Por el rescate de la memoria y la justicia, InfoFUS recordó la fecha del 22 de agosto de 1972, cuando 16 presos políticos fueron fusilados en la base naval Almirante Zar por la dictadura de Lanusse. Este es su mensaje:
“¿Qué sentido tiene reclamar justicia por un hecho ocurrido hace casi cuarenta años? ¿Qué sentido tiene apelar a la memoria de algo que los sucesivos gobiernos democráticos se han empeñado en ignorar?
Nosotros creemos que una sociedad es madura cuando reconoce a todas las partes que la componen y cuando puede determinar las deudas que se han establecido con cada una de ellas.
Entonces, ese el sentido. Todavía hay una deuda con los 16 militantes asesinados y, mientras no se la salde, la sociedad no seguirá su camino hacia la madurez deseada.
Con la lucidez y la profundidad que lo caracteriza, escribió Osvaldo Bayer en «El silencio de la Marina»: «lo de Trelew es sólo imaginable en Siberia, en un relato de Dostoiewski. Diecinueve prisioneros –mujeres y hombres, todos jóvenes; Ana María Santucho, encinta de ocho meses– son mantenidos en calabozos, molestados, desnudados, maltratados, para luego fusilarlos impunemente. Los fusiladores son oficiales y suboficiales de la Marina de Guerra. Mientras se asesina a los presos, se los insulta. ¿Qué educación recibieron esos marinos? ¿Qué conducta llevaban y llevan esos marinos en sus hogares?”.
La política de derechos humanos promovida por este gobierno se ha acotado al juicio de los genocidas de la última dictadura militar. Eso es bueno, sin dudas, pero claramente insuficiente, porque se deja afuera a muchos sectores de la sociedad: a los militantes ejecutados en 1972 en la base naval Almirante Zar, a los pobres a los que se condena a la desnutrición y al desamparo, a los ocho niños que siguen muriendo por día, a las comunidades originarias a las que se les niega la tierra, a los jóvenes que se empuja hacia la vida delictiva y la drogadicción, a los jóvenes que hoy todavía son víctimas del gatillo fácil y de las torturas policiales.
Nosotros creemos que los derechos humanos valen para todos los seres humanos. También para aquellos que no pueden acceder a un pedazo de tierra y a una vivienda digna, a aquellos a quienes se pretende avasallar con la contaminación minera.
Los asesinatos cometidos en la base naval Almirante Zar nos acicatean la memoria, nos recuerdan una misión. Esos 16 militantes nos dicen: “Exigimos justicia”. Y nosotros, humildemente, apoyamos ese reclamo”.