El fuerte incremento en el producto impactó a lo largo del país, situación que motivó las quejas de los consumidores. En Tucumán, iniciaron un boicot contra el alimento. Siete son las provincias que ya no publican el IPC.
Subas de hasta el 300 por ciento en el precio de la papa impactaron en los últimos días en distintos puntos del país, hecho que generó malestar en los consumidores del producto.
En Mendoza, en 15 días, la papa subió entre 2 y 4 pesos (en el caso de la lavada), con lo cual ahora se consigue de 8 a 10 pesos el kilo según el negocio.
De acuerdo a un relevamiento del Diario Uno, también otras verduras y frutas, como la manzana, la zanahoria, los zapallitos y el pimiento han sufrido subas variables en los últimos días.
A pesar de que en los puestos del Mercado Cooperativo de Guaymallén (Mendoza) aseguran que no subió la bolsa de papa y que la venden a 120, en las verdulerías de los distintos barrios de la capital mendocina es notorio el incremento.
En tanto, en la provincia de Buenos Aires el precio del kilo de papa pasó de 3,50 ó 4 pesos hace una semana, a un precio de entre 7 y 8 pesos.
Según consignó el diario El Día, los verduleros en la capital bonaerense atribuyeron la suba «al frío y las lluvias que cayeron fuerte sobre gran parte del país y que afectaron a varias localidades».
«El clima hizo que tanto en Tandil como en Balcarce y Córdoba, de donde sale la mayor parte de la producción de papas, se perjudicara notablemente las plantaciones y posterior cosecha, por ende hay menos cantidad y el costo es bastante más elevado«, coincidieron.
En Tucumán, ante el desproporcionado aumento en el precio, los dueños de restaurantes de la provincia iniciaron un boicot contra la papa y decidieron ofrecer otro tipo de guarniciones a sus clientes.
En la provincia, la bolsa de papa de 50 kilos pasó de 45 a 135 pesos, lo que significó un fuerte incremento del 300 por ciento, lo que motivó la protesta.
El boicot fue reconocido por el presidente de la Unión de Bares y Hoteles de Tucumán, Humberto Neme, quien consideró que el objetivo es «no modificar la estructura de costos ni los precios de los menús, y sacar o reducir la papa de las comidas«.