que lidian cotidianamente con las serias dificultades de una economía que se enfría y que, a partir de hoy, avanza hacia una temporada de huracanes de imprevisible intensidad.
Pero ni entre sus peores temores imaginaron los resultados que arrojó ayer la votación en las primarias y que acerca a la economía argentina un paso más hacia al abismo, indica Infobae.
Desde la semana pasada, cuando empezaba a hacerse más palpable una fuerte derrota del oficialismo, en el mundo de la industria y las grandes empresas sobrevolaba un fantasma: el de una nueva crisis política ante un Gobierno con clara pérdida de representatividad. Ese fantasma se agigantó anoche ante el imprevisto y sólido triunfo de Javier Milei.
“Aunque a veces parezca que sí, la inestabilidad financiera no es amiga del consumo ni mucho menos de la producción. La espiralización de las variables que podemos llegar a ver van a parar todo”, pronosticó un hombre de la industria, estupefacto ante los datos que surgieron ayer del centro de cómputo electoral.
El razonamiento es compartido entre sus colegas, particularmente en aquellas empresas vinculadas al consumo masivo como supermercados, alimenticias y fabricantes de productos de higiene.
“Una aceleración del dólar oficial o un salto de la brecha que haga que se dispare la inflación indefectiblemente va a generar un frenazo aún mayor del consumo. No teníamos forma de hacer previsiones para los próximos meses, ahora mucho menos. Nos manejamos desde hace meses ya sin un presupuesto, todo es día a día”, confiaron en una de las principales compañías de origen nacional, donde afirmaron que ya hace más de dos meses detectan una retracción del consumo pero se preparan para una caída mayor.
En ese contexto, coincidieron las fuentes, la primera variable de ajuste será el nivel de empleo. Si bien la industria está en clara desaceleración según los datos oficiales -marcó una caída de 2,3% anual en junio, el último dato disponible- el nivel de ocupación registrada aún no parece acusar algún impacto de ese enfriamiento.
De hecho, a hoy, el empleo registrado arroja 34 meses consecutivos de suba, aun cuando gran parte de esa suba corresponde a trabajo precario y monotributo, categoría en la que los planes sociales tienen alta incidencia.
Esa dinámica, advierten los expertos, es insostenible en el mediano plazo dado el contexto de una economía que lejos de encaminarse hacia una recuperación, tiende a profundizar una fase recesiva. Lo confirman desde el sector productivo, donde empiezan a temer lo peor: “Tarde o temprano, si el entorno no acompaña, tenés que ajustar».
«Hasta ahora, todas las empresas, incluso las pymes, sostuvieron los puestos de trabajo como pudieron. En un escenario de probable shock como el que estamos enfrentando, eso se vuelve imposible”, confesaron en otra de las grandes compañías empleadoras del país.
En el sector financiero, el pánico también se extendió desde temprano. Ninguno de los “favoritos” tuvo una buena performance electoral y la expectativa de un salto del dólar a $700 tal como marcó desde la madrugada la cotización del dólar cripto puede despertar los peores demonios para el sistema.
A fin de cuentas, ganó el candidato que promueve una dolarización y el “fin de las Leliqs”, aquellos instrumentos de deuda que les coloca el Banco Central para retirar el excedente de pesos que inyecta en la economía y que son, como no dejan de repetir los banqueros, “la contracara de los depósitos” de los ahorristas. A la luz de los resultados de anoche, esa aclaración sólo puede encarnizar más profundamente los temores.
Seguramente un primer indicio del estado de shock en el que entró el mundo empresario y de las finanzas se verá en las próximas horas, cuando en el mercado de capitales la cotización de los papeles de las compañías de distintos sectores refleje los primeros impactos del saldo que dejaron las PASO.