El mundo desde una perspectiva desenfocada

Ella es Brenda Pilar Millar Gomez, tiene 23 años y sufre de discapacidad visual desde su nacimiento. Cursa la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad, ubicada en Kilómetro 4. Al vivir en zona sur,…

miércoles 09/10/2019 - 11:45
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Ella es Brenda Pilar Millar Gomez, tiene 23 años y sufre de discapacidad visual desde su nacimiento. Cursa la Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad, ubicada en Kilómetro 4. Al vivir en zona sur, tiene que manejarse en colectivo, y un viaje normal para cualquier otra persona, se convierte en una odisea ante la falta de semáforos sonoros en la ciudad.

Brenda empieza su día a las 8 de la mañana, “me levanto mínimo 2 horas antes de cursar, para poder hacer las cosas más tranquila” relata, en diálogo con El Comodorense. Le pedimos que nos cuente cómo es un día normal en su vida cotidiana, condicionado por su discapacidad visual y las fallas en accesibilidad que existen en Comodoro Rivadavia.

Desayuna café con leche y le encanta el olor que largan las tostadas con manteca recién hechas. Mientras disfruta de su desayuno, le gusta tomarse un tiempo para escuchar los pájaros que se asientan en los árboles y cables cercanos a su dormitorio. “Me sube el ánimo cuando hay días que no empiezan bien”, describe.

Brenda Pilar Millar Gómez, “Bren” para sus amigos y compañeros de facultad. Tiene 23 años y cursa la Licenciatura en Comunicación Social como también la Tecnicatura en Periodismo en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, desde hace 3 años. Además, es auxiliar alumna en dos cátedras.

Como muchas otras personas en Comodoro Rivadavia, sufre de discapacidad visual. Tiene pérdida total de la vista en su ojo izquierdo, mientras que en el derecho cuenta con un pequeño resto visual que le permite ver luces, colores y sombras. Esto le ayuda a manejar su celular ubicando donde presionar para enviar audios en WhatsApp, y así comunicarse con mayor facilidad.

Brenda desea ir al Concejo Deliberante, donde va a pedir la palabra para hablar sobre el proyecto 12.376/16, referente a un Comodoro Accesible. Busca lograr que se realice la instalación de semáforos sonoros de manera urgente en los puntos más transitados, que beneficiaría a cientos de personas con discapacidad visual que viven en la ciudad del petróleo.

La odisea cotidiana

Cada día de cursada, arranca bien temprano para tomarse el único colectivo que recorre su barrio, el Stella Maris. Al subirse, saluda al chofer y le indica hasta donde va, para que éste le avise cuando llegue a la parada del jardín 403, donde se suele bajar. “Durante el viaje escucho las noticias por la radio para informarme, pero últimamente vengo escuchando ‘me quedo’ de Aitana, una artista española, me encanta esa canción”, nos cuenta.

Al bajarse del colectivo, comienza la odisea. Casi ninguna –por no decir ninguna- de las calles céntricas cuenta con un semáforo sonoro que ayude a las personas con discapacidad visual a cruzar de manera segura.

“El semáforo sonoro funciona sonando 3 veces cada 5 segundos, después, a falta de 10 segundos, empieza a sonar más rápido. Uno ahí se da cuenta que queda poco tiempo y decide si arriesgarse a cruzar o esperar al próximo corte para hacerlo más tranquilo. Los que tienen adrenalina cruzan igual, ja”, describe.

Brenda y un semáforo sonoro. «Son raros de encontrar, pero en otras ciudades si tienen, por eso una los disfruta cuando hay», nos comenta.

Brenda se guía usando un bastón verde, que corresponde a las personas que poseen baja visión, mientras el bastón blanco lo utilizan quiénes sufren pérdida de vista total.


“Me he llegado a guíar por los perros callejeros para cruzar la calle”

A veces, comenta, hay gente bien predispuesta que se acerca a ayudarla a cruzar las calles. Pero cuando esto no sucede, ha llegado a guiarse ayudada por los perros que rondan la zona. “Un par de veces me vi acompañada por los perros callejeros que justo querían cruzar al otro lado de la calle, y como ellos se guían por su instinto y saben cuándo no viene ningún auto, crucé con ellos”.

Camina tres cuadras y llega a la parada que se encuentra al frente a la terminal de ómnibus de larga distancia. Se toma cualquier colectivo que la acerque a la Universidad. Repite el proceso de avisarle al chofer dónde se va a bajar y toma asiento, casi siempre adelante del todo, para estar cerca del conductor.

Al llegar a destino, baja y encara “la puerta de la muerte”, como llama ella a la puerta giratoria de la Universidad, que suele ser el único acceso frontal del edificio y que tantos dolores de cabeza le trajo a estudiantes y profesores a lo largo de su historia.

Una vez adentro se encuentra con compañeros y amigos que le dio la carrera. Ella describe a la ‘uni’ como “un lugar donde no solo vas a cursar sino que también aprendés a compartir tus desgracias con la gente que te rodea, como ellas también comparten las suyas, y reírnos de eso. Así afrontamos el día a día en la facultad, siempre con risas y mates”.

Un momento de distendimiento capturado por sus compañeros de Universidad.

Seguridad para circular

Al final de cada jornada académica, Brenda afronta el desafío diario que le supone tener que cruzar la calle que separa la UNPSJB de la parada de colectivos que van hacia el centro. Se refiere a la Avenida José Ingenieros, una de las más transitadas de zona norte, al unir la ruta 3 con Kilómetro 4 y 5.

La avenida José Ingenieros, frente a la Universidad. El semáforo en este cruce es uno de los ejes del reclamo que lleva adelante Brenda.

“Es algo agotador, aunque tengo la suerte de que muchas veces me acompaña algún compañero o desconocido que me ayuda a cruzar la avenida, quiero tener la libertad y seguridad de poder hacerlo por mi cuenta, y eso solo puede pasar si colocan un semáforo sonoro, que lo venimos pidiendo hace mucho”, afirma.

Comunicación para la transformación

A lo largo de estos años, creó contenido con el objetivo de que se visibilice su situación y la de cientos de personas más que también sufren de discapacidad visual. Usando distintas plataformas, produjo videos, piezas sonoras y hasta hilos en Twitter en los que informó sobre el panorama que se vive en la ciudad con respecto a la accesibilidad.

“Comunicación para la transformación” es una frase que la moviliza, y la define. Tras largos años de pedidos sin respuesta, todavía no baja los brazos. Y no piensa hacerlo hasta que su reclamo y el de muchas otras personas que comparten su condición sea escuchado.

En el marco de esta lucha que lleva adelante, Brenda invita a la comunidad a unirse al reclamo por la mejora de la accesibilidad para gente con discapacidad visual en Comodoro Rivadavia usando el HashTag en redes sociales “#PorUnComodoroAccesible”, y compartiendo otras historias o relatos relacionados a la falta de accesibilidad que reina hoy en Comodoro, para visibilizar el conflicto y que finalmente, llegue la tan ansiada respuesta.

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