El Pelado lo dirigió en la estadía del Millonario en la B Nacional y apenas conoció su caso tuvo una actitud para destacar
Matías Almeyda tuvo un gran gesto con Ezequiel Cirigliano, el ex futbolista de River Plate que se encuentra detenido e imputado de “tentativa de robo calificado por el uso de arma de fuego, portación ilegal de arma de guerra y violación de domicilio”, según publica Infobae.
El entrenador de 48 años le pidió a su psicóloga personal que se acerque al futbolista de 30 años que, según sus familiares, presenta un cuadro de “depresión” y “Esquizofrenia”.
Dolores es el nombre de la profesional que trabajó durante cuatro años aproximadamente con el actual técnico del AEK Atenas de Grecia. Vale mencionar que Matías Almeyda sufrió un cuadro severo de depresión del que en más de una oportunidad se mostró orgulloso de haber dejado atrás.
Almeyda fue el entrenador de Ezequiel Cirigliano cuando dio el gran salto en River Plate. Fue en la B Nacional en el histórico ascenso a Primera División en la temporada 2011-12.
El joven fue capitán el equipo y su rendimiento fue tan alto que captó la atención de grandes clubes europeos, además de tener sus primeras convocatorias a la selección juvenil nacional.
Por estas particularidades, no sorprende el gesto de Matías Almeyda de querer ayudarlo en este difícil momento. Sobre todo cuando el entrenador confesó el calvario que vivió por la depresión y que con la ayuda de profesionales y amigos, logro superarla.
La historia de Almeyda se dio a conocer a través de una entrevista en 2012 a la Revista Hola, donde comentó: “La llevamos a hacerse un psicodiagnóstico (a Sofía, su hija) y cuando le llegó el turno de dibujar a la familia, hizo a su madre como una reina, a sus hermanas como princesas… Y a mí como un león viejo, enfermo, triste. Ahí me cayó la ficha y empecé terapia”.
El mediocampista de River Plate contó cómo le afectó el haber dejado temporalmente el fútbol por la depresión.
“A veces pienso que ese momento lo sufrí por ser un egoísta. El futbolista está lleno de sueños y de objetivos que intenta cumplir, cuando no juega más, no queda nada de eso. Pasás de la hiperactividad a la inactividad absoluta, así me fui alejando de todos”.
Y agregó: “Al jugador de fútbol lo preparan desde chico para ser una máquina de generar plata y se olvidan de que hay un ser humano detrás de esa máquina, nadie te prepara para el momento del retiro”.
Igualmente, comentó que gracias a la ayuda de un profesional pudo volver a disfrutar del fútbol.
“Cuando dije que volvía al fútbol a los 35 años, se rieron todos. Pero volví y demostré que todavía estaba para jugar, que me bancaba la cancha. Viví el fútbol como nunca antes, fue un hermoso desafío”.
Sobre su psicóloga, explicó: “Cuando conocí a Dolores, mi psicóloga, se produjo un cambio. Una de las cosas que aprendí es a cerrar etapas. Y me di cuenta de que la etapa de jugador no la había cerrado. Por eso regresé”.
Desde entonces, Almeyda contó que se hizo fanático del fútbol: “Yo no era de mirar partidos ni de analizar. Eso lo descubrí a los 35 años, cuando volví a jugar. Empecé a darle al fútbol la verdadera importancia que tiene en mi vida”.
El año pasado, el jugador contó para radio La Red, en qué momento la depresión se había hecho presente en su vida: “Es difícil detectar el momento. A los 27, 28, 29 años empecé con eso, cuando estaba en la cima de mi carrera, venía bien con la Selección y en equipos de élite».
»Ya había empezado a mostrar que no me hacía feliz del fútbol, me peleaba con todo el mundo porque no aceptaba ciertas cosas del fútbol”, indicó.
Fue por ello que comenzó a pensar en la ideal del retiro: “En 2001, en el Inter, ya había una psicóloga y ella me empezó a tratar, llamó a mi mujer y yo le dije que iba a dejar el fútbol. Ella le dijo que era lo peor que podía hacer, que me siga y me ayude. Veía que estaba entrando en ese camino que muchos deportistas entran”.
Y agregó: “De los 30 a los 35 años fue mi peor momento. Mi mujer se daba cuenta y mis hijas chicas todavía no. Ella fue el principal bastón para ayudarme. Conviviamos y me veía todos los días tirado en una alfombra. Las llevaba a las nenas a la escuela, volvía y me tiraba en la alfombra. No tenía más fuerzas de salir. Te empezás a entregar y no te das cuenta”.
De esta manera, Almeyda aseveró que es vital encontrar un profesional para que uno pueda salir de ese momento: “Se necesita ayuda, no se sale solo de esto».
»No me avergüenza contarlo porque sé que ayudo a quienes van en ese camino y están a tiempo. Es feo sentirse tan mal, es feo lo que provocás en los demás y es feo los finales que hemos visto de estos chicos que lamentablemente se han quitado la vida. Eso es lo más triste del mundo”, cerró.