Para el tercer trimestre de año, según la medición de la UCA, la pobreza será del 44,7% y la indigencia llegará al 9,6%, mientras que si se eliminaran los planes sociales, los índices se acercarían el 50%. En tanto, la pobreza afectó al 62,9% de los niños y niñas.
El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA -que define a la pobreza como la privación económica que afecta al desarrollo de las capacidades humanas en diferentes dimensiones de la vida social- describió que el aumento de las cifras de pobreza e indigencia se explica por el freno al crecimiento económico, la inflación y la falta de creación de empleo formal.
A modo de ejemplo, durante los últimos 23 años el crecimiento promedio per cápita fue del 0,73% anual, “claramente deficitario para atender deudas sociales históricas, o para dar un salto en ciencia y tecnología, o para responder a justas demandas sociales, y, sobre todo, permitir invertir en el capital humano de las nuevas generaciones”, indicó el documento, que traza una radiografía social desde junio a septiembre de este año.
“La causa de la pobreza ha sido y sigue siendo la falta de inversión y de un crecimiento equilibrado entre sectores dinámicos y sectores tradicionales, con capacidad de generar más y mejores empleos, o, incluso, trabajos dignos en la economía informal”, sostuvo el escrito, que reforzó que con cada nueva crisis aumentan las cifras de pobreza y pese a los períodos de recuperación, no se vuelve al período inicial.
Qué pasó con la pobreza en el tercer trimestre del año, según la UCA
En concreto, para la UCA, la pobreza en el tercer trimestre del año llegó al 44,7%, lo cual representó una suba de 1,6 puntos en relación con la misma medición al cierre de 2022. En tanto, la indigencia se ubicó en 9,6%, que significó una suba de 1,5 puntos comparado con los meses finales del año anterior.
En el caso de las cifras de pobreza, la situación se agrava si se observa la incidencia en los niños y niñas, ya que en la población de 0 a 17 años, la pobreza llega a 62,9%.
Aquí aparece también un punto clave, que es la relevancia que tomó la asistencia social para recomponer los ingresos de la población más vulnerable. A saber, el informe de la UCA señaló que la tasa de pobreza del 44,7% se elevaría al 46,6% si esas personas no recibieran bonos extraordinarios, llegaría a 47,6% sin la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros programas; y sería del 49,1% si se eliminara la AUH, otros programas y las pensiones no contributivas.
Para el caso de la indigencia, cuya tasa promedio para el tercer trimestre de 2023 fue del 9,6%, la cifra subiría a 11,3% sin bonos extraordinarios; iría a 17,1% sin la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otros programas; y sería del 20,1% sin la AUH, otros programas y las pensiones no contributivas.
En los últimos años, además, se profundizó un fenómeno vinculado a la pérdida del poder adquisitivo vinculado al alza de los precios, que es el de los trabajadores formales que se encuentran bajo la línea de pobreza. En este sentido, la UCA reportó que un 32,5% de los trabajadores residen en hogares en situación de pobreza. Es decir, más de un tercio o más de tres de cada 10.
“Desde hace mucho tiempo, aunque la economía argentina crezca, no se generan empleos de calidad. Con las recuperaciones parciales de la economía se recupera parte del empleo perdido, pero las nuevas capas se refugian en la informalidad. Al mismo tiempo que las remuneraciones reales sufren un continuo deterioro real, esto no solo ocurre por la puja distributiva, sino fundamentalmente ante una caída en la productividad media del trabajo”, analizó el informe.
“Por lo mismo, si bien la participación de los trabajadores asalariados formales en el ingreso ha tenido y continúa teniendo un peso insuficiente, la evolución de la media de ingresos ya no es representativa de los ingresos reales de los trabajadores”, detalló.
¿Qué puede pasar con las cifras de pobreza en los próximos meses?
En este contexto y frente a un cambio de gobierno que anticipa que se realizará una serie de recortes en el gasto público para avanzar el equilibrio fiscal y que continuará la alta inflación por los próximos meses, una de las mayores inquietudes por estos días es qué puede pasar con las cifras de pobreza e indigencia de aquí en adelante.
El panorama para lo que viene, a priori, no es alentador. La UCA prevé que habrá un aumento de la pobreza por un descenso en el poder de compra de los ingresos de las clases medias bajas y la mayor dependencia de los sectores vulnerables de la asistencia pública.
“¿Qué podemos esperar si esto sigue así?, planteó el informe”: “Desarrollo de estructuras defensivas por parte de las clases medias empresarias, operando por fuera de los sistemas de regulación formal en materia financiera, ocupacional y comercial; crecimiento del trabajo informal y de la economía social de subsistencia con mayor autoexplotación familiar y deterioro de la salud, la educación, el hábitat, la seguridad y el acceso a justicia de los sectores pobres; y una sociedad más desigual no solo en materia económica, sino que también en oportunidades de movilidad social, inversión de capital humano y proyecciones socioculturales”.
Todo parece indicar que hay un cambio de ciclo, impulsado por la necesidad de concretar un plan de estabilización para reordenar los desequilibrios macroeconómicos. Pero esa serie de medidas implica un período de ajuste que, en el mejor de los casos, podría reactivar la economía, aunque durante ese proceso el impacto de la crisis social será mayor y la reversión hacia una senda de crecimiento tampoco será inmediata. En términos estadísticos, en la UCA estimaron que en los primeros meses de 2024, los niveles de la pobreza y la indigencia podrían incrementarse en uno o dos puntos más.