Una banda que operaba con talleres clandestinos y locales legales en zonas como Vicente López y San Martín cayó con más de 800 puertas de vehículos. Su actividad paralela era mucho más llamativa.
Vender repuestos robados no es nada nuevo, es una norma del delito del desguace que termina en foros de compra y venta de redes sociales, en cuevas y locales lícitos. El mercado varía con los tiempos y la demanda. En medio de la pandemia, los robos de autos de alta gama alimentaron la necesidad de autopartes importadas, en medio de importaciones restringidas y un retroceso del comercio global. Todo el material, indefectiblemente, está manchado con sufrimiento y sangre. Entre 2019 y 2020, solo en la ciudad de Buenos Aires se secuestraron 312.474 autopartes ilegales, un aumento de 64,4% con respecto a 2019, según datos de la Policía de la Ciudad.
Algunos revendedores de material sucio son más tímidos. Después, hay grandes jugadores.
Esta semana, la UFI Vicente López Oeste del fiscal Alejandro Musso –acostumbrado a investigar mafias sanguinarias y la conexión entre barrabravas y tríadas chinas– y el área Automotores de la Dirección Investigaciones contra el Crimen Organizado de Vicente López allanaron a dos hombres acusados de ser los mayores revendedores de la zona norte del Conurbano.
Facundo M., alias “El Gordo, 39 años, registrado en los rubros de AFIP de venta de autopartes y Emanuel A., de 33 años, alias “Tuerquita”, empleado de una agencia de turismo según sus registros personales, fueron imputados en la causa, según confirmaron fuentes del caso a Infobae.
Musso y la Bonaerense fueron contra sus negocios legales en la avenida Mitre al 1100 en Florida, un taller en la calle Güemes de Villa Ballester y un megadepósito con montacarga en la calle Bermejo, también Villa Ballester. Allí, encontraron 800 puertas, 105 tubos de GNC y 35 reguladores sin inscripciones, compresores de aire, cien capots, varios motores, autos en desguace parcial, más de 50 motores.
En uno de los puntos allanados, también encontraron diez racks para minar criptomonedas, una pequeña granja en marcos de madera. Investigadores de la causa aseguraron a Infobae que los comerciantes imputados podrían lavar parte de sus ganancias a través de activos digitales.
La mayoría de los repuestos de dudosa procedencia correspondían a vehículos nuevos y de alta gama, según fuentes del caso. Ninguna de las autopartes halladas en el lugar, dice un informe de la causa, “poseía el sticker identificatorio que exige la ley de autopartes, como asimismo las puertas poseían sus cristales estallados en forma intencional, con la sola finalidad de lograr que no se obtenga a través del cristal el número de patente”, continúa. Ese dato permitiría saber de inmediato si pertenece o no a un vehículo denunciado como robado.
También se detectó el tarifario. Una puerta sin accesorios podía costar $40.000, un Capot $20.000 pesos, un compresor de aire acondicionado cerca de $30.000 pesos.
Las municipalidades de los municipios dispusieron clausuras a los lugares. Los investigadores también secuestraron los celulares y computadoras de los sospechosos. El fiscal Musso espera abrirlos en el transcurso de la semana en busca de más pruebas. La pista del posible lavado cripto se vuelve de sumo interés. “El Gordo” y “Tuerquita”, tal vez sin saberlo, pueden haberse convertido en vanguardistas del hampa bonaerense.