A Daniel Córdoba le cuesta decir que no. Un nuevo mensaje en su celular, de una persona que no conoce, lo obliga a rechazar un nuevo trabajo por falta de tiempo. “Estoy siempre pensando cómo puedo hacer para cumplir con todos”, dice.
El hombre de 34 años, nacido y criado en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, comenzó a limpiar casas y oficinas por necesidad y casualidad. Daniel se despierta todos los días a las 5.30 para desayunar y tomar dos colectivos hasta un edificio ubicado en la localidad de Rada Tilly, en donde desde hace siete años es el encargado.
“El trabajo es de 8 a 12 y fue mi jefe, que tiene un estudio de abogados, el que me propuso limpiar sus oficinas en una época en la que yo estaba muy mal por la muerte de mi mamá”, recuerda Daniel, en diálogo con TN.
Su madre falleció durante la pandemia y él, que la atendía y era muy cercano a ella, quedó devastado. Ante el ofrecimiento, Daniel aceptó con el propósito de ocupar su tiempo y a la vez ganar más dinero para solventar sus gastos.
“Somos cuatro hermanos y estudié para ser contador, pero dejé en segundo año porque no me dieron los finales”, cuenta.
Con el correr de los meses, de la oficina de abogados pasó a limpiar una peluquería, un bar y la casa de la hija de su jefe, que llevaba seis meses de embarazo y no podía realizar las tareas del hogar.
“Ella no podía hacer mucha fuerza. Él me preguntó si me animaba a ir una vez por semana a limpiarle su casa. Tenía mis dudas y mis miedos, pero jamás tuve inconvenientes. Y después fueron apareciendo recomendaciones, de boca en boca, personas que ni me conocían”, explica Daniel.
De lunes a lunes su semana está íntegramente cargada de actividades laborales: “Tengo la agenda completa”, remarca el hombre que en el edificio también trabaja los sábados, día que por la tarde colabora con una ONG en hogares de ancianos y merenderos.
“A mi casa llego a eso de las 20. A veces mis hermanos me dejan a sus sobrinos, que quieren estar conmigo. Y los tengo hasta las 22. Saben que a esa hora me gusta estar en la cama durmiendo”, indica.
“Sin este ingreso no llegaría a fin de mes”
“La hora la cobro $1000. Sucede que es gente que conozco, siento que no les puedo cobrar más. Si estuviese muy necesitado la cobraría $1500″, destaca.
Daniel, que vive en un departamento que le alquila a su padre, gana cerca de $130.000 por su trabajo como encargado y obtiene un adicional de aproximadamente $35.000 mensuales limpiando casas.
“Al estar fuera de casa tantas horas no consumo tanto, pero utilizo ese dinero para pagar los colectivos y los gastos de la calle. De todas maneras, si bien ahora puedo ahorrar un poco, sin este ingreso no llegaría a fin de mes”, revela.
Cuando tiene un rato libre, Daniel suele salir a caminar con amigos o programar alguna cena con ellos, mayormente los fines de semana. “También necesito estar solo, en casa, mirando la tele”, agrega.
“Por suerte le alquilo a mi papá, que me cobra menos y no me obliga a pagarle en fecha. Surgió en un momento en el que quería vivir solo y mis viejos prefirieron que esté ahí, en un departamento que justo se desocupaba. Si hubiese tenido que alquilar en otro lado no me alcanzaba el dinero”, dice.
Daniel completa: “Antes vendía ropa con mi mamá, siempre con mucho sacrificio. Mis hermanos se ríen porque les digo que ser empleado doméstico me gusta. Sí, es sacrificado porque me duelen los huesos y la cintura, pero cuido bastante mi dinero y puedo comprarle la comida a mis perros. Con eso me alcanza”.