El consenso de los economistas coincide que la “Argentina presenta un mediano plazo alentador respecto del muy bajo punto de partida, pero para ello primero deberá atravesar meses muy complejos”, destacan ante la consulta de los medios de prensa y en los informes especiales para clientes, porque coinciden en que más allá de la urgencia por ordenar el desbarajuste que caracteriza a la macroeconomía que recibió el gobierno del presidente Javier Milei, existen limitaciones para reactivar la actividad general, por tremendo deterioro del entramado socioeconómico que no sólo fue castigado por el flagelo de la inflación descarrilada, sino también por el abandono generalizado del sistema educativo, en las últimas tres décadas.
Los datos del Censo 2022 del Indec dieron cuenta de que “la asistencia actual de la población al sistema educativo estaría muy cerca de alcanzar la educación primaria universal entre los niños de entre 4 y 14 años. Pero, el porcentaje de asistencia disminuye en la educación secundaria entre los adolescentes de entre 15 y 17 años, y de manera más acentuada entre los jóvenes de entre 18 y 24 años”, precisa el informe del organismo oficial de estadística que continuará a cargo del economista Marco Lavagna.
Se trata nada más y nada menos que del semillero de la fuerza laboral, pero que de no buscarse rápidamente paliativos para revertir las deficiencias de base no podrá generar los frutos necesarios para quebrar lo que ya muchos sociólogos y economistas definen un inquietante cuadro de “pobreza estructural”, por ingreso que rápidamente se transforma en aumento en las carencias de las condiciones de vida de la población.
Claramente, los indicadores del Censo 2022 del apartado especial “Educación” permitió a Infobae detectar cómo en los primeros 40 años de regreso de la democracia en la Argentina el conjunto de la máxima dirigencia nacional, tanto del sector público como privado, no vio y por tanto desatendió el vertiginoso deterioro del “clima educativo” de la población que forma parte de la fuerza laboral (personas de 18 a 64 años), con el consecuente costo socioeconómico para la sociedad en su conjunto, publicó Infobae.
Así, mientras que los nacidos a comienzos de los ‘80 (universo de 40 a 44 años) registra una proporción cercana a 9 sobre 10 que asistió a un establecimiento educativo -en el agregado desde la primaria hasta la universitaria y posgrado completo), los nacidos en los 90 (de 30 a 34 años) redujeron esa proporción a 8 sobre 10; y se derrumbó a 6 de cada 10 para los que vinieron al mundo al fin de la Convertibilidad (20 a 24 años), a tono con el auge de los paros generales, la toma de escuelas por movimientos sindicales y de extrema izquierda y el desaliento al mérito, que alimentó el flagelo del populismo.