La mayor tranquilidad cambiaria post elecciones se consolidó en las últimas jornadas, ahora también con la caída del dólar libre que ayer perforó con fuerza los $ 1000. Este clima ayudó a que se vaya reduciendo la expectativa de una devaluación brusca luego del balotaje. Así lo reflejan además los contratos de futuros de dólar: para fin de año ayer cerró a $ 617, tras haber tocado los $ 1.000 antes de los comicios del 23 de octubre, indica Infobae.
La mayor tranquilidad del tipo de cambio también provocó un reacomodamiento de carteras de inversores institucionales, como compañías de seguros, y empresas. La evolución de fondos comunes de inversión muestra un aumento fuerte de la demanda de títulos en pesos ajustados por CER. Y por otra parte se desarmaron muy fuerte las compras de bonos dollar linked, que se habían acumulado ante la expectativa de un fuerte salto del tipo de cambio oficial tras las elecciones.
Sin embargo, el resultado del 23 de octubre alejó el temor a una posible dolarización, tras el segundo lugar obtenido por Javier Milei. De hecho, ahora la alianza con Patricia Bullrich y Mauricio Macri consolidan la idea de avanzar con un Banco Central independiente, prohibiendo además la emisión monetaria para financiar al Tesoro. Sin embargo, ya se dejó de hablar de la idea de eliminar el peso.
Los dólares financieros habían superado los $1.200 en la previa electoral, pero se derrumbaron hasta niveles de $ 850, que se mantuvo en la jornada de ayer. Al mismo tiempo, el Banco Central también redujo sustancialmente su intervención con reservas para controlar las cotizaciones, a menos de USD 20 millones por día contra USD 100 millones diarios en las semanas previas a las elecciones.
Al mismo tiempo, el ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa dispuso que un 30% de las exportaciones se pueda liquidar a través del contado con liquidación, es decir a un valor estimado de $850 en vez de $350 por un plazo de 30 días.
De esta forma, aseguró un importante flujo de divisas para evitar un nuevo salto cambiario como el que ya sufrió la economía argentina previo a las PASO (la cotización libre pasó de $490 a $600), mientras que en las semanas anteriores a las elecciones presidenciales saltó de $750 a más de $1.000. El objetivo parecería estar lográndose, aunque no puede descartarse que en los días previos a la segunda vuelta regrese la presión cambiaria.
Aunque mucho dependerá de quién se consagre presidente, la perspectiva de una fuerte devaluación del tipo de cambio oficial inmediatamente después del ballotage aflojó significativamente. El sinceramiento cambiario llegará tarde o temprano porque se vuelve insostenible mantener un dólar a $ 350, muy alejado de los dólares financieros o del libre. Sin embargo, la adecuación sería en principio más gradual que lo esperado, mientras el futuro gobierno define un programa de estabilización, que apunte al equilibrio fiscal, una baja gradual de la inflación y recuperar la confianza de los inversores.
Realizar otro ajuste cambiario como el que ocurrió luego de las PASO sin medidas de fondo no tendría ningún efecto favorable y solo alentaría a un salto inflacionario todavía mayor.
En este contexto, algunos salieron a plantear la posibilidad de ir hacia una unificación cambiaria, que hoy parece lejana. El presidente del Central, Lucas Llach, por ejemplo, indicó que el dólar para exportadores se ubica en $ 500, mientras que el CCL está a $ 850, lo que implica una disminución significativa de la brecha en la práctica.
En su encuentro con la Unión Industrial Argentina (UIA), Massa dio algunas pistas indirectas de lo que se viene. Señaló que habrá mejor acceso a las SIRA para las empresas y que la situación de las importaciones se normalizará en un máximo de 90 días, dando a entender que se mantendrá el cepo cambiario.