Juan había consultado a dos médicos hasta que lo diagnosticaron. Como su caso no se ajustaba a los protocolos lo internaron 10 días después de los primeros síntomas.
Juan es el primer caso de «contagio social» del Coronavirus en la Argentina. No viajó al exterior ni tampoco estuvo en contacto con personas que hubieran viajado. O eso supone, porque nunca lo sabrá. Antes de que lo internaran consultó con un médico a domicilio, en una guardia y en el 107, pero el protocolo indicaba que su faringitis debía tener otro motivo. Incluso le sugirieron que no se pusiera paranoico. Hasta que le diagnosticaron una neumonía y quedó internado en una clínica de Palermo.
Tras descartar otras enfermedades, Juan supo que tenía Coronavirus y avisó a las personas con las que había tenido contacto. Sus compañeros de fútbol, vecinos del barrio, a la Facultad de Filosofía y Letras, donde había tomado examen y a la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Por unos días todo se desmadró: desde la Filosofía y Letras enviaron un confuso mail que se viralizó y en las redes sociales algunos pidieron cárcel para Juan. «Decían que fui a tomar final sabiendo que estaba enfermo», explica a LPO mientras espera que llegue el alta para partir a un departamento prestado, donde pasará 14 días sin siquiera poder acercarse a la puerta de entrada y lejos de su hijo de dos años y de su pareja. Después de la intervención de amigos y conocidos, los ánimos se calmaron.
-¿Cómo y cuándo se enteró de que tenía coronavirus?
– Me enteré tres veces de que tenía Coronavirus. El jueves19 de marzo me hicieron una tomografía y me comunicaron que tenía una neumonía rara. Ahí pensé «tengo Coronavirus». Más tarde cuando dio negativo el test viral de todas las bacterias de la pulmonía, fue casi una certeza, pero la confirmación llegó con el anuncio oficial del Malbrán el lunes 23.
-¿Qué síntomas tuvo? Cuando comenzaron?
-Empecé con una tos leve y un poco de ronquera el lunes 9 de marzo y esa tos empeoró: tuve que empezar a dormir sentado. Estuve con mucho dolor de garganta. Nunca tuve fiebre y hasta ese momento los protocolos indicaban que el Coronavirus daba fiebre, por eso no sospeché que pudiera estar contagiado. De la tos ronca y el dolor de garganta pasé a un cuadro con agitación y dificultades para respirar. Esa fue la última vez que consulté a la guardia y quedé internado con neumonía.
-¿Había tenido consultas con médicos?, ¿por qué descartaron su caso?
-El miércoles 11 de marzo consulté a un médico a domicilio que llegó sin protección. No sospechaba que fuera Coronavirus porque no tenía fiebre ni estado en contacto con alguien de afuera. Como tenía faringitis me recetó corticoides.
El sábado 14 volví a la guardia porque estaba con mucha tos, pero me hicieron una placa y no encontraron nada. Nuevamente me recetaron corticoides. Cuando pasó de la garganta a los pulmones y empecé con el cuadro respiratorio me hicieron una tomografía y encontraron la neumonía.
-¿Tomó alguna precaución «por las dudas» hasta que lo diagnosticaron?
-Mi pareja insistió mucho con que no nos viéramos con nadie, sobre todo con mis padres que son gente que está dentro de los grupos de riesgo. Dejamos de visitar los espacios comunes del edificio, mi hijo dejó de ir al jardín y nos «acuarentenamos» cuando los síntomas empeoraron el jueves 12 de marzo. Creo que gracias a eso evitamos muchos contagios.
-¿Cómo se sintió durante el tratamiento?. ¿Fue similar a una gripe común y corriente?
-No, para nada. Nunca tuve tanta tos en mi vida, no pude dormir por casi una semana. Tengo todos los mensajes que le mandé a mis compañeros de trabajo donde les decía que no podía trabajar porque estaba sin dormir. Me fui del cuarto que comparto con mi pareja para no estar despertándola todo el tiempo. Además la única manera de dormir era sentado. El dolor de garganta fue muy intenso, era algo que nunca me había pasado.
-¿Cómo es su situación en el hospital?
-En la clínica estoy muy bien, casi que es un lujo. Llegué en un muy buen momento porque el sistema no está colapsado aún. Por lo que se ve en otros países es mucho más complicado cuando avanza. Acá todavía soy un caso particular, me tratan muy bien. Me encontré con un equipo médico en el que por primera vez en mi vida confío, fue muy reconfortante sentirse en tan buenas manos. A pesar de que siempre están expuestas, las enfermeras, los médicos y el personal de limpieza nunca perdieron la amabilidad.
-¿Usted vive con dos personas, se contagiaron? ¿Cómo se hace para mantener el aislamiento?
-Sí, vivo con mi pareja y mi hijo de dos años. No sabemos si se contagiaron. Ella estuvo con dolor de garganta dos días y él tuvo tos varios días. Sospecho que se contagiaron pero no hay forma de hacer un test para saber si tuvieron o no el virus. De todas formas como son sospechosos de haber tenido el virus no pueden salir. Todavía les quedan 10 días más de aislamiento. Los vecinos les dejan la comida en la puerta.
-¿Hubo una especie de caza de brujas cuando se enteraron?, ¿cómo lo interpretó?
-Por suerte gracias a amigos que intervinieron en las redes y se tomaron el trabajo de explicar, sobre todo una amiga «anti troll», un poco se frenó.
Se informó muy laxamente desde la facultad de Filosofía y Letras que yo tenía síntomas. Automáticamente el que tiene síntomas pasa a ser responsable y culpable: solo puede estar enfermo el que viajó o estuvo en contacto con alguien que haya viajado o que tenga fiebre, son todas cuestiones conscientes. Por eso pensar que una persona tiene síntomas equivale a decir que sabe que tiene el virus.
Dijeron que fui a tomar final sabiendo que estaba enfermo. Pero yo no tenía fiebre ni había viajado al exterior, entonces tener algunos síntomas no era saber. La ambigüedad del comunicado que sacó la facultad dejaba latente la sospecha de que yo podía haber ido a tomar finales sabiendo que estaba enfermo. Ahí la gente pidió más o menos que me metieran preso, después de que se aclaró, todo se calmó.
-¿En su experiencia, hay una búsqueda de culpabilizar al enfermo?
-El protocolo actual plantea que solo está enfermo el que sabe que está enfermo. Porque viajó o porque estuvo en contacto con alguien que viajó. Esta idea no deja lugar a que alguien esté enfermo y no lo sepa. El protocolo genera una idea de que la persona que contagia sabe y es culpable y eso se refuerza en los medios con los personajes que se escapan o incumplen la cuarentena. Hay casos de personas que son culpables, pero la enfermedad es un problema social donde no se puede responsabilizar individualmente.
-¿Cómo evalúa las medidas que tomó el Estado?
-Si comparamos con Brasil las medidas que toma el Estado permiten tener un poco más de tranquilidad, pero hay una gran parte de la población que no puede entrar en cuarentena porque vive hacinada y no tiene los medios para poder vivir. El problema es que la situación se está militarizando, sobre todo en los barrios populares. Creo que no se puede dejar en manos de las las fuerzas de seguridad ese manejo porque llega acompañado de represión, como ya vimos en muchos casos.
Fuente: LPO