Ambos tienen puntos a favor y también cuestionamientos. El primero por su nuevo emprendimiento; el segundo, por ser del MPN.
El regreso de Miguel Galuccio, la llegada de Jorge Sapag o un tercero aún desconocido, pero avalado por el justicialismo. Estas son por ahora las opciones que se manejan dentro del albertismo para la conducción de la empresa más importante del país: YPF. La petrolera renacionalizada por el kirchnerismo será, prometen en el próximo oficialismo, uno de los focos más importantes de la nueva administración, con una función doble: regular el mercado de los combustibles y liderar “el renacimiento” de Vaca Muerta, según la definición de una muy alta fuente cercana a Alberto Fernández.
El primer candidato es Miguel Galuccio, propuesto por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner y bien visto desde el “albertismo”. Galuccio cuenta como activo para el próximo oficialismo, haber aceptado conducir la petrolera inmediatamente después de haberse renacionalizado; y cuando el destino económico y político que le aplicaría el kirchnerismo era una incógnita. Uno de los méritos de Galuccio fue haber levantado un muro entre las presiones políticas del oficialismo de entonces, y darle a la conducción de la empresa un perfil técnico y estrictamente profesional; alejando las intenciones de muchos dirigentes, especialmente de La Cámpora, que pugnaban por los apetitosos lugares del directorio. Galuccio, además, mantuvo una política de no intervención en polémicas y sólo habló de producción e inversión en el mercado petrolero local.
Con el tiempo logró interesar a petroleras internacionales, incluyendo un polémico primer contrato con Chevron (cláusulas secretas incluidas), pero que luego permitió llegada de otras compañías internacionales. El problema del candidato para volver a YPF es otro. En los últimos años dedicó el 100% de su tiempo a uno de sus sueños: su propia compañía de servicios petroleros, Vista Oil & Gas, dedicada en exclusividad a las empresas que operan en el proyecto de Vaca Muerta. Su proyecto fue exitoso, al punto que en julio pasado, abrió su cotización en Wall Street, convirtiéndose en la primera empresa dedicada exclusivamente al proyecto neuquino. El propio Galuccio hizo sonar la campana de la Bolsa de Nueva York, sabiendo que había recaudado por esa operación unos u$s100 millones. “Celebramos ser el primer IPO (oferta pública de venta) para Vaca Muerta. Es un día importante para nosotros y para la Argentina que una compañía independiente pueda estar en la Bolsa de Nueva York…”, dijo, emocionado, ese día.
El problema ahora es que para muchos dirigentes del “albertismo”, no sería ético que un empresario de una empresa de servicios petroleros vinculada directamente a casi todas las compañías que operan en Vaca Muerta, sea luego director de una de las petroleras que la contrató. Y para Galuccio tampoco es hoy proyecto abandonar su creación privada. Así se lo hizo saber a Cristina Fernández de Kirchner, en un encuentro semisecreto (en Cuba) que mantuvo con la expresidenta y donde la ex jefa de Estado le manifestó que esa dualidad no era problema.
El otro nombre que se analiza es el del exgobernador de Neuquén Jorge Sapag entre diciembre de 2007 y 2015. La propuesta la hizo el actual titular del ejecutivo de la provincia, Omar Gutiérrez, en la visita que éste le hizo a Alberto Fernández el 31 de octubre pasado en las oficinas de la calle México. El encuentro, planteado como una cuestión diplomática, sirvió para hablar de Vaca Muerta. Y para que quedara en claro que la visión del presidente electo es similar a la de Gutiérrez y lejana a la propuesta del contrincante peronista en las elecciones neuquinas, el kirchnerista Ramón Rioseco. Este último había hecho campaña con declaraciones ambiguas sobre las inversiones privadas en Vaca Muerta. Sapag tiene un activo para el “albertismo”. Apoyó abiertamente la reestatización de YPF cuando era gobernador, declarando que “celebramos la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF y que el 25 por ciento de las mismas pase a las provincias y el 26 por ciento a la Nación”, avalando luego todas las acciones que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner hizo con la petrolera ya estatal. Sapag está fuera de la política partidaria electoral del Movimiento Popular Neuqino (MPN) desde hace años, y declaró siempre que su futuro lo buscaría fuera de la política. El día de las elecciones del 27 de octubre dijo que “los gobiernos nacionales tienen que tomar a Vaca Muerta como una política de Estado, respetar las reglas de juego y saber que si hay más inversiones, hay más producción y más se recauda”, coincidiendo casi a coro con lo que se propone en las oficinas de la calle México. El problema de Sapag es político. Desde el kirchnerismo se recuerda que el MPN hizo campaña en las elecciones provinciales, criticando abiertamente a la expresidenta y a su gobierno. Se considera además que la presidencia de YPF es uno de los pocos lugares donde una persona puede lucirse en su administración. “Para qué le vamos a dejar a un opositor, algo que por naturaleza de la historia es nuestro. Fuimos nosotros los que la reestatizamos”, reflexionan cerca de la expresidenta. Ante el panorama, muchos consideran que puede haber un tercero en la lista, nombre que, por ahora, sólo conoce Alberto Fernández.