La paralización tuvo varias razones: se trataba de provincias con gobiernos opositores, se buscaba favorecer a empresarios amigos o se denunciaban sobreprecios que luego no se comprobaban. También se pararon obras por orden del FMI.
Vialidad Nacional, durante el mandato del macrismo, paralizó 51 obras en rutas de 17 provincias distintas cuando ya registraban muchísimos avances en diciembre de 2015. En algunos casos el avance físico era mayor al 50 por ciento e incluso al 70 por ciento, pero aun así fueron paradas. La lógica indica que a Mauricio Macri le convenía terminarlas y florearse en la inauguración, pero el freno se puso igual y por varias razones. La primera, porque se trataba de obras en provincias manejadas por el peronismo o partidos provinciales y porque se decidió usar el dinero para obras en distritos de Cambiemos, principalmente CABA. La segunda razón de muchas parálisis fue la jugada de ahogar a la constructora con el objetivo de pasar la obra a los amigos del gobierno. La tercera, porque sugerían que había sobreprecios en licitaciones lanzadas por el kirchnerismo, mandaron a revisar y en casi todos los casos terminaron manteniendo las licitaciones originales. Y, ya en la mitad del mandato, irrumpió el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, o sea que se paró gran parte de las obras por orden del FMI. Lo curioso es que, mientras tanto, Mauricio Macri usaba la construcción de rutas como un marketing trucho.
La conducción actual de Vialidad Nacional, que funciona en la órbita del ministro Gabriel Katopodis, entregó un informe de las obras que ya tenían avances en 2015 y que hasta registraban que los trabajos tenían el financiamiento adjudicado en los presupuestos nacionales. Todo este panorama fue reiteradamente denunciado durante los años anteriores tanto por Sindicato de Trabajadores Viales, que lidera Graciela Aleña, como por Fabián Catanzaro, al frente de la Federación del Personal de Vialidad Nacional.
El panorama general queda expuesto también en un trabajo de la FePeViNa:
* La licitación de obras cayó de 161 por año, entre 2004 y 2015, a apenas 31 entre 2016 y 2019.
* Las obras en ejecución pasaron de 600 a 200, lo que demuestra los niveles de paralización.
* La Federación no sólo afirma que hay 51 obras paralizadas –coincide con la conducción de Vialidad– sino que existen otras 60 neutralizadas, que es un forma de decirle al contratista que se lleve las máquinas y que no corren las multas ni los tiempos de cumplimiento.
El frenado de las obras no es gratuito. En primer lugar, produce una verdadera masacre en el empleo. Buena parte de las constructoras debieron despedir personal y algunas pymes del sector hasta entraron en crisis total y cerraron. Pero, además, no sucede que una obra paralizada se puede retomar ahora como si nada hubiera ocurrido: el viento, el agua, el clima en general erosiona y obliga a remontar una situación difícil que se traduce en costos, como en Entre Ríos.
Planilla
En la planilla de Vialidad, algunos datos llaman la atención:
* De las 51 obras paradas, en 21 no se hizo nada después de 2016, o sea directamente se abandonaron. No se puso ni un milímetro de asfalto en cuatro años.
* Según las licitaciones vigentes en diciembre de 2015, la casi totalidad de las obras, 46 de las 51, deberían estar terminadas en este momento. Y, como es obvio, no está terminada ninguna.
* De las 51 obras, 31 tenían un avance superior al 50 por ciento en diciembre de 2015 y 10 registraban avances superiores al 90 por ciento. En estos últimos casos, la estrategia fue no terminar, dejar la obra como estaba.
Casos
Algunos ejemplos son demoledores:
* Tramos importantes –fundamentales– de la Ruta 9, entre Zárate y San Nicolás, que tienen la calzada más que dañada, tenían ejecución del 80 por ciento en 2015, pero los trabajos están paralizados por «neutralización de obra», un eufemismo usado para decir «no vamos a poner fondos en esto».
* En la misma Ruta 9, ya en Córdoba, cerca de Villa María, se licitaron obras de seguridad. Se había ejecutado el 25 por ciento en 2015, no se volvió a ejecutar nada.
* Más al norte todavía, en la ruta 9, en Tucumán, las obras de seguridad y rehabilitación de calzada estaban avanzadas en un 66 y un 70 por ciento. El último certificado de obra data de abril de 2016. Desde entonces, nada.
* La Ruta Nacional 8, que va de Buenos Aires a Santa Fe, tenía avance del 85 por ciento y 82 por ciento en 2015 en rehabilitación de calzadas. Se paró por «modificaciones de obra», lo que los técnicos de Vialidad dicen que exhibió una increíble ineficiencia de la administración macrista, ya que todo podía ser subsanado más o menos rápidamente.
* La Ruta Nacional 34, que parte de Rosario y va al norte, estaba avanzada en la rehabilitación hasta en un 88 por ciento en 2015. La administración de Macri amagó con planes faraónicos, ilusionó con una autopista, pero nunca destinó presupuesto alguno. Hace un año y medio que no se hace nada por «modificación de obra», la forma que encontraron de frenar los trabajos y cumplir lo que pedía el FMI: no poner más dinero.
* En el caso de la Autopista Balbín, en el tramo que continúa de La Plata a Ensenada, la administración macrista debía terminar el proyecto y de inmediato someterlo a una audiencia pública. En muchos casos, las autopistas tienen objeciones de los vecinos, porque la traza interrumpe o complica la vida cotidiana. Por eso se requiere la audiencia. Lo concreto es que Vialidad ni siquiera ajustó el proyecto para presentarlo a los vecinos y, por lo tanto, la justicia le impidió empezar las obras. Y frente a eso, no se hizo nada, pese a que tenía el 72 por ciento del financiamiento. Algunos dirigentes del sindicato que conduce Aleña dicen que el insólito crecimiento de la estructura gerencial de Vialidad, con ejecutivos traídos de las constructoras, produjo permanentes faltas de definiciones y una virtual parálisis. Otros consideran que el tramo a Ensenada beneficiaba a uno de los intendentes kirchneristas más aguerridos, Mario Secco, y por lo tanto la administración Macri no tuvo el menor interés en avanzar. La prioridad –se evalúa– estuvo siempre en las obras de CABA, territorio del macrismo.
* Un dato curioso surge de lo ocurrido con las rutas que atraviesan principalmente Río Negro, la Nacional 22, de Bahía Blanca a la Cordillera y la 23 de Las Grutas a Bariloche. Se dice que el gran motor para que se concreten esas obras fue Miguel Angel Pichetto. También en estos casos aparecieron problemas legales y Vialidad nunca tuvo la eficiencia ni la voluntad de solucionarlos. Y lo cierto es que –según la planilla de Vialidad– en 2015 los avances ya eran mayores al 80 por ciento, pero hay tramos de la 23 en que no se hace nada desde hace dos años y medio, y otros tramos que no avanzan desde hace cuatro años, mientras que en la Ruta Nacional 22 no hay obras desde hace dos años y dos meses
Esta ruta, la 22, es clave; atraviesa todo el Alto Valle y vincula a Neuquén capital y la zona frutícola con casi todo el país. En estos tiempos se empezó a ganar el mote de Ruta de la Muerte porque van y vienen camiones de gran porte. Como los trabajos se abandonaron, se circula por desvíos de tierra en gran parte del recorrido.
La realidad es que Pichetto terminó siendo candidato a vicepresidente de Macri, mientras las obras que impulsó están paralizadas.
Política
Los ejemplos siguen y siguen hasta completar 51 obras en 17 provincias, con importantes avances en 2015 y paralizadas en la gestión Macri. La cuestión política parece sobrevolar. No es sólo la ineficiencia o la falta de fondos. Como se sabe, en Santa Cruz, la causa judicial que se ventila actualmente en Comodoro Py trata sobre 81 obras viales construidas en esa provincia. La diferencia es notoria: en la planilla de las autoridades de Vialidad figura una sola obra y de apenas ocho millones de pesos. Se trata únicamente del mantenimiento de un tramo de la Ruta Nacional 40, la que va de norte a sur a lo largo de cordillera. Ni siquiera esa simple conservación se terminó: los trabajos se paralizaron en febrero de 2019, hace un año.
Pero lo ocurrido en Santa Cruz tiene cierto correlato con lo que pasó en otros distritos: se trazaron planes de obras que no se hicieron y, mientras tanto, ni siquiera se hizo un mantenimiento de la red. Hoy por hoy, se calcula que un 65 por ciento de las rutas está en mal estado.
Otras dos provincias visiblemente perjudicadas fueron Formosa y Tucumán, que seguramente consideraron demasiado peronistas, pero tras el acuerdo con el FMI, el parate llegó a todos, salvo al reducto de Cambiemos, CABA.
Final
Lo más asombroso es que, después de las PASO, y cuando ya se vislumbraba la derrota, Macri usó un increíble falso marketing sobre las obras públicas en su ofensiva final para salvar algo del incendio electoral. Exhibió obras inconclusas y mostró como logros lo que en verdad eran incumplimientos.
La realidad es que no sólo se redujo al mínimo la obra pública nueva –de 161 licitaciones por año a apenas 31– sino que abandonaron lo que ya tenían avanzado. Los datos demuestras que cortaron más rutas que los piqueteros que tanto critican.