El Gobierno no salió bien parado de los anuncios que puso sobre la mesa el Banco Central.
Empresas e inversores tienen la sensación de que hay dinámicas de la economía corporativa que no terminan de ser entendidas por los funcionarios, y que con las medidas que adoptaron para contener la demanda de dólares, desalinearon las expectativas positivas que tanto costó conseguir con el canje de la deuda y la prometida negociación con el FMI.
El ministro Martín Guzmán cree que la lectura negativa que hicieron los mercados es transitoria, y que se disipará cuando se entiendan las medidas. Si la comunicación fuese parte del problema, en todo caso lo que muestra es que no fue bien planificada. Si no lo es, en lugar de subestimar la reacción correspondería revisar si el mensaje es el correcto.
Después de haber completado una extenuante negociación con los acreedores externos, a la Argentina le quedó un enorme frente abierto, llamado inflación. El Gobierno cerró el capítulo de la deuda con la convicción de que volver a tomar financiamiento en dólares iba a ser un problema a futuro. Y ató el enorme gasto que debió activar para cubrir los efectos de la pandemia a la única fuente disponible: la emisión monetaria. Consciente de ese riesgo, se avanzó bien con el financiamiento en pesos. Pero no resolvió la otra pata: cómo conseguir más dólares.
Después de haber puesto una montaña de nuevos bonos reestructurados en el mercado, la expectativa de los inversores no es un tema menor. Por definición, los que juegan en ese mundo (del que la Argentina no puede prescindir mientras siga siendo deficitaria) buscan anticiparse a los hechos.
Y hoy ven lo mismo que todos: sobran pesos, faltan dólares, y el Gobierno pide confianza pero sin mostrar las cartas con las que espera que todo confluya. Los que compran dólares no están pensando en vacaciones (menos este años). Lo hacen porque creen que es su mejor protección ante el salto inflacionario que todos creen inevitable.
Guzmán admite que su visión es distinta, pero no ha procurado exhibirla de una manera más persuasiva. Tal vez no lo crea necesario. Es un camino lento, augura. Tal vez el Presidente crea que ir paso a paso funciona mejor.
Además de limitar más el gasto en divisas, el BCRA decidió instigar una refinanciación de la deuda corporativa en dólares. Esa movida pegó en bonos y acciones, y desacomodó todo el esfuerzo asumido para acotar la brecha cambiaria. Si la solución crea nuevos problemas, la expectativa no mejora.
El Gobierno cree que la política puede conducir las decisiones de los agentes económicos. Tal vez eso pueda suceder en China, pero no en países como la Argentina. Si así y todo prefiriera decretarle la vida a ahorristas y empresas, tal vez le convendría preguntar y escuchar más antes de firmar.
Fuente: Cronista