El rostro tapado comienza a afectar la interacción social. Sin gestos, sin sonrisas, las conversaciones se complican.
Las calles volvieron a llenarse de caminantes. Con protocolo, chicos, adolescentes y adultos que no son población de riesgo retomaron la rutina de hacer compras, salir a caminar o ir a los controles médicos. Sin embargo, los rostros que se ven no son completos. Los barbijos limitan las expresiones y causan un efecto psicológico llamado “síndrome de la cara vacía”, indicó un informe deTN.
“Llevar la cara tapada nos oculta una parte importante de los signos que nos ayudan a distinguir las emociones que siente la persona que nos habla”, indica el psicólogo español José Antonio Galiani al medio NIUS.
El síndrome provoca una sensación de extrañeza y vulnerabilidad ante una nueva imagen social. Sucede con el barbijo puesto y cuando no se lleva también. Incluso, es el propio cerebro el que recuerda que hay que ponerse un tapabocas. La persona se siente expuesta o, como el término indica, con la “cara vacía”.
“Se identifica con el conjunto de síntomas mentales y emocionales que nos ocasiona el dejar de tener puesto el barbijo, debido a la sensación de vulnerabilidad a la enfermedad que podemos sentir y, por otro lado, nos genera malestar el ver a otras personas sin tapabocas”, indica el especialista.
Galiani menciona que el síndrome es más frecuente en el grupo social de los “cumplidores”, aquellos individuos que, como su nombre indica, cumplen con las medidas a rajatabla: “Son personas que experimentan mucho malestar emocional y pueden ser altamente reactivas y desencadenar un conflicto o una agresión, ya que estas conductas antinormativas que se dan en su entorno hacen que se irriten, se frustren o se sientan ‘imbéciles’ por ese pulcro cumplimiento por su parte de las medidas sanitarias”, explica.
Una relación amor-odio
“Si es un síndrome, significa que es un conjunto de síntomas mentales y emocionales que tienen mucho que ver con el miedo al contagio y a que nuestra vida corra peligro, y también el no poder visualizar a la gente porque se nos despista la atención por no estar acostumbrados a ver solo media cara”, explica la psicóloga clínica Elena Daprá.
Hace algo más de dos décadas, se descubrió que en nuestro cerebro existen unas neuronas, llamadas “neuronas espejo” que son responsables de la capacidad que tienen las personas de ser empáticas, ya que permiten percibir el estado de ánimo que tiene el par que se tiene enfrente, si está cansado, alegre o triste.
La doctora Martos explica que el ser humano se rige con seis emociones básicas: alegría, miedo, ira, tristeza, asco y sorpresa. “Su codificación facial es específica y universal, todo el mundo expresa estas seis emociones básicas de igual manera. Con el tapabocas, se pierde parte de la transmisión de estas emociones, por lo que es importante transmitir verbalmente lo que sentimos para comunicarnos con los demás”, aconseja.