El flamante ministro de Energía, se ha cansado de afirmar que ahora en la Argentina rige un sistema de libre mercado para fijar los precios de los principales precios del sistema energético. Lo dijo por primera vez en una entrevista con Bloomberg y luego lo repitió en medios locales, pero hasta ahora no se han autorizado exportaciones.
La declaración no es casual. La última corrida estuvo en buena parte alimentada por la desconfianza que generó en los inversores internacionales la percepción de una posible ruptura de contratos en el área de energía, cuando al inicio de su gestión Javier Iguacel dejó trascender que «ahora el esfuerzo lo van a tener que hacer las empresas».
Como reveló al sitio web La Política Online, esa desconfianza escaló al punto que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, tuvo que hacer una video conferencia con importantes jugadores de Wall Street para ratificarles que se respetarían los contratos de energía y se continuaría la senda al libre mercado. En ese momento se produjo el giro.
El cambio de enfoque fue muy bien recibido en un sector que lidera las inversiones externas, básicamente en Vaca Muerta. Pero hasta ahora, dicen en la industria petrolera, ha sido más retórico que real.
Es que el gobierno de Macri encontró la manera de hacer algo que no puede decir: intervenir en el mercado energético. Lo hizo a través de YPF que concentra el 51% del sector. Con esa espalda, la petrolera de mayoría estatal está comprando el barril a 68 dólares, cuando el Brent internacional cotiza en torno a los 78 dólares.
Lo mismo sucede con el traslado del impacto de la devaluación sobre el barril al surtidor. YPF marcó el camino con un aumento del 5%, que fue superado en poco más de un punto por Shell y Axion. En rigor, el traslado pleno implicaría una suba de los combustibles de un 30%.
Como reveló LPO, en el sector todos entienden este juego de «autorregulación» que plantea el gobierno de Macri para no romper su promesa de libre mercado a los inversores internacionales, pero a la vez moderar una suba de los combustibles que gravaría aún más la inflación.
«El problema es que Iguacel, ni siquiera en charlas privadas, trazó el camino de entrada y salida al precio libre de esta experiencia y es cada vez más difícil explicarle a los inversores del exterior porque acá se paga vende el barril diez dólares más barato», explicó a LPO un ejecutivo de una importante compañía del sector.
«No hay autorregulación de un mercado como el de las naftas y petróleo si en la ecuación no agregas la variable de exportación, agregó a LPO otra fuente del sector, que pidió mantener el anonimato por lo delicado de la situación.
«Sólo podemos hablar de libre mercado cuando la oferta y la demanda no se limitan a un circulo cerrado interno (donde ahí si YPF puede ser el gran «regulador») sino a un mercado global donde el precio export parity es el que marca el punto de quiebre (actualmente el Brent de 78 dólares menos costos de flete y logística)», agregó la fuente.
De hecho, hasta que el ex ministro Aranguren impuso de emergencia un barril criollo de 68 dólares, en medio de la corrida, el precio que se pagaba en la Argentina era el Brent más uno o dos dólares. El acuerdo de Aranguren fue al estilo Guillermo Moreno, por tres meses -vencía a fines de agosto- y sin que quedara registrado en ningún documento. Iguacel dijo que ese esquema ya no rige, pero YPF sigue pagando la cifra acordada con su antecesor.
La discusión está lejos de ser un ejercicio intelectual: Las megapretoleras Chevron y China Sinopec, ya han presentado a Iguacel pedido de permiso de exportación. Es que esa es otra de las rarezas del mercado argentino: El libre mercado exportador, en los hechos esta limitado a la autorización del Estado, en base a lo que dispone la ley de hidrocarburos.
Esta ley dispone que si al momento de exportar aparece un comprador local que pague Brent menos costos logísticos (hoy daría alrededor de USD 74 el barril) habría que venderlo a nivel local. Este precio está por encima del que hoy se paga en el «autorregulado» mercado local.
Por eso es tan importante el test que enfrenta Iguacel: El mercado espera ver si hay realmente libertad para exportar y que ocurrirá con los precios internos si se conceden los permisos presentados.
«Esta vez no van a alcanzar las metáforas de los tres chanchitos», graficó una fuente del sector en referencia a las metáforas que usa el ministro (ver video) para explicar los desajustes de la macroeconomía.