El llamativo robo de dos camiones en Vaca Muerta tiene como trasfondo un millonario mercado negro, que se mueve en el corazón de esa industria. En aquellas productivas tierras, donde una fracción de la UOCRA desplegó toda su violencia hace muy poco para reclamar la bolsa de trabajo, el delito mostró otro costado.
El robo de dos camiones con equipamiento industrial a Pecom en Vaca Muerta, este domingo pasado, sacó a la luz nuevamente el dilema del mercado negro que hace que estos robos se tornen casi frecuentes.
Ni las operadoras, ni la Policía ni el Gobierno pueden dar respuesta: «todo lo que se roban en los yacimientos se vuelve a introducir, por medio del mercado negro, al corazón de la industria», publica esta mañana el Diario Río Negro.
Cada golpe regular puede costar entre 5.000 y 10.000 dólares. Aunque el último caso fue valuado en alrededor de 10 millones de pesos, lo que trajo a la memoria el robo de válvulas en 2014, un golpe tan grotesco como las dimensiones de los equipos, que se tasó en 20 millones de pesos.
«En el sector no se habla de bandas que operen coordinadamente, pero si se reconoce que los robos existen, que quienes roban tienen mano calificada y que lo que se busca son herramientas específicas, que luego son adulteradas y finalmente revendidas a menor precio a empresas pequeñas o proveedoras, que suelen ser contratistas de las grandes operadoras y que cierran el circuito de la ilegalidad», afirma el matutino.
Del hecho de domingo, a 21 kilómetros de Añelo, participaron entre tres y cinco personas, que asaltaron y maniataron a un sereno y se llevaron dos vehículos que sospechosamente tenían sus sistemas de GPS desconectado. Salió de los estándares comunes porque según la denuncia, manejaban al menos un revólver y estaban a cara semicubierta o descubierta. Una situación poco común, ya que en la zona los métodos suelen ser sigilosos.
Los yacimientos en Vaca Muerta tienen más de 200 kilómetros cuadrados, una superficie casi del doble de Neuquén capital, lo que hace muy difícil la vigilancia. La verdadera puerta de ingreso, reconocen los investigadores, son la decenas de picadas que cortan los bloques en distintas direcciones, donde solo las camionetas 4×4 permiten acceder a ellas.
En ese marco, los «robos son hormiga» en las cajas de camionetas pick up son insospechables. Ver ese tipo de vehículos circulando con materiales es moneda corriente.
¿Qué se llevan ahí? Ciertas herramientas, caños de la industria y el cobre de los cable, pero las máquinas de gran porte quedan excluidas por su peso y porque son difíciles de volver a colocar en la industria.
«Saben lo que buscan y donde pueden meter la mano, la meten», dijeron fuentes del sector al medio mencionado.
Lo robado se revende a precios menores, a empresas proveedoras y prestadoras de servicios. Los controles son laxos en ese sentido y solo las maquinaras de mayor porte quedan sujeta a estrictas inspecciones.
A través de su numeración se puede realizar una trazabilidad del artículo, esto se aplica por ejemplo a las válvulas y manillares que se operan en los pozos.
«Existen 10 o 15 proveedoras o empresas que pueden acceder a este tipo de elementos, quiere decir que si se investiga un poco, las cosas se recuperan», se explayó una fuente de la seguridad privada.
Pero este tipo de situaciones está naturalizado en Vaca Muerta, incluso las empresas incluyen en sus balances anuales los gastos por eventuales robos, hurtos y pérdidas.
En el caso de este fin de semana, intervino la fiscal de Robos y Hurtos, Soledad Rangone, y la dirección de Delitos de la Policía. Si bien el caso se investiga con hermetismo, uno de los primeros datos a corroborar es el funcionamiento de los sistemas de GPS, lo que quieren determinar es si los equipos pudieron ser desconectados durante el robo o si se encontraban inhabilitados desde antes.
Doble delito
Si todos los equipos obtenidos en forma ilegal vuelven a la misma industria y en la misma región es porque hay un delito inicial muy complejo -según la misma industria- de prevenir pero también existe un segundo delito que es la compra. Este cierre del círculo no parece ser tan amplio, extenso e inabarcable.
Además, se trata de equipos tan específicos, que no hace falta ser un experto investigador para develar sus destinos.
Allí, donde la UOCRA desplegó toda su agresión hace muy poco, ahora el delito viró hacia otro costado.