Lentamente, el rubro comienza a adaptarse a la necesidad de operar en pesos. Luego de la decisión del Banco Central de suspender la compra de divisas, los empresarios del rubro asumieron que no habrá marcha atrás. Debido a ello, cada vez más emprendimientos ofrecen mecanismos de financiamiento en moneda local.
La decisión del Banco Central de suspender la compra de divisas para atesoramiento terminó con la incertidumbre del sector inmobiliario. No fue la respuesta que pretendían los empresarios del rubro, pero la medida puso fin a la mayoría de las dudas que arrastraban. La titular de la autoridad monetaria, Mercedes Marcó del Pont, afirmó que la herramienta representa un “paso adelante hacia la pesificación de las operaciones inmobiliarias”. Los desarrolladores, constructoras e inmobiliarias tienen la certeza de que los inversores no podrán acceder a nuevos dólares para comprar departamentos o casas y también saben que los créditos hipotecarios empezarán a realizarse en pesos. Así, cada vez más emprendimientos ofrecen mecanismos de financiamiento en moneda local atados a alguna cotización del dólar. Sin embargo, el atomizado segmento de compraventa de inmuebles usados todavía no terminó de digerir las nuevas condiciones de mercado. Por ahora, las operaciones en pesos se realizan cuando los vendedores tienen la necesidad de acceder a los fondos o cuando los compradores ofertan por la propiedad una cifra pesificada a un tipo de cambio más elevado que el establecido por el Banco Central. Las inmobiliarias consideran que lentamente, a medida que oferentes y demandantes “comprendan” el nuevo escenario, el segmento se normalizará.
Como resultado de las restricciones para la compra de moneda extranjera vigentes de desde fines de octubre del año pasado, la oferta y la demanda en el mercado del inmueble usado disminuyeron. Los directivos de la Cámara Inmobiliaria (CIA) consideran que el segmento está totalmente paralizado. Entre enero y mayo de 2012 las operaciones de compraventa de inmuebles cayeron 15,3 por ciento interanual, según los datos del Colegio de Escribanos porteño, mientras que otras fuentes de datos evidencian caídas más pronunciadas.
El escenario se relaja cuando se consulta individualmente a las inmobiliarias: el mercado está estancado, pero lentamente y dentro de las posibilidades de los compradores y las necesidades de los vendedores emergen alternativas. Distintas inmobiliarias que concentran sus operaciones en los barrios porteños de Almagro, Caballito, Flores, Palermo y Belgrano, consultadas por Página/12, coincidieron en ese diagnóstico.
Del lado de la oferta, por ahora, son muy pocos los casos que aceptan vender en pesos. Esa reticencia está presente, incluso si los interesados están dispuestos a “pesificar” el pago del inmueble a la cotización del tipo de cambio del mercado ilegal. Así, muchos propietarios retiraron sus inmuebles de los listados y si no tienen ninguna urgencia ni necesidad de encadenar la venta con otra transacción, pusieron en alquiler sus casas o departamentos.
Por su parte, los compradores que están dispuestos a pagar en dólares aprovechan para presionar por rebajas de precio. Quienes no poseen dólares o no piensan gastarlos y realizan ofertas en pesos están sujetos a la urgencia de los propietarios. Cuando se normalice el mercado, especulan algunos brokers, deberán aparecer compradores que tenían parte de sus ahorros en dólares. A su vez, el eslabonamiento de las operaciones en el mercado del usado dificulta que el segmento recupere rápidamente su dinamismo. Nadie va a vender su propiedad en pesos si no tiene la garantía de poder utilizar esos fondos para pagar por la nueva vivienda.
“Hay que encontrar alternativas para cada caso. La situación está más tranquila, pero es un proceso que va a tomar tiempo. Si no hay apuro, lo mejor es volver a llamar en un par de meses”, explican los agentes inmobiliarios. Con el escenario macroeconómico despejado ante la imposibilidad legal para acceder a los dólares necesarios para la compra de una casa, las inmobiliarias admiten que están comunicándose con sus clientes para “explicarles” las nuevas condiciones. El cambio metodológico demorará. En ese proceso serán relevantes la urgencia y necesidades que exhiban los vendedores y compradores. Asimismo, advierten que la pesificación del mercado redundará en un incremento de los precios.
Fuente: Página/12