La superstición de que los felinos de color oscuro traen mala suerte provoca que sean discriminados a la hora de la adopción, abandonados por sus dueños o hasta sacrificados, al creer en un mito tan antiguo como el del viernes 13.
Los gatos son la segunda mascota más elegida por los argentinos para tenencia en el hogar, después de los perros.
Miles de perros y gatos van a parar a refugios de animales cada día en el país. Muchos de ellos, afortunadamente, son adoptados en edad temprana, aun siendo cachorros, mientras otros deben esperar más tiempo o a veces, terminan viviendo en esos lugares.
Este infortunio se repite mayoritariamente con los gatos de color negro, afirman los mascoteros. Es que este animal acarrea un mito que lleva siglos arraigado a distintas sociedades en las que se lo considera “de mala suerte”, y esto ha llevado a las personas a pensarlo dos veces antes de adoptar una mascota de ese tipo.
Sin embargo, no hace falta más que sentido común para dar cuenta de la falsedad del mito, o hacer foco en el significado de la palabra en sí: el mito es una historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que tienen en realidad, lo que sucede con el gato negro, al que se le atribuye la mala suerte.
Dicha creencia ha llevado a los animales de este tipo a sufrir discriminación a la hora de ser adoptados, ser abandonados por sus dueños o hasta ser sacrificados, ya que son usados en rituales paganos en fechas específicas.
Es hora de sacarse de encima un mito que pone en riesgo la vida de unos felinos que nunca tuvieron la culpa de una –ridícula- creencia del ser humano, y que aun al día de hoy, sufren sus consecuencias.