La destrucción de empleo se acelera al ritmo de la recesión. Durante noviembre pasado, cuando la actividad económica marcó el peor registro del Gobierno de Cambiemos, se contabilizaron 172.200 empleos registrados menos que el mismo mes del año anterior. El desplome de la demanda interna que acompañó al programa de ajuste fiscal y monetario agudizó la crisis laboral. El sector asalariado privado concentró las pérdidas al marcar 117.700 puestos menos que un año antes. Dentro de ese universo laboral, las actividades más afectadas fueron las industriales.
La corrida cambiaria junto con el cóctel contractivo desplegado para intentar domarla arrasaron con 61.800 posiciones manufactureras en los últimos doce meses. El comercio registra la caída de 30.800 empleos, la construcción acumuló 18.800 posiciones y el transporte experimentó una merma de 12.400 puestos. Los datos laborales oficiales publicados ayer por la Secretaría de Trabajo evidencian la fuerte caída en el poder adquisitivo de los asalariados hasta noviembre.
La ocupación industrial es uno de los sectores más afectados por el programa económico. Registra caídas en 35 de los 36 meses de la gestión de Cambiemos cubiertos por las estadísticas oficiales. En noviembre pasado, alcanzaron a 125.000 los puestos de trabajo destruidos desde que comenzó el gobierno de Mauricio Macri. La destrucción acumulada en tres años equivale al 10 por ciento de las posiciones manufactureras que existían al finalizar 2015. El derrape industrial se aceleró durante la segunda mitad del año pasado. En noviembre, la actividad económica registró una caída del 7,5 por ciento frente al mismo mes de 2017. Uno de los principales factores para explicar ese desempeño fue el desplome industrial que marcó un retroceso de 12,6 por ciento. El impacto laboral fue directo. En noviembre se contabilizaron 9600 empleos menos que en octubre. La medición sin estacionalidad, por su parte, marcó la pérdida de 10.900 empleos.
Con las cifras publicadas ayer por la Secretaría de Trabajo, la industria manufacturera alcanzó el nivel de empleo más bajo en una década. Fue precisamente en 2009 cuando la crisis internacional comenzó a golpear sobre el mercado de trabajo argentino. Entonces, uno de los principales instrumentos utilizados por el gobierno para frenar despidos colectivos y suspensiones fue el Programa de Recuperación Productiva. El Repro es un subsidio a las empresas a través del cual el Estado se hace cargo del pago de una parte del salario a los trabajadores del sector privado durante un período para intentar atravesar la crisis. Las empresas que hoy solicitan el instrumento chocan con la negativa del Ministerio de Producción y Trabajo.
Comprometida con el programa de ajuste y reformas acordado con el FMI, la cartera encabezada por Dante Sica tampoco se muestra receptiva a los pedidos empresarios por beneficios impositivos o medidas de protección comercial. La única alternativa en el menú oficial es la flexibilización laboral. Como reveló este diario la semana pasada, el primer intento del año tuvo lugar en la industria textil. El secretario de Trabajo, Lucas Aparicio, aprovechó los despidos masivos y el cierre de fábricas para proponer la incorporación de una serie de instrumentos previstos en la fallida reforma laboral de hace dos años. A pesar de los esfuerzos oficiales, la iniciativa recibió un inédito rechazo bilateral desde los Sindicatos y las Cámaras Empresarias –según publica Página 12-.
Pero la crisis laboral excede a la actividad industrial. En noviembre 11 de los 14 sectores relevados marcaron una contracción en la medición mensual sin estacionalidad. De la mano de la caída de la demanda interna, el comercio experimentó la destrucción de 9800 empleos frente a octubre mientras que las actividades empresariales registraron la pérdida de 4500 posiciones. La construcción, por su parte, continúa mostrando el impacto de la incertidumbre financiera sobre los proyectos privados y el ajuste de la obra pública. Fueron 4300 las posiciones destruidas en noviembre. La Encuesta de Indicadores Laborales anticipa la persistencia de la crisis del empleo en diciembre, que conservará a la actividad industrial y el comercio como principales afectados.