Estadísticas, encuestas y sensaciones contradictorias en consumo y confianza

El e-commerce redobla las transacciones con tarjeta en mensualidades justo en octubre, previo a las elecciones del fin del mundo para los mercados, mientras el consumo general viene de un -14% de recaída. Aun así,…

sábado 26/10/2019 - 21:46
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El e-commerce redobla las transacciones con tarjeta en mensualidades justo en octubre, previo a las elecciones del fin del mundo para los mercados, mientras el consumo general viene de un -14% de recaída. Aun así, los medidores de luz captaron 4% de incremento en el uso de la electricidad, y para colmo a contramano del -1% del indicador fabril que sigue FIEL.

La demanda eléctrica en aumento puede responder al congelamiento de la tarifa, pero es también coherente con el mayor movimiento que se viene apreciando en ferias, talleres y demás canales informales, donde se canalizan, sobre todo, los recursos de los planes sociales y pauperizados. Funciona un tome y traiga en efectivo, alejado del alcance de la AFIP.

Terminó sorprendiendo también la exitosa promoción de cuotas sin interés con las motos: perforó el piso de las 20 mil motos vendidas en un mes e inspiró al Ministerio de Producción y Trabajo y la Cámara de Fabricantes de Motovehículos (CAFAM) a prorrogarla.

Asimismo, acaba de aparecer una estadística aún más llamativa, a la luz de esos registros: en plena volatilidad cambiaria y un clima de profunda desconfianza, el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella detectó ya en octubre un alza en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del 4% sobre el mes pasado. La particularidad obvia que se desprende es que los que traccionaron el mayor optimismo (5%) son los que están más arriba en la pirámide socioeconómica, mientras la respuesta de los de menores ingresos fue mucho más moderada aunque en positivo (2%). El rubro bienes durables e inmuebles (que representa el comportamiento de los 1ros) es el que más fuerza hizo para levantar el promedio, lo mismo que los bonaerenses y del interior por sobre los que habitan e n CABA.

La vida podrá darle sorpresas al compositor panameño de salsa, Rubén Blades, pero no a esta curada de espanto tridimensional sociedad argentina, en vísperas de unas elecciones que prometen, desde el día después, el diluvio económico.

Y así resulta que:

  • De la mitad de la pirámide socioeconómica para arriba se nota que hay compras de todo lo que se puede pagar en pesos a tarjetazo limpio, apelando a los planes de 12 y 18 cuotas sin interés, con o sin los Ahora de la promoción oficial.
  • De la mitad para abajo buscan deshacerse de todos los billetes devaluados posibles en ferias barriales que ni saben de la existencia de la AFIP.
  • De la mitad, o más, de bancarizados de aquella 1ra. parte superior, aflora una legión cada vez mayor de ciberconsumidores, que clickea ofertas desde sus smartphones y compus por electrónica, electrodomésticos, viajes, indumentaria, equipamiento hogareño, etc.

Las conclusiones sonarían, en consecuencia, algo erráticas:

  • El e-commerce crece y se multiplica pero apenas deja rastro en las estadísticas globales, ya que aún no llega ni al 4% de lo que facturan a la vista los retails y locales físicos
  • La economía negra, según cómo se la pondere, cubre con un manto a casi a la mitad de las transacciones que se hacen en el país
  • Unos pocos participantes en el día a día de la especulación con los múltiples tipos de cambio, que entran y salen de títulos y acciones, arbitran pases con el exterior, ojean reservas y están pendientes de la evolución del dólar

En este contexto tan dispar, ocurren contradicciones estadísticas, como que el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) haya arrojado una caída del 1% mensual en agosto y el IPI industrial de FIEL retrocediera en setiembre -1,9% respecto del mes anterior, pero la demanda de electricidad aumentara en el mismo lapso más de 4% en todo el país y entre 8 y 9% en el área metropolitana de Buenos Aires.

Si los medidores de no mienten, hubo muchísima más actividad que la declarada en las encuestas oficiales.

Un indicio al respecto se encuentra en la versión que recogió el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella entre el 1 y el 11 de octubre a partir de la cual construye el Índice de Confianza del Consumidor (ICC): le dio 4% por encima de la del mes pasado, con la que se mejora en 34,1% al mismo período de 2018.

La distribución de ese porcentaje general por nivel de ingresos desnuda claramente la diferencia en las percepciones, según desde donde se lo mire: el optimismo trasuntado por el 5% de los encuestados mejor posicionados económicamente contrasta con el 2% que sumó la visión positiva de quienes sobreviven varios palos más abajo en el gallinero.

No extraña, en consecuencia, que la cuota mayor de buena onda haya correspondido al rubro Bienes Durables e Inmuebles (5,6%), pero sí llama la atención que el enfoque de la Situación Macroeconómica hubiese aumentado 5,3% si bien el de la Situación Personal fuese inferior: 1,6%.

En este caso, estaría implícito otro “metamensaje” raro, que podría leerse como que la gente no siente que no le está yendo tan bien en lo particular aunque en lo general sí reconoce una mejoría (?).

¿Qué significa que la mejor performance de la confianza provenga del Gran Buenos Aires (6,5%), más que del interior (4,7%), pero haya bajado -4,9% en Capital Federal? ¿Obedece a la actualidad o proyectan el futuro?

Las consultoras no detectan precisamente expectativas positivas para las familias y empresas. Los indicadores que heredará el próximo gobierno traen una inercia negativa de entre 1,5 y 2 puntos, una especie de hipoteca al crecimiento.

No perder el trabajo, que los ingresos alcancen hasta fin de mes, que no se bajen persianas, serán deseos en los brindis de Año Nuevo con los que se reemplazará a la terminología de rutina, como prosperidad y mejora.  

Estadísticas, según el cristal con que se miren

En vísperas de un trascendente comicio presidencial, como el del domingo, las encuestas vuelven a convertirse en sospechosas por haber sumado una 4ta., a los “3 tipos de Mentiras” que se hicieran famosos en los dichos del Primer Ministro del Reino Unido, Benjamín Disraeli, respecto de la política, y del escritor Mark Twain, de la literatura: Las Mentiras, las Malditas Mentiras y las Estadísticas.

En el plano social, caracterizado por una creciente desigual distribución del ingreso, que en Argentina potencia en forma persistente la elevada inflación, el amplio margen de error incremental inmanente agrega un matiz no menor a las manipulaciones engañosas contenidas en aquella clasificación: las generalizaciones numéricas y las lecturas macro pocas veces coinciden con las realidades que cada uno palpa en el quehacer cotidiano.

Pero tampoco los cruces de datos facilitan aproximarse a una conclusión veraz: 5 millones de pobres medidos por quienes quedan por debajo del costo de la canasta básica, actualizado a setiembre en $34.784.

Estarían por ejemplo incluidos los poco más de 4 millones de jubilados a través de moratorias que cobran la mínima de $12.940. Y habría que ver cuántos de los que se acogieron al beneficio (hay quienes hablan de que se trata de una mayoría) ya habían generado sus propios ahorros con actividades independientes no declaradas y que, por lo tanto, no habían efectuado aportes. 

La web chequeado.com confirmó que unos 5 millones de personas estarían cobrando planes sociales, a los que se deberían agregar programas focalizados en ciertas áreas o para poblaciones en riesgo, y los provinciales o locales.

Los subsidios nacionales surgen de la suma de los más de 3,6 millones de Asignación Universal por Hijo  (AUH), las asignaciones por embarazo, el plan Argentina Trabaja, las pensiones no contributivas y la última moratoria de jubilaciones.

De ahí que si se los toma por los 2,5 millones de hogares que reciben las ayudas, de acuerdo con los cómputos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), la cantidad sería bastante mayor.

Pero si se les descontaran los 700.000 que especialistas como Daniel Arroyo sostienen que paralelamente se desempeñan en algún trabajo no registrado para no perderlos, el neto debería bajar.  

Además, ¿cuántos de los que figuran entre los 2 millones de desocupados están trabajando en negro para integrar ese ingreso al que les entra por los planes sociales?

Otro de los espejismos estadísticos está latente en contradictorios datos de los que se nutre el comportamiento general del consumo.

Nada más que ver que en el 1er semestre del año las ventas minoristas en general, entre las físicas y las virtuales, descendieron -12,4%, según releva la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), mientras en el mismo período hubo 21% más de órdenes de compras generadas por el comercio electrónico, de acuerdo con la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE).

Aunque sean parte de lo mismo, la gran mayoría (que es cada vez menor) tiró muy para abajo y la minoría que va en crecimiento muy hacia arriba. Conviven con una actividad informal equivalente que recién figura estimada cuando se calcula el PIB.

Fuente: Urgente24

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